Hoy a las 20 horas, en la inauguración de la Feria Librera de El Cebil, El Guadal Editora presenta una nueva obra: 4/20. Ciudad, género y violencia en la literatura catamarqueña (2000 – 2020), de José Luis Astrada.
La presentación estará a cargo de Laura García y Alexis Jerez, en tanto que la cantante Yolanda Véliz cerrará el encuentro.
4/20, de José Luis Astrada, es un acontecimiento, es una obra que explora y funda un mojón en el campo de la crítica literaria contemporánea catamarqueña. El trabajo consta de cuatro ensayos dedicados a los modos de concebir 4 temas: la ciudad, la mujer, las diversidades sexuales y la violencia. El corpus con el que trabaja comprende los últimos veinte años, un total de veinticuatro obras de narrativa, novelas y cuentