El sueño de un grupo de montañistas argentinos, llegar a una de las cimas de la cadena montañosa más alta de la tierra, ya está en marcha. En una expedición federal, con representantes de San Juan, Martín Espejo; Jujuy, Sebastián Aldana y Matías Gómez; Buenos Aires, Diego González y Marta Marlía, y Salta, José Olivo, Miguel Olivo, José Muñoz Granados y Jaime Soriano, se encuentran en la última etapa de preparación.
Dos de los cuatro salteños, José Olivo y José Muñoz Granados (Jota, como todos lo llaman), comparten sus expectativas, motivaciones, sueños, temores y anhelos. Todo eso implica una expedición que durará 60 días, de los cuales 40 serán en las alturas del Himalaya.
Salteños en camino a Manaslu
Los cuatro oriundos de Salta, que serán parte del grupo de nueve expedicionarios, se conocen desde hace años gracias a la práctica del andinismo, frecuentando juntos diferentes geografías.
Según comentan, para todo montañista el Himalaya es un sueño que siempre está presente y representa el desafío próximo luego de hacer cima en el Aconcagua, algo que todos los integrantes realizaron en una o varias oportunidades.
“Se puede decir que el alpinismo nace en Chamonix, en los Alpes. Ahí la gente iba a buscar cristales y comenzaron a explorar las montañas. Los Alpes fue la cuna, y después, cuando iban conquistando las cumbres, no había nuevos desafíos. Entonces comenzaron a irse a Himalaya”, comenta José Olivo. Por su parte, su compañero Jota, agrega, “uno sube las montañas de Salta, sube el Aconcagua y fuera de esto, la más alta que queda es el Himalaya. Entonces una vez que hacés Aconcagua, si querés hacer algo más alto, hay que ir allá. El Himalaya para nosotros es como el mundial para un futbolista”.
José tiene 43 años. Abogado de profesión, también es guía de sitio en el municipio de San Lorenzo. Desde los 14 años comenzó a subir cerros con el Club de Amigos de la Montaña de Salta (CAM) como escuela, y día a día se plantea nuevos desafíos: “Toda la vida hice montañas, sobre todo mucho Andes, en Argentina, Chile, Bolivia, Perú y en Ecuador”.
Jota hace 15 años que se enamoró del montañismo, y a sus 36, sabe que la oportunidad de subir el Himalaya lo encuentra en óptimo momento.
Prepararse para el objetivo
Manaslu es una de las cimas que compone la cadena montañosa del Himalaya. Para llegar a superar los más de 8000 metros que plantea el desafío la preparación es intensa y no solo incluye la parte física: “Para prepararse hay tres cuestiones fundamentales: física, mental y espiritual. La cabeza tiene que estar muy preparada, porque vamos a estar 40 días en la montaña, mínimamente comunicados para un caso de emergencia o para mandar algún mensaje, nada más”, comenta José y agrega: “En la parte física, tenemos que hacer mucha montaña, permanecer en altura. Nosotros tenemos la ventaja de que en Salta hay montañas de 6000 metros y están relativamente cerca, entonces es ideal para entrenarse. Y por la parte espiritual, si bien es un camino bastante personal, a mí particularmente me llama la atención y quiero ver qué voy a encontrar allá”.
Jota aporta sus sensaciones al relato. “Creo que la cuarta parte es la económica, y entiendo que es importante porque por ahí te das cuenta que te estás estresando al no juntar la plata para la expedición, entonces te influye en toda la preparación”.
José Olivo no olvida mencionar la parte colectiva, importante en toda travesía de este tipo, “Como grupo también hay que prepararse. Lo bueno es que si bien somos de diferentes provincias, ya compartimos varias expediciones, nos conocemos, y hay cierta afinidad… pero bueno, no sé qué pasará estando 40 días juntos”, comenta entre risas.
En la otra parte del mundo: el Himalaya
La expedición lleva diferentes etapas. Desde la misma salida del terruño de cada expedicionario, pasando por distintos momentos ya en tierras asiáticas. Jota cuenta en este sentido: “Primero tenemos cuatro o cinco días para preparar todo, porque no te podés olvidar nada en Katmandú, que sería el lugar de llegada. Después empezamos una primera larga caminata hasta al campo base”.
