“Todos tienen un plan hasta que te dan un puñetazo en la boca”, aseguró ante Página I12 un altísimo cuadro económico de una de las cuatro fundaciones que representan a los partidos dentro de la alianza Juntos por el Cambio.
La frase recuerda la respuesta de Mike Tyson, hace 35 años, cuando nocaut tras nocaut la prensa le seguía planteando que sus rivales venían a enfrentarlo con una estrategia bien pensada.
La metáfora se inscribe en las complejidades que tiene, dentro del espectro opositor, ponerse de acuerdo en un plan económico conjunto y que al final del camino sea validado por la política.
Si bien las fundaciones del PRO, la UCR, la Coalición Cívica y el pichettismo están trabajando en un programa técnico que unifique criterios casi sin fisuras, admiten que la que define es la política, un ring en el que la disputa se da de manera casi tan al límite como en los cuadriláteros de aquel noqueador histórico.
Así es que, a diferencia de las expectativas, serán las PASO de las presidenciales del 2023 las que definan el modelo económico final, además de la coyuntura en la que se inscriba el último año del gobierno de Alberto Fernández, que incluye el riesgo de una partición del espectro opositor ante el surgimiento del factor Milei, una alternativa que lleva a Mauricio Macri a correr cada vez más rápido hacia los extremos.
Los técnicos con los que charló este diario, de diferentes fuerzas políticas, son conscientes de que “hay un proceso de búsqueda de diferenciación de los futuros candidatos, y por eso parecen pensar diferente, pero nosotros trabajamos para llegar con un programa”. Luego, aseguran, el alineamiento o no tras las internas ya no depende de las planillas de Excel y los análisis de coyuntura.
Al día de hoy, a grandes rasgos, esa contienda de ideas se simplifica en Macri versus el radicalismo, menos afecto al PRO, identificado con Facundo Manes y el gobernador de Jujuy y presidente del partido, Gerardo Morales, dos de los candidatos en 2023.
Con Horacio Rodríguez Larreta buscando aún el camino y con niveles importantes de indefinición en lo económico -algo que quedó en claro en el almuerzo que compartió al mediodía en el Hotel Alvear con los ceos del Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp)-, el espacio opositor traza una línea imaginaria entre ultras conservadores y conservadores más centristas.
En las próximas semanas, las fundaciones de Juntos por el Cambio, Pensar (PRO), el Instituto Hannah Arendt (CC) y la Fundación Alem (UCR), harán una asamblea en el interior con sectores del agro y la producción para una especie de interconsulta del plan económico que empujó fuerte Morales, mientras siguen los golpes debajo del cinturón, en la superficie política.
El armado de la alternativa económica, sin embargo, tiene dos velocidades: un plan más de largo plazo, que está sometido al éxito o fracaso de algun candidato en la interna, y un programa urgente para los primeros seis meses de un eventual nuevo gobierno de Juntos. Ese es el plan que Macri le pidió a Luciano Laspina, espada del PRO en el Congreso y uno de los interlocutores que empezó a frecuentar más de lo habitual para charlas de coyuntura.
El anhelo de Macri, en principio, es que Carlos Melconian le haga su masterplan. De hecho, el economista está elaborando uno a su medida en la Fundación Mediterránea, que incluye contracción de la economía para bajar la inflación y habla poco de los salarios. Pero Melconian convive con un temor: que Macri vuelva a "dejarlo pagando", dado que en su Gobierno pensó en ser el ministro y terminó dirigiendo el Banco Nación.
Macri, en este escenario, donde puede o no ser candidato, es Patricia Bullrich y, según definen en el espacio, también Milei.
En la otra esquina, el asunto se vislumbra más desarrollista y con una diferencia muy fuerte. El economista de cabecera de Manes y Morales es Eduardo Levy Yeyati, que coordina además los equipos técnicos. En su cabeza no hay programas talibanes sino sesgos productivistas. De hecho, el discurso que pronunció Morales el fin de semana pasado en el acto de la UCR en La Plata, surgió de un encuentro extenso en el comité central con esos economistas.
La idea es "preservar Juntos por el Cambio como sea", pero ante la pregunta de qué pasa si gana la interna la línea de Macri, la respuesta es que "nosotros tenemos muchas chances de ganar". Es la muletilla de Morales, que no piensa tensionar pero sí cruzar a Macri cada vez que se pueda. La historia real es que no lo quieren en la pelea. Y mucho menos a su modelo. Citan buena articulación con Hernán Lacunza, a quien describen como "el más empoderado en el PRO" y niegan que sea un conservador. Con él trabaja un puente con el larretismo: el exsecretario de Transporte porteño, economista que hoy es director del Banco Ciudad.
El plan que arman los radicales tiene puntos de contacto en la visión macro con la de PRO, pero diferencias en política tarifaria y un perfil más centrado en las economías regionales. Otra de las diferencias es muy importante: hace unos días, el diputado Pablo Torello presentó un proyectos de retenciones cero al agro. Morales lo rechazó junto a la UCR, que acepta debatir el tema de tributos al agro.