Desde 2012, fecha de fallecimiento de mi esposo, Gustavo Roldán, el ECuNHi se convirtió en consuelo. Ese nido de gente valiosa que lucha por la memoria y los derechos humanos, también fue nido para mi familia y para mucha otra gente. Todo me sorprende siempre dentro de ese predio increíble, donde en otros tiempos se cobijaron la oscuridad y la infamia desatadas.
Allí muchas y muchos aprendimos sobre Madres y Abuelas, Hijos y Nietos y la cultura ocupó un lugar primordial.
Allí conocí a Verónica Parodi, esa muchacha muy bien acompañada que, mientras piensa y arma una programación artística, consigue un auto para quienes no podían acudir sin esa ayuda, acomoda sillas y muebles para dejar lista la casa. No dudo en decir que la mejor gente (conocida o no) pasó por los escenarios y parques del ECuNHi.
Familias completas con el mate listo, cantautores, músicos, artistas, poetas, susurradores, contadores de cuentos…
Las figuras a las que eligieron para homenajear de la mejor manera fueron, entre otras, María Elena Walsh, Hugo Midón y Gustavo Roldán.
Comprenderán los lectores que no tengo palabras para agradecer tanto, para contar las proezas de quienes apoyan trabajando a pulmón, enseñando, mostrando que es posible convertir el mundo en otra cosa. No voy a dar nombres porque tampoco me alcanzarían las líneas que debo llenar, pero gracias también a quienes de la manera más callada sostienen este monumento a la solidaridad, al arte y al deseo de mejorar el mundo con prepotencia de trabajo, como lo quiso Roberto Arlt.
Acercarse al ECuNHi es encontrar ya, un pedazo de mundo mejor. Así lo dijo Prevert: “Existe otro mundo y está en este”.
* Escritora de literatura infantil y madrina del Festival Literario Gustavo Roldán.