“Generalmente lo que hace la gran mayoría es tomar un helicóptero que va de Katmandú hasta el campo base, que está a 4.800 metros. Nosotros lo que vamos a hacer, para ir aclimatando un poco y porque económicamente nos sale más barato, es un trekking de 7 días para empezar”, comenta José Olivo, a lo que su compañero agrega: “En esta caminata, mas allá de lo económico, lo espiritual dicen que es muy importante, porque en ese trekking el contraste es muy grande. Uno empieza a subir y ve toda la parte de hinduismo, y a medida que vas ganando altura, comienza la parte budista, tibetana. Entonces eso también te va metiendo en la cultura del lugar y en el objetivo”.
Una vez en el campo base, el grupo tomará unos días de descanso que más bien serán de aclimatamiento, tanto físico como mental. A partir de este momento comienza una espera que puede ser de entre 10 a 12 días, hasta que las condiciones climáticas acompañen la posibilidad del ascenso. “Nos tenemos que quedar esperando que nos den la orden de que se abrió una ventana de buen tiempo, y quizás tenemos solo tres días para tirar cumbre. Entonces cuando nos dicen que sí, tenemos que comenzar”, relata José Olivo.
Motivarse más allá de la cima
Hay quien podría pensar que para este grupo de andinistas subir a la cima es el único objetivo que persiguen. Sin embargo, existen diversas motivaciones que llevan al desafío de enfrentar la montaña. Así lo expresa José: “Es algo que hacemos desde siempre. Para nosotros es una forma de vida. La montaña te hace valorar lo más básico y sencillo de la vida, como tener agua o tener calor, o una comida caliente. Muchos nos preguntan ‘¿por qué vas a sufrir?’ Y nosotros no sufrimos, valoramos aún más las cosas sencillas, y el estar ahí en contacto con cada uno de los elementos fundamentales de la vida”.
En este sentido, Jota añade: “Sobre todo lo que me llama mucho de esta expedición, es el empezar a caminar desde abajo, conocer la cultura e ir recorriendo los distintos poblados. Después de cada expedición, y sobre todo de estas expediciones largas, uno vuelve distinto. Las tres veces que fui al Aconcagua, en una dejé una carrera, en otra dejé una relación, y en otra un laburo… ahora para ir a esta expedición estoy dejando el auto, lo vendí”, se ríe. Ocurre agrega, que “tenés mucho tiempo para charlar con vos mismo y conectarte con otras cosas, y por ahí tomás decisiones que están dando vuelta en la cabeza y ahí se te aclara todo”.
“También es importante remarcar que sentimos una similitud entre los Andes y el Himalaya, hay una conexión fuerte. Rituales como los de la Pachamama, el pedirle permiso antes de subir, algo que nosotros hacemos siempre en la base, allá en El Tíbet ellos tienen la Puja, que es exactamente lo mismo. Tienen una apacheta armada con sus banderitas de rezo. En definitiva, es una ceremonia casi igual, algo que, por ejemplo, no ves en los Alpes”, comenta el abogado y alpinista salteño. “Esto también lo remarcamos porque sirve para valorar nuestros Andes, que tienen una carga cultural muy grande. Nosotros, por ejemplo, subimos el Llullaillaco, y ahí estaban las momias perfectamente conservadas desde hace más de 500 años. Entonces ya los pueblos originarios subían y bajaban esas cumbres. Algo de todo eso está dando vueltas”.
La última vez que un salteño hizo cumbre en el Himalaya fue en 2008, por lo que las ganas, y también la necesidad de dar una nuevo espaldarazo a la actividad con esta expedición, forma parte de la motivación grupal.
“A los seis meses de haber empezado a hacer montañismo, me dijeron, ‘dedicate otra cosa’. Entonces, que un grupo de Salta vuelva al Himalaya también sirve para motivar a esa gente que, como me pasó a mí, por ahí arranca y no le va muy bien al principio en alguna actividad. La idea es volver y motivarlos a que sigan, que sean constantes, perseverantes”, comenta Jota. En tanto, su compañero de ruta, José Olivo, agrega: “Es una de las ideas que tenemos, que al regreso podamos transmitir la experiencia para fomentar la actividad”.
La expedición se encuentra en la recta final, y se pueden seguir los pasos previos, y por venir, en las redes sociales del grupo "Argentinos Himalaya". También, aquellos que quieran colaborar pueden hacerlo mediante la plataforma Cafecito, al de José Olivo o al de José Muñoz Granados (Jota).