Hace 25 años, un 4 de junio, la Universidad Nacional de Lanús abría sus puertas, con toda la fuerza reivindicatoria de derechos que se resistía a aquellos años de recortes presupuestarios y exclusión social. En épocas de un Estado acallado y diezmado por las leyes del mercado, el pueblo de Lanús vio nacer a su universidad pública en el seno de una era de hostilidad a toda política pública que garantizara la igualdad.
Ese día, la creación de la UNLa encarnó la justicia social por la que –también un 4 de junio, pero de 1946– el general Perón juró defender para convertir a la Argentina en una nación más igualitaria e inclusiva. Pensar en justicia social es entender al Estado como garante de derechos y articulador del tejido social sin excluir a nadie, otorgarles oportunidades a todas y todos en su más amplia diversidad y escuchar las demandas del pueblo. Y el acceso libre y gratuito a la educación está en el fundamento de una sociedad justa.
Por eso, quiero homenajear a la UNLa por ser una de las pioneras en la educación universitaria de excelencia en las localidades del conurbano, históricamente supeditas a la centralidad de la Ciudad de Buenos Aires. Desde hace 25 años, las familias de Lanús saben que sus hijas e hijos tienen el derecho a una formación de calidad, accesible e integrada, es decir, una universidad de puertas abiertas, sin elitismos, que asume un rol social protagónico dentro de su comunidad.
Las y los argentinos debemos retomar, cada día, nuestra reflexión sobre el valor simbólico y performativo de la universidad pública para la patria, y muy especialmente en épocas de crisis. Priorizar nuestro sistema educativo público, gratuito y de calidad debe ser el epicentro de nuestros esfuerzos, ya que significa diseñar un futuro en clave emancipatoria. De este modo, podemos ofrecerles a las generaciones más jóvenes posibilidades reales de desarrollo. Además, de este modo, podemos asegurarnos, como nación, una soberanía más fortalecida en un marco de equidad e inclusión social.
La educación pública es la puerta al pensamiento crítico, plural y diverso; no busca la homogeneidad entre las y los estudiantes, sino la singularidad de cada persona, pero inscripta en un proyecto colectivo y emancipatorio de la nación. La universidad pública es la posibilidad de investigar, dudar mil veces, meditar y reflexionar desde el proyecto personal, pero como parte de un pueblo, integrado al escenario global con identidad propia.
Solo podremos superar la crisis, desendeudarnos y desarrollarnos como nación si garantizamos el acceso igualitario al conocimiento para todas las juventudes, en su amplia diversidad y formas de expresión. Ese es un verdadero acto de soberanía, en lo simbólico y lo performativo. Es poner en acción nuestra independencia y la práctica de nuestra emancipación.
En tiempos en los que algunas voces elitistas aseguran que la educación es solo para quienes heredaron privilegios, la UNLa brilla y demuestra exactamente lo contrario. Quienes creemos en la justicia social y en la igualdad celebramos, una y otra vez, la apertura de más universidades nacionales, más inversión en educación y más apuesta a nuestra ciencia y tecnología para hacer oír nuestra voz en el mundo.
A pocos días de un nuevo aniversario de la gesta del general Perón, en la que logró suprimir los aranceles universitarios, reivindicamos la bandera de la movilidad social ascendente y recordamos que, a partir de su decisión política, las hijas e hijos del pueblo trabajador accedieron a la formación universitaria y se democratizó el conocimiento.
En honor a las y los trabajadores de los talleres del Ferrocarril Sur, cuyos descendientes hoy ingresan a las aulas de la UNLa, celebramos los 25 años de esta gran universidad pública y de excelencia, felicitamos a las autoridades representadas por su rectora, Ana Jaramillo, y a todo el pueblo lanusense. Por eso, a quienes defienden el privilegio de las minorías, les respondemos con más políticas públicas de inclusión y defendemos con más firmeza la equidad para nuestro pueblo. Y a quienes temen caer si no es una institución privada y excluyente, les decimos: ¡viva la universidad pública!
* Intendente de Esteban Echeverría.