Hacer teatro para la niñez es un desafío que en Rosario tiene su tradición, y en Agustina Toia a una de sus artífices. Con producción de la compañía Kashimà y texto y dirección de Agustina Toia, El País del Ignorimio –con las actuaciones de María Victoria Franchi, Valeria Rico y Julia Rovere– conoce hoy su estreno, a las 16 en Cultural de Abajo (Entre Ríos 579).

“Esta obra tiene continuidad con Leer para Creer, porque vuelve el personaje mágico del detective, que es quien plasma estos mundos posibles, nuevos, para los niños. Es un personaje muy atento a los deseos de los niños, a sus necesidades. En Leer para Creer venía a proponer el mundo de la lectura, para que ellos se reencontraran con sus cuentos, con sus libros. En El País del Ignorimio, el mundo propuesto tiene que ver con el universo de la educación y la escuela, con la geometría y las matemáticas”, explica Agustina Toia a Rosario/12.

“La protagonista es Sofía y su nombre no es casual, ya que tiene que ver con la filosofía, con el ‘solo sé que no sé nada’ de Sócrates. Este detective la escucha mientras ella está en una pesadilla, por la prueba de geometría que tiene y porque no hizo la tarea. Y desea, por todo esto, no tener que ir nunca más a la escuela. El detective, que siempre anda merodeando por las habitaciones de las casas de los niños, la escucha y plasma este País del Ignorimio. Sofía ingresa en este mundo, donde aparecerán todos los personajes y protagonistas de su cotidiano, como la portera, el kioskero de su barrio, sus amigas, pero todo va a estar como corrido de lugar desde la forma física, porque serán más grotescos, transformados. Sus amigas no la van a reconocer, la directora de la escuela aparece como la reina de la geometría. Cuando Sofía se pone el guardapolvo, ya no es blanco sino multicolor. Todo se relaciona con el ámbito de la escuela y el vínculo entre los compañeros, así como el de la maestra con los alumnos. Un poco se cuestiona todo este mundo de la educación y la escuela, pero desde un lugar desde el cual también transformarlo”, prosigue Toia.

-¿Qué es lo que te motiva, al momento de hacer teatro para niños?

-Crear estos mundos. Porque a través de la ficción se puede cuestionar un poco la realidad, en este caso la de los niños, para acercarles en cada obra un pedazo del mundo de los adultos, por decirlo así, como es el caso de la filosofía, la matemática, la geometría, el arte abstracto, aquí inspirado en las obras de Mondrian y Kandinski. Pero sin subestimarlos, sino invitándolos a algo más profundo. Sofía va a aprender un montón de cosas, como el valor que tiene la palabra, la amistad con sus compañeras, en sus recreos dedicados a crear y jugar. A esto se los invita a los niños, y me entusiasma, porque ellos quedan muy atravesados por la propuesta, también por esta pluralidad de personajes. Son tres actrices pero muchos personajes, como el vendedor de palabras, el oráculo, la mensajera, el detective; cada una de las actrices hace tres o cuatro personajes diferentes, que es también lo que pasaba en Leer para Creer. Tiene que ver con esta magia continua de la transformación física y vocal que permite el teatro. Cada personaje tiene una locura y una energía diferentes. Eso atrapa mucho a los niños y es un sello de Kashimà. La obra tiene mucho ritmo, está un poco inspirada en los ritmos universales de Mondrian, en los ritmos universales de las cosas y en este caso también de las formas y los colores.

-¿Cómo se manifiesta la participación de los niños y las niñas en tus obras?

-Siempre participan, muy activamente. Acá, con Sofía, los niños se encuentran con que la tienen que ayudar, porque para que ella vuelva a la realidad y se rompa el encanto, va a tener que pasar por un montón de pruebas. Los personajes mágicos le irán dando piezas de geometría –un círculo, un triángulo, un rectángulo– y con eso ella irá armando este acertijo final, que es como una pintura de Miró. Cada cosa que aparece hace referencia a estos pintores, como el reloj de Dalí, que está derretido, tiene vida propia y manipula el tiempo.

Según Toia, la obra “es ideal para quienes están empezando la escuela primaria, porque se sienten identificados y quieren participar. Hacer teatro para niños es un desafío muy grande, no se les escapa una; también porque por su frescura y pureza no tienen esa cosa más formal, o formateada, que tienen los adultos”.

Con producción general de Kashimà, la ficha artística de El País del Ignorimio se completa con Laura Wulfson (asistente de dirección y producción), Sara Toia y Silvina La Calamita (vestuario), Severo Callaci (diseño de luces), Guillermo Haddad (objetos y escenografía), Adriano Di Mauro (arte gráfico), Camila Viale (técnica de luces y sonido).