Con una expectativa que parecía la pelea por el campeonato del mundo entre Karadagian y el Indio Comanche, la vicepresidenta Cristina Kirchner y el presidente Alberto Fernández coincidieron en una tribuna pública por primera vez en varios meses, durante los cuales creció el debate sobre las políticas de gobierno. El acto en Tecnópolis por el centenario de la creación de YPF fue el motivo. Y la historia de la petrolera nacional sirvió para que ambos dirigentes explicaran sus puntos de vista y se ubicaran como la contracara de los sectores conservadores que se opusieron a la creación de la empresa y del neoliberalismo que la privatizó y se opuso luego a su reestatización.
Los medios habían insistido en el choque de mundos que se aproximaba en Tecnópolis y revolearon especulaciones de todo tipo, pero finalmente, y como era de esperar, no hubo combate a muerte, sino reconocimiento del enemigo en común y diferencias en cómo encararlo.
A pesar de la tensión que había creado la expectativa, hubo alusiones personales con un trato de confianza entre la vicepresidenta y el presidente. Y los aplausos y la reacción del público, que podría haberse convertido en duelo de hinchadas, fue similar para ambos dirigentes. En la primera fila estaba el gabinete nacional, gobernadores y otros altos funcionarios.
La vicepresidenta recordó que Hipólito Yrigoyen había esperado tres años que le aprobaran la creación de YPF, pero que los conservadores se la rechazaban en el Congreso. “¿Entonces que hizo?” se preguntó. “La creó por decreto –se respondió--, un decreto presidencial para crear esta empresa”. “Por eso yo siempre te digo, Alberto, como te lo he dicho otras veces, que si tenés la lapicera, hay que usarla.”
En esa frase hubo un reclamo implícito a la modalidad presidencial de tratar de consensuar cada medida. “En ese momento dijeron de todo contra Yrigoyen –recordó--, pero ¿saben qué?, de los que se opusieron nadie se acuerda, en cambio ahora estamos aquí para homenajear a Yrigoyen por haber fundado la petrolera nacional”.
Alberto Fernández, quien habló después, valoró la forma en que el gobierno de Cristina Kirchner había recuperado YPF después de su privatización pero, más adelante, planteó que "el futuro se hace mirando adelante, aunque con la experiencia del pasado”. De alguna manera estaba diciendo que las condiciones nunca son iguales en el pasado y el presente.
En otro punto, Cristina Kirchner le pidió al presidente que al cerrar el contrato con Techint le planteara a la empresa que si va a ganar fortunas con la provisión de los caños para el gasoducto Néstor Kirchner, que al menos monte una planta en la Argentina y que no los traiga de Brasil. “Ya que va a ganar una fortuna, sería lógico que cree aquí fuente de trabajo y riqueza”.
En su discurso, Alberto Fernández aseguró que durante la visita que realizó junto con Axel Kicillof a Vaca Muerta, le había hecho ese planteo al Ceo de Techint, Paolo Rocca. En realidad, el planteo de Cristina Kirchner, sonó más como una condición para cerrar el contrato, mientras que en el caso de Alberto Fernández quedó como una mención en una conversación.
Con relación a la forma como había reaccionado Néstor Kirchner cuando se privatizó YPF durante el menemismo, Alberto Fernández señaló que se consideraba un continuador de las políticas de Néstor y Cristina Kirchner y comparó la total desinversión en YPF que hubo durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri con la decisión de su gobierno de priorizar obras e inversión en la petrolera estatal.
La vicepresidenta había insistido en que es imposible gobernar sin conflicto y que gobernar es “administrar las tensiones y hacerlo en favor de las grandes mayorías”. Recordó los titulares críticos de los medios hegemónicos cuando recuperó YPF, que advertían sobre una inminente “ola de expropiaciones”.
Esta referencia fue permanente en las dos exposiciones, en las que quedaba claro que era el mismo adversario: los conservadores que se habían opuesto a la creación de YPF, y los neoliberales que la privatizaron y después la desnacionalizaron. Obviamente, también los que cuestionaron a Cristina Kirchner cuando el Estado recuperó a YPF.
“Es muy malo para los argentinos –dijo en ese momento Mauricio Macri-- porque afecta los intereses presentes y futuros”. “No pude dormir ese día –dijo un Macri melodramático--, desvelado fui hasta el cuarto de Antonia y me angustié, la vi tan chiquita, tan vulnerable, ante el futuro negro que le espera”.
Un padre que ve a su hija tan vulnerable no la usa para hacer ese tipo de propaganda demagógica. El futuro negro que le esperaba a Antonia Macri, según la increíble demagogia que hizo Macri en esa sobreactuación, es el de un país con autoabastecimiento energético y exportador de gas. El gasoducto Néstor Kirchner, que se acaba de licitar aumentará un 25 por ciento la distribución y producción de gas en el país y lo sitúa en condiciones de convertirse en exportador hidrocarburífero.
Vaca Muerta, que es la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta reserva mundial de petróleo no convencional, comenzó a ser explotada en forma primigenia durante el gobierno de Cristina Kirchner, pero fue ignorada y abandonada durante el gobierno de Macri.
Más allá del debate interno en el Frente de Todos y el contrapunto entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández, resulta indudable que el acto por el centenario de Yacimientos Petrolíferos Fiscales fue elegido para este reencuentro con intencionalidad política. La reivindicación de YPF, les permitía a ambos dirigentes exponer sus diferencias sobre la base de una plataforma común: la recuperación de una empresa energética estatal.
La coincidencia en la reivindicación de YPF y la importancia de su papel en la economía del país como empresa estatal, les permitía plantear sus diferencias en el contexto de un acuerdo base. Ni el macrismo, ni Juntos por el Cambio hubieran hecho esa reivindicación. Aunque Cristina aclaró que el radicalismo había votado a favor en el Congreso en ese momento, es difícil que a esta altura estuviera dispuesto a reivindicarlo.
El acto se convirtió así en una vía institucional para acomodar el debate interno que se disparó en el Frente de Todos tras los resultados adversos en las elecciones de medio término. Lo que en un primer momento apareció como cuestionamientos caóticos principalmente a través de los medios --y explotados por los medios hegemónicos-- comienza a institucionalizarse a partir de este tipo de actos que los une frente a la oposición neoliberal.
No hubo en toda la exposición de Cristina ninguna referencia que pudiera tomarse como alusión a alguno de los miembros del gabinete. En el Chaco, había declarado que no se trataba de una disputa de poder ni de nombres, sino de un debate. Al encontrarse Cristina Kirchner y Alberto Fernández en el acto de ayer, esa puja interna tomó la forma de un debate en el contexto de sus acuerdos básicos.