Los amigos perdidos hace poco
pesan al alma como ajados pergaminos
y a veces te ensombrecen el camino.
Los amigos perdidos hace poco…

Ellos son como marcas del destino:
una dura enseñanza de la historia
y el cariño que atrapa la memoria
y da signficados a tu sino.

Pero sus vidas no han pasado en vano.
Fueron la fragua, el centro, la simiente,
Y siguen palpitando, suavemente.

Latiendo en el costado, intermitente,
como si te llevaran de la mano
a un horizonte que está más cercano.

Horacio González

Ya tiene bibliotecario el cielo,
los ficheros cuidados uno a uno
y la entereza que ninguno
como él, acompaña con su celo.

Tiene también conciencia su desvelo:
hacer de lo social una argamasa
y sentir que la historia es una brasa
que no se apaga ni se rinde en vuelo.

Su madre, que venía de la tierra
de Leopardi, le inspiró la poesía,
y las guerras de España, el anarquismo.

Pero él siempre podía ser él mismo:
un andante lúcido en el mundo
un caballero del saber profundo.

José Pablo Feinmann

Los altos laberintos de la historia
lo tentaban con docta algarabía.
Y él contestaba con filosofía,
no menos docta ni menos ilusoria.

Desechaba los dones de la gloria,
estudiaba detalles noche y día
y armaba en su cabeza la porfía
de dar otro sentido a nuestra noria.

Pero como un recodo del camino,
lo esperaba la muerte tan temprano
a la vera de su sueño argentino.

Y nos dejó de pronto sin hermano,
más huérfanos y pobres, más lejanos
del saber que alumbraba su destino.

Jorge Coscia

Fantasioso, vivaz, irreverente,
las imágenes brotaban de sus ojos.
Y él agregaba los claveles rojos
para dar testimonio del presente.

Amaba el arte, pero más la gente.
Y no se sometía a lo vencido.
La vida es poca cosa si se ha ido
y el verso del ausente sigue ausente.

Pero también el cielo tiene su lectura,
la hoja que nos espera, la escritura,
que supo pensar Dios, el inclemente.

Como el amor, el fantasma, la locura,
llegan sin advertirlo, no de frente.
Y te arrebatan. Silenciosamente.