La polémica por su origen, la infancia en la pobreza, su amistad con caudillos conservadores, el hermetismo sobre su vida sentimental, su trágica muerte en un accidente aéreo. La biografía de Carlos Gardel ofrece material para abonar el mito, al tiempo que pone en contexto a quien fue la voz indiscutida del tango, a tal punto que seguimos afirmando que cada día canta mejor. Por eso, Caras y Caretas dedica su número de junio, que estará este domingo en los kioscos opcional con Página/12, al inolvidable Morocho del Abasto.
En su columna editorial, María Seoane recuerda la madrugada del 28 de junio de 1969, cuando después de participar de actos relámpago en repudio de la dictadura de Onganía y de la visita de Nelson Rockefeller al país, se refugió de la represión policial dentro del Mercado del Abasto: “Escuchamos a lo lejos el grito en la oscuridad: ‘¡Le dieron a Emilio!’, mientras corríamos desesperados, esquivando las balas, esas largas cuadras que nos llevaron a ocultarnos en el Mercado del Abasto. De repente, jadeantes, agitados, respiramos el olor a tierra que se elevaba de miles de cajones de frutas y verduras. Nos detuvimos solo cuando entramos de prepo a un cuartucho tapizado con arpilleras, bolsas de papas y cajones de naranjas y calabazas, con una pared cubierta de recortes y fotos de Carlos Gardel. Y en una cómoda fabricada con cajones, estaba la imagen de Evita Capitana. Amanecía cuando salimos del mercado. En el viaje, escuchamos que habían detenido a muchos estudiantes en las inmediaciones del Abasto. Y que esa noche, efectivamente, habían asesinado a Emilio Jáuregui, periodista, líder sindical, dirigente del grupo revolucionario Vanguardia Comunista”.
Felipe Pigna, en tanto, evoca a Gardel más allá del bronce: “Resulta más interesante hablar del hombre que cambió la historia del tango, del que fue, como él decía, su primer ‘intérprete’, el primero en entenderlo plenamente, en traducir claramente lo que cada poeta quiso decir, viviéndolo intensamente. El primer argentino del siglo XX en trascender a niveles poco comunes en España, Francia, los Estados Unidos y casi toda Latinoamérica. Gardel es nuestro primer mito popular”.
Por eso, desde la nota de tapa, Pigna propone un abordaje diferente del derrotero del Zorzal Criollo: “La primera tarea que debe asumir un historiador frente a una figura como la de Gardel es desbrozar la selva de mitos que han crecido en torno a su figura. Investigando su extraordinaria vida, me fui encontrando con versiones absurdas pero mantenidas como verdades reveladas. Muchas lanzadas con la audacia y la impunidad de quienes lo hacían con la ‘tranquilidad’ de que se trataba de alguien perteneciente a los sectores populares, por lo que esas calumnias no tendrían mayores consecuencias. Distinto hubiera sido blasfemar contra un hijo del poder. Lo otro que me sorprendió fue que gran parte del interés demostrado frente a una figura tan gigantesca era la obsesión con el lugar de nacimiento y las circunstancias de su muerte, quedando en un segundo plano lo más relevante: su carrera, su valor artístico, el ser humano”.
Además, Mariano del Mazo escribe sobre la discografía de Gardel y sobre la “invención” del tango canción. Gabriel Plaza aborda las sociedades creativas con José Razzano y Alfredo Le Pera. Y Claudia Regina Martínez trabaja sobre las guitarras: los instrumentistas y los arreglos, que fueron variando, y que le dieron al Zorzal Criollo el marco para desarrollar su caudal expresivo.
Respecto de su relación con la industria cinematográfica, Guillermo Courau traza el derrotero de Gardel desde su debut en 1917 hasta el éxito total en los años 30, que lo llevó a triunfar en Europa y Estados Unidos hasta consagrarse a nivel internacional. Irene Amuchástegui recuerda el encuentro en Nueva York entre Gardel, ya convertido en estrella, y un Astor Piazzolla adolescente, que le hacía de traductor y con quien compartió una breve escena de la película El día que me quieras.
Fernando Amato acerca a los lectores las coberturas que Caras y Caretas realizó en su época sobre Carlos Gardel en los grandes momentos de su carrera y, por su puesto, de su trágica muerte y su multitudinario velatorio.
Agustín Espada da cuenta de cómo, a través de la radio, se produjo la construcción del ídolo popular. Ana Turón aborda la relación de Gardel con el teatro. Y Laura Santos trabaja sobre los enigmas en torno de la gran estrella del tango argentino: la polémica sobre su lugar de nacimiento, la relación con su madre y su vida amorosa.
En tanto, Vicente Muleiro explora la “complicada” relación del ídolo popular con el conservadurismo. Marina Amabile dimensiona su reconocimiento a nivel internacional. Marina Cañardo escribe sobre sus pasiones deportivas: Racing y las carreras de caballos. Y Ricardo Ragendorfer reconstruye su prontuario policial.
El número se completa con entrevistas con Ariel Ardit (por Adrián Melo), Julián Barsky (por Eugenia Tavano) y Rodolfo Mederos (por María Zacco).
Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.