A Boris Johnson le llegó la hora de la verdad. El abucheo el viernes a su llegada a la catedral de Saint Paul por el jubileo de la reina Isabel II fue la gota que colmó la paciencia de su propia bancada parlamentaria luego de los colosales desaguisados del Party Gate que dejaron muy mal parados al primer ministro, al Partido Conservador y hasta a la Scotland Yard.
El jefe de los diputados conservadores, Graham Brady, recibió al menos 54 cartas de legisladores manifestándole que desean la renuncia del primer ministro. En el reglamento interno cuando un 15% de la bancada da ese paso se somete el futuro del líder al frente del partido (y por ende, del ejecutivo) a votación de todos los diputados conservadores. Esta noche – entre las 18 y 20 hora británica – el resultado de esta votación mostrará si Johnson tiene los días contados, si sobrevive con cierta dignidad o si se arrastrará como un pato más que rengo durante las próximas semanas y quizás meses.
El interminable escándalo del Party Gate
El Partygate, que comenzó con revelaciones periodísticas hace seis meses, ha golpeado duramente al primer ministro y a los conservadores en las encuestas y en las recientes elecciones municipales. El intento de cerrar el caso con el veredicto de la Scotland Yard sobre 15 de las fiestas investigadas – se calcula a nivel periodístico que hubo más de 100 durante los distintos períodos de confinamiento - resultó un boomerang que dejó más groggy aún al gobierno. La policía metropolitana solo multó a Johnson con 50 libras por una reunión: unos días más tarde se publicó una foto del primer ministro brindando alegremente en otra de las fiestas. La credibilidad de la policía metropolitana cayó en picada y hay un pedido de investigación parlamentaria de su conducta.
El nuevo pedido de disculpas de Johnson a la Cámara de los Comunes el mes pasado no convenció a nadie: un comité parlamentario lo está investigando para determinar si mintió deliberadamente a la Cámara cuando negó haber participado en eventos en Downing Street que violaran las reglas del confinamiento.
Varios diputados que ocupan importantes posiciones en el gobierno han respaldado al primer ministro. No les queda otra si quieren conservar su puesto. En caso de no hacerlo, bajo el principio de la responsabilidad colectiva, les correspondería renunciar. El problema para el primer ministro son los diputados que no forman parte del gobierno.
Uno de los ejemplos más impactantes de la falta de apoyo de Johnson en ciertos sectores del partido parlamentario es la crítica de uno de sus más leales aliados, el ex secretario del Tesoro, Jesse Norman. El diputado criticó la conducta de Johnson en el Partygate y le añadió otras políticas “profundamente erróneas” como la que se seguía con el protocolo de Irlanda del Norte en relación al Brexit, la de envío de refugiados a Ruanda o la privatización del Canal 4. Norman señaló que no volvería a formar parte de su gobierno bajo ninguna circunstancia.
¿Cómo es la votación sobre el futuro de Boris Johnson?
En el jardín de los senderos que se bifurcan de Johnson la primera posibilidad es que logre el respaldo de más del 50% de los 359 diputados que tienen los conservadores. En ese caso, el primer ministro sobreviviría "técnicamente". El reglamente interno dice que habrá que esperar 12 meses para volver a votar sobre el tema, pero políticamente mucho dependerá del apoyo total que obtenga en la votación. Si Johnson tiene una victoria holgada puede respirar un poco hasta la próxima crisis (que el comité parlamentario decida que mintió deliberadamente a la cámara, por ejemplo). Pero si gana por poco más que el 50% su situación será políticamente muy difícil de sostener.
La otra posibilidad es que más del 50% de los diputados decidan que Johnson debe irse. En este caso habrá una elección del nuevo líder del partido conservador que se desarrollará en dos etapas. En la primera se presentan candidatos para reemplazar a Johnson: los diputados votan en sucesivas rondas hasta quedarse con dos candidatos. La decisión final se concreta en la segunda etapa en la que el Partido Conservador en su conjunto – y no solo sus legisladores – vota quién será su líder y nuevo primer ministro.
Todo dependerá de lo que ocurra esta noche.