Rusia volvió a bombardear a Kiev y sus alrededores en el primer ataque sobre la capital ucraniana en más de un mes, coincidiendo con la amenaza del presidente ruso, Vladimir Putin, de que golpeará nuevos objetivos si los países occidentales entregan misiles de largo alcance a Ucrania. La declaración de Putin se produce después de que Estados Unidos anunciara la semana pasada que proporcionará a Ucrania a sus lanzacohetes múltiples Himars, que según expertos militares es levemente superior al de los sistemas análogos rusos, lo que permitiría a Ucrania atacar la artillería enemiga sin poder ser atacada por esta.
Kiev no era objeto de ataques desde el 28 de abril, cuando el secretario general de la ONU, António Guterres, se encontraba en la capital para reunirse con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. En torno a las seis de la mañana locales, las Fuerzas Armadas de Rusia lanzaron cinco misiles de crucero X-22 desde el mar Caspio en dirección a Kiev, según el Estado Mayor General ucraniano. Uno de los misiles, lanzados desde bombarderos estratégicos Túpolev Tu-95, fue interceptado sobre el distrito de Obujov y el resto impactó en infraestructuras en el norte de la capital.
El ministerio de Defensa de Rusia aseguró haber destruido en las afueras de Kiev tanques T-72 y otros vehículos blindados suministrados por países del este de Europa a Ucrania que se encontraban en una planta ferroviaria de reparación de vagones. El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, dijo que hubo explosiones en los distritos de Darnitsia y Dnipro, por los que una persona fue hospitalizada.
Advertencia de Putin
Los ataques coinciden con la advertencia lanzada a Kiev y Occidente por el presidente Vladimir Putin en una entrevista con la televisión pública rusa. El jefe del Kremlin afirmó que las Fuerzas Armadas rusas atacarán objetivos que hasta ahora se habían librado si Occidente suministra a Ucrania misiles de largo alcance.
"Si llegan a suministrarlos, sacaremos las conclusiones apropiadas y usaremos nuestras armas, que no nos faltan, para atacar aquellos objetivos que hasta ahora no hemos golpeado", señaló Putin, quien hizo estas declaraciones después de que la Casa Blanca anunciara un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por un valor de 700 millones de dólares, que incluye lanzaderas múltiples de misiles HIMARS con un alcance de hasta 70 kilómetros.
Putin aseguró que la decisión tomada por Washington no cambiará fundamentalmente el equilibrio de poderes en el terreno, ya que las armas de Estados Unidos y otros países están destinadas a reponer el material bélico perdido por Ucrania durante las hostilidades. "No hay nada nuevo aquí. En primer lugar, estos sistemas de misiles de lanzamiento múltiple ya los tiene el Ejército ucraniano", afirmó el mandatario ruso, quien consideró que "todo ese alboroto en torno al suministro de armas adicionales (a Ucrania) persigue un sólo objetivo: prolongar al máximo el conflicto armado".
Continúa la batalla en Lugansk
Desde que se retiró del norte de Ucrania, Rusia ha atacado esporádicamente la capital así como otros lugares como Leópolis en el oeste, Chernigov en el norte, Sumy en el noreste y Jarkov en el este, pese a haber concentrado todos sus esfuerzos en el Donbass. Allí continuaba el domingo la lucha por Severodonetsk y la vecina Lisichansk, las últimas grandes ciudades bajo control ucraniano en la región de Lugansk.
En Severodonetsk los rusos controlan la parte oriental de la ciudad, señaló el Estado Mayor General. Después de ocupar el 70 por ciento de la urbe, las tropas ucranianas han recuperado "en dos días" un 20 por ciento del territorio y ahora la ciudad vuelve a estar "dividida en dos" en lo que es una auténtica guerra de desgaste, dijo el gobernador de la región, Serguei Gaidai.
Según el mando militar de Ucrania, las unidades rusas se centran en envolver a las tropas ucranianas no solo en la zona de esta ciudad y en Lisichansk, sino que también intentan bloquear sus principales rutas logísticas. Para ello intentan cortar la ruta entre Bajmut, en la región de Donetsk, y Lisichansk.
Oposición turca ante Suecia y Finlandia
Rusia sostuvo desde el comienzo de la invasión a Ucrania, que ya superó los cien días, que uno de sus objetivos era disuadir a Kiev de ingresar a la OTAN. Sin embargo, la guerra movilizó a países como Finlandia y Suecia a postularse para ingresar a la alianza atlántica, pese a haber mantenido una posición de no alineamiento, aunque choca por ahora con la oposición de Turquía.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reiteró este domingo que no admitirá la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN hasta que no esté completamente convencido de que ambos países cortaron vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización declarada terrorista por Ankara. "Hasta que nuestras expectativas no queden satisfechas, seguiremos sin cambiar nuestra postura sobre la expansión de la OTAN", dijo Erdogan durante una reunión de su Partido Justicia y Desarrollo.
Estambul será la sede "en los próximos días" de una reunión entre Rusia, Ucrania y la ONU para intentar desbloquear la exportación de cereales ucranianos a través de los puertos del mar Negro, sometidos al bloqueo naval de Rusia, según el canal CNN Türk. Turquía es un actor fundamental para la salida de los cereales ucranianos porque la ruta necesaria para la salida de los barcos es a través del río Bósforo, que une el mar Negro en Asia con el mar de Mármara en Europa.