Pasaron siete años de la primera marcha bajo la consigna Ni Una Menos. Quizás piensen que desde ese entonces no cambiaron mucho las cosas: en contra de lo que se buscaba con estas protestas masivas, los asesinatos hacia las mujeres y disidencias continuaron. Los números duelen. A siete años del #3J, casi una persona por día es asesinada por la violencia machista en Argentina. Desde que se hizo la primera marcha hubo 300 femicidios por año. Los reclamos se mantienen y se suman nuevos: desde junio de 2015 hasta mayo de 2022, 2041 mujeres, mujeres trans y travestis fueron asesinadxs. Estos son datos que releva el observatorio La casa del encuentro, ya que todavía no tenemos números que provengan de una fuente oficial. Según este informe, se registraron 1990 femicidios, 51 transfemicidios o travesticidios y 191 femicidios vinculados de varones. Es decir, las cifras demuestran que la violencia hacia las mujeres, disidencias y personas del colectivo LGBTIQ+ se mantienen altas a pesar del crecimiento de las movilizaciones feministas y también de los nuevos derechos para mejorar las condiciones laborales y los roles dentro de la sociedad.

El movimiento feminista y los encuentros de mujeres vienen ganando la calle desde hace rato: las mujeres se movilizan hace décadas. Lo que sí representó un antes y después en aquel 2015 fue que muchas mujeres que no necesariamente eran militantes dijeron basta y se unieron en todos estos colectivos junto con las nuevas generaciones. El lema que era y sigue siendo convocante "Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos" interpeló mucho. La marcha del 2015 que originó esta frase es hoy ya un emblema porque la respuesta ocurrió como una tormenta: inundó las redes sociales, las conversaciones, los espacios de los medios. Fue un estallido. La gota que rebalsó todo fue el horror por el femicidio de Chiara. Me parece importante hacer pequeños actos de memoria para que no olvidemos nunca que lo que hoy es algo consolidado como movimiento en realidad fue la expresión de impotencia frente a las pérdidas concretas de personas con nombre y apellido, que tenían, en su mayoría, toda la vida por delante y que en muchos casos experimentaron muertes evitables.

Chiara Páez era una niña de Rufino. Fue encontrada sin vida el 10 de mayo de 2015. Tenía 14 años y estaba embarazada de dos meses. Su novio, Manuel Mansilla, la asesinó a golpes durante una discusión la noche anterior aparentemente porque Chiara no quería realizarse un aborto. Su desaparición el 9 de mayo había revolucionado a la ciudad de Rufino y sus habitantes salieron a buscarla incansablemente. El cuerpo fue encontrado enterrado en la casa de los abuelos de Mansilla, luego de que este confesara el crimen.

Recuerdo ese caso y aquella marcha como si fuera ayer. Era otra Argentina, otros gobernantes. Se sentía el cambio, algo estaba sucediendo y los medios hegemónicos replicaban lo que circulaba en las redes sociales. Ese año yo participaba del Bailando por un sueño y unos días antes de la movilización me tocaba bailar. Hice un cartel con la frase Ni Una Menos y con tempera roja, mis hijes y yo pusimos nuestras manos. Me parecía muy importante que en un programa tan popular y con audiencia se pudiera llevar un mensaje como este. Sabía que no tenía nada que ver con la temática del show, y por ese motivo no le dije nada a la producción. Al terminar mi baile, mi coach me alcanzó el cartel y lo abrí en vivo ante la cara de sorpresa de Marcelo Tinelli y toda su producción. Yo creo, por las expresiones de sus semblantes, que no les gustó nada esa acción. A mí pareció un momento de inflexión en mi vida, llevar esta convocatoria a un programa que empezaba a ser cuestionado por la conducta que había mantenido durante años y que todxs naturalizábamos. En ese momento comprendí que esta lucha era colectiva, entre todes.

Ese 3 de junio del 2015 nos permitió despertar como sociedad para reclamar justicia, para denunciar lo que debía ser denunciado: la otra cara de la violencia machista es la discriminación histórica de las mujeres en la sociedad. Fue importante la creación del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, pero también es necesario que se apliquen en todo el territorio nacional sus programas y es clave también que a esta altura tengamos estadísticas oficiales desde el Ministerio, ya que aún no llegan. Esta información es la base para generar políticas públicas. Por ahora, los números no son oficiales y sabemos que son más altos. Hasta que eso no suceda solo seremos un grito colectivo en la oscuridad.