La última presentación de Graffiti fue en abril de 2019, en la misma sala que hoy los vuelve a recibir. Durante el tiempo transcurrido –lento, raro, detenido– Eduardo Carbi y Ariel Pozzo produjeron mucho, muchísimo: tres discos (o cuatro, el segundo fue doble). El más reciente se titula Gladstone Road, y Carbi está más que feliz de volver a su ciudad y pisar otra vez el escenario de sala Lavardén, donde hoy a las 21.30 dirá presente una de las bandas insignes de la música rosarina.

“Fueron tres años complicados, pero decidimos ver la posibilidad de utilizar ese tiempo en algo constructivo. Con Ariel Pozzo desde su estudio en Buenos Aires y yo en Londres, nos pusimos a trabajar. El primer álbum fue en 2020, Graffiti 3, con la participación de Miguel Mateos; después hicimos el álbum doble –Infinito 1 y 2– donde participa Richard Coleman. Y este año terminamos Gladstone Road, y nos enorgullece, por la dedicación y el tiempo que le pusimos, por la calidad del audio, de los arreglos y de la producción”, comenta Eduardo Carbi a Rosario/12.

-Es notorio el matiz tanguero en algunas de las canciones del disco; a propósito, el nombre es el de una calle cercana a tu casa en Londres, ¿no?

-Siempre me dicen que tengo un aire tanguero, por la manera de frasear las melodías; se ve que no soy el cantante clásico, soy medio raro (risas). Esa calle está cerca de mi casa. Cuando escucho el material que me manda Ariel, a veces tarareo cosas y para no olvidarme las grabo en una aplicación del teléfono. Cada vez que entro el teléfono, te hace una localización de por dónde vas caminando. Dio la casualidad que al escuchar las melodías sobre la cual compuse esta canción en particular, me apareció este nombre: Gladstone Road. Se lo propuse a Ariel y le encantó, como nombre para el tema y para el álbum.

-Desde lo rítmico y las referencias sonoras, todo el disco es testimonio de la trayectoria de música que tienen.

-Los discos son consecuencia de lo que uno vive y experimenta. En nuestro caso hubo un lapso importante, de varias décadas, luego del material original durante los años ’80, a distancia y sin la posibilidad tecnológica de hacer algo de este tamaño y calidad, porque en ese entonces había que hacer todo dentro de un estudio, con la presión que eso implica. En este caso tuvimos todo el tiempo del mundo para experimentar ideas, conceptos, sonidos. No nos propusimos hacer nada que tuviese que ver con lo que se estuviese escuchando, quisimos ser artísticamente honestos con nosotros mismos, y que fluyese lo que tenía que fluir 30 años después. Creo que estas estas canciones reflejan la madurez de estos años pasados y vividos en lo personal y en lo profesional, algo que me parece se ve también en los arreglos, en la meticulosa selección de los sonidos para cada uno de los temas. Hay un trabajo de preproducción y posproducción muy importante, que hubiese sido imposible en el contexto de las urgencias de un estudio de grabación.

-Qué lujo que puedan componer sin presiones ni ataduras.

-Es un privilegio. La mayoría de los artistas lamentablemente cae en la necesidad de hacer algo que se convierta en popular. Por supuesto, a cualquier artista le interesa que su obra se vea y se escuche, pero eso a veces tiene un costo. En nuestro caso estamos en otra etapa de nuestras vidas, pero también lo hacemos por pasión, y es por eso que estuvimos un poco despegados de la popularidad, porque lo que quisimos hacer no era lo que necesariamente se estaba escuchando. Fuimos fieles a nosotros mismos. En definitiva, lo que uno hace no es con el objetivo de conmover masas, sino de conmover a una persona; si alguien se sintió tocado, representado o notó que eso de alguna manera iluminó un momento de su vida, creo que el trabajo está cumplido.

-Si bien se conocen de toda la vida, ¿cómo fue el trabajo con Ariel Pozzo?

-De alguna manera fue un descubrimiento, porque pese a que con Ariel nos conocemos hace cuarenta años, nunca trabajamos de esta manera. Con todos nuestros compromisos cortados durante la pandemia, nos vimos con todo este tiempo por delante. La idea primera fue tratar de ver si podíamos componer a la distancia dos o tres canciones, y nos fuimos dando cuenta de que obviamente había una sinergia importante. Y una veta creativa. No es tan sencillo componer 38 canciones. Vimos que realmente teníamos algo por delante, y que podíamos desarrollarlo. Así surge Graffiti 3, y con esa experiencia encaramos Infinito, con la idea de hacer un álbum más corto, de 7 canciones. Pero la veta seguía fluyendo y nos dimos cuenta que teníamos mucho más que eso, y decidimos hacer el álbum doble. A Gladstone Road lo encaramos desde otro lugar, no queríamos que los álbumes sonaran todos iguales. Hay un hilo conductor que se refleja, si se quiere, en las letras, en algunas canciones más rockeras y otras más reflexivas y profundas, que de alguna manera dan cuenta del contexto, no necesariamente autobiográfico, pero sí escrito y pensado desde una realidad que nos abarca a todos y que no era la más linda precisamente.

Las 10 canciones de Gladstone Road fueron compuestas por la dupla, con Carbi en voz, coros y percusión; y Pozzo en guitarra, bajo, teclados, secuencias. La presentación de esta noche contará además con las presencias de Marcelo Sali en batería; Mariano León en teclados, secuencias, guitarras y coros; y Marcelo Gallego en bajo, coros y teclados. “Tendremos una propuesta de luces, escenografía y sonido espectaculares. Y más allá de eso, está lo personal, lo familiar, reencontrarse con tus raíces y con tu ciudad. Es muy gratificante y conmovedor. De ahí la frase del tema ‘Siempre’, del álbum Graffiti 3, que dice: ‘no te preocupes en volver de donde no te fuiste’”, concluye.