Las comparaciones carecen de sentido casi siempre y más en contextos de producción tan diversos, pero si se pudiera jugar por un rato a las referencias sería ineludible la similitud entre la creadora de Fleabag, Phoebe Waller-Bridge, y la joven Dana Crosa, directora de la serie Esto no es un hotel que se estrenó en UN3TV. Como la consagrada británica, la joven oriunda del sur del conurbano bonaerense se luce en el triple rol de autora, directora e intérprete de una saga irreverente, fresca, de capítulos cortos y mensaje potente. Y aunque a esta última le cause gracia un paralelismo que considera le queda grande, acaba de ganar un premio internacional de la cadena AMC como Mejor Creadora Femenina y de participar con su producción en el mítico Festival de Cannes.
“Por ahí (la comparación) es verdad en lo que refiere a no esperar a que te llamen, a agarrar y ponerte a hacer algo por la tuya a ver qué pasa”, concede Crosa sobre el proyecto que primero empezó como obra de teatro y que pronto mutó a formato audiovisual. Cuando tuvo más o menos un guión, se lo mostró a quien luego se convirtiría en su co-director, Andrés Proaño Mattioli, y a las productoras UN3TV, Lx Beba, Hacelo Posta y Pororoca Films, que se animaron a bancar la ficción de ocho episodios de poco más de 10 minutos que muestran un momento en la vida de Juana (Crosa) y su mamá Julia (Mara Bestelli).
Hicieron bien: estrenada a lo grande en la competencia oficial del Canneseries, en Francia, la serie que versa sobre el (poli)amor, los vínculos, la soledad y el paso del tiempo ya cosechó importantes premios y nominaciones en diversos países. La última, en los galardones Die Seriale que se entregarán en junio en Alemania. “Creo que lo que tiene es que habla de una historia universal. Hay cosas de nuestra idiosincrasia pero después muestra el cruce de paradigmas y mandatos de dos generaciones que están igual de perdidas en torno a los vínculos”, resume Crosa, también talentosísima actriz que en la ficción hospeda a su madre recién separada mientras su propio vínculo también tambalea.
--En la serie hay una especie de inversión en los roles porque la hija termina cuidando a la madre después de una ruptura. ¿Cómo surgió eso?
--Me pasó que en 2018 cuando empecé a escribir estaba en una relación abierta y mi mamá también estaba saliendo con alguien y nos juntábamos a charlar y nos dábamos cuenta de que no estaban funcionando las cosas para ninguna de las dos. Me pareció interesante esa cruza porque todo indica que tu mamá es la que te va a enseñar y ahí estábamos ambas, y también nuestras respectivas amigas, con los mismos quilombos y confusiones. Me di cuenta de que ahí había algo para contar, así que empecé a pensar cómo hacer convivir en una ficción esos dos mundos y surgió justamente una convivencia en una casa. Por eso la madre aparece en una situación de vulnerabilidad y busca refugio en lo de su hija.
--Algo interesante es que, rondando los treinta, en la serie te cuestionas si el poliamor que practica tu personaje en realidad no es otra imposición como la monogamia que practica la madre…
--Es que nuestra generación llegó a la conclusión de que la monogamia es una cagada y que hay que hacer otra cosa. Okey, es otra alternativa, de acuerdo, pero en un punto se presenta como un mandato también, ¿o no? ¿Estamos seguros de que el otro quiere? ¿Abrir un vínculo es necesariamente coger con otras personas o puede ser también no tener la obligación de conocer a tus papás? Por suerte con la pandemia aflojamos muchísimo y la distancia con los otros nos sirvió para revisar qué nos quedó como saldo positivo de esas pruebas y qué queremos descartar.
--Venías haciendo más que nada teatro. ¿Por qué Esto no es un hotel no terminó siendo una obra?
--Porque cuando empecé a escribir me di cuenta de que no quería aportar ese tipo de teatro a la escena de ese momento. Se me ocurría algo muy naturalista y me encantan esas obras pero no era algo que quería hacer yo. Igual estuvo bueno porque el lenguaje audiovisual no lo tenía tan a mano y entonces hay una mezcla con la acción teatral que sí manejaba más. Pero me encantó laburar con lo audiovisual y ya tengo un Word donde anoto ideas que alguna vez querría hacer, ya sea la segunda temporada de esta serie u otra cosa.
--Con ésta participaron del festival de series de Cannes y ya tuvieron varias nominaciones internacionales. ¿Qué cree que tiene para ofrecerle la juventud latinoamericana, argentina, conurbana a la ficción mundial?
--Esa irreverencia de querer hacer algo y hacerlo. Obviamente no es tan fácil como suena y se necesitan recursos, pero tanto nosotros como los chicos de otra serie argentina que estuvo participando también en Cannes habíamos tenido esa irreverencia de decir “yo confío en esta historia y no sé si me la va a comprar un canal pero la tengo que hacer igual”. Siento que hay algo ahí que funciona, porque de hecho la gente las re disfrutó. Y eso que la nuestra es de muy bajo presupuesto y que competíamos con otras que eran incluso coproducidas con Netflix. Pero re funcionó.
--¿En un público amplio?
--La verdad que sí. Obvio tiene mucho público joven, que me encanta porque me cuentan que estaban hartos de ver series de dramas adolescentes y necesitaban una de treintañeros que no llegan a fin de mes y tienen problemas con sus parejas. Pero también la ven muchas madres, sobre todo, que empatizan con el personaje de la madre y hasta lloran en algún capítulo. Eso es hermoso. Yo flasheo mucho pensando en que algo que escribí yo pueda generar tanta identificación.