Andaba Nadia Szachniuk, excelsa cantora salteña, tras las huellas de su comprovinciano Eduardo Falú. Y tanto insistió en la senda que finalmente encontró la síntesis: abordar la obra del maestro salteño mechada con la de su sobrino, el tucumano Juan Falú. Así nació Falú, nombre del flamante disco que ambos (Nadia y Juan, claro) presentarán el miércoles 8 de junio a la 19 en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151). “Se van a encontrar con dos compositores y dos intérpretes conversando musicalmente, libres y respetuosos”, promete Falú, y se mete luego de lleno en los orígenes del trabajo: “Cuando Nadia me compartió su idea, le acerqué un compilado de canciones propias para iniciar una selección de temas en función de las identificaciones con los mismos, de sus contenidos o del simple placer por abordarlas”, señala el sobrino de Eduardo, al respecto de las piezas abordadas por el dúo.
Entre ellas se entremezclan, a manera de péndulo entre pasado y presente, “El rienda suelta”, “Oro verde” o “Milonga del alucinado”, de Falú tío, con “Zamba del arribeño”, “Cantorcita” o “Gato panza arriba”, de Falú sobrino. “En lo personal, la idea de hacer convivir estas obras es encarada desde el enorme respeto que me inspira Eduardo a quién, más allá del parentesco, considero uno de los creadores y artistas más importantes de la historia musical argentina”, se explaya el guitarrista, cantante y compositor tucumano. “Sus obras representan mi cuna, mi aprendizaje, mi memoria musical y una referencia estética insoslayable, y lo mismo me ocurre con su obra guitarrística, que en este caso no fue abordada”.
-¿Cómo se involucra Nadia en esta historia, más allá de haber planteado la idea original?
Juan Falú: -Con ganas, con placer y con convicción. Y con el arraigo salteño, claro, que la acerca orgullosamente a Eduardo y, en cierto modo, también nos identifica, porque yo llevo a Salta conmigo desde la raíz de mi padre, hermano mayor de Eduardo. Llevamos la vecindad salteño-tucumana, con toda su historia y condimentos, a cuestas y con un sentido realmente lúdico.
-¿Nadia?
Nadia Szachniuk: -Es inevitable para mí sentir que en el apellido Falú hay un legado que nos pertenece como argentinas y argentinos. Soy parte de una tercera generación entre estos dos enormes artistas, y del cassette al mp3, ambos estuvieron y están muy presentes en mi memoria musical… Eduardo, en canciones que nunca faltaron en mis primeras guitarreadas familiares, corales o adolescentes; y Juan, con mucha más fuerza a partir de mis primeros años como estudiante en Buenos Aires (donde la cantante vive hace veinte años) hasta hoy.
Grabado a mediados de diciembre de 2021 en Tecnópolis, bajo el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación, Falú cuenta también con las participaciones de Natalia Perelman y Luciano Jacobo Stipanovic en la maravillosa versión de “Las golondrinas” -entre las dieciséis que pueblan el disco- de Falú-Dávalos. “Reunir la obra de Juan y Eduardo en un disco de la mano de Juan, en mi imaginario es como reunirlos en un escenario por primera vez, y contar, con profundas y hermosas canciones, una parte de la historia de nuestra música, de nuestra cultura, de nuestra concepción del mundo”, se explaya Nadia. “En fin, hemos disfrutado con Juan de lo espontáneo y de lo ilustrado en una conversación dinámica y viva”.
Juan y Nadia entraron en contacto durante las agitadas jornadas militantes que pugnaron por el Instituto Nacional de la Música. En el plano estrictamente artístico, en tanto, el vínculo fue a través de la participación del guitarrista en el disco que Nadia grabó año atrás junto a la cantora Eva Sola: Vidala. “La verdad es que conversamos musicalmente con Nadia. Son diálogos entre su canto y mi guitarra, siempre dispuestos a dejarnos sorprender por la espontaneidad de las versiones. Eso fue precisamente lo que ocurrió en este trabajo, que no contiene arreglos sino versiones libres”, subraya Juan, mientras Nadia retoma la palabra. “Disfruto muchísimo ésta forma de encontrarnos en la sorpresa porque hemos seleccionado casi todas obras clásicas de ambos Falú, que están muy versionadas por grandes intérpretes”.
-¿Cuál sería la particularidad que caracteriza a las versiones del dúo, tratándose precisamente de un repertorio en cierto casos tan transitado?
N.S.: -El desafío de sentirlas vivas y de poder decir alguna verdad propia sobre cada una. En este sentido, las abordamos con la espontaneidad y la picardía que Juan domina con maestría y estilo propio, sin perder nunca la conexión con la raíz. Entre esta convergencia de estéticas y disfrutes, y los años que nos unen en compartires con él, hacemos éste disco con muchísimo cariño y certidumbre.
-¿Alguna preferencia personal entre las piezas abordadas?
N.S.: -¡Todas! De hecho, no fue nada sencillo elegir qué obras formarían parte de este trabajo e incluso quedaron afuera algunas que merecían los primeros puestos. Pero nos dimos el gusto de grabar un disco de dieciséis canciones (ocho de cada compositor), que para el mercado actual es una antigüedad o una rebeldía absurda.
-¿Cómo fue el recorte respecto de un repertorio tan vasto?
N.S.: -Cada una de las obras que elegimos tiene alguna historia que me emociona en lo personal y, por supuesto, a Juan también. Creo que al final es un disco con canciones de amor. Y no solo románticas, género que Eduardo desarrolló al máximo, claro, sino de amor entre amigos, amor a la patria, amor al paisaje, amor al vino, amor a nuestra cultura… amores todos que comparto profundamente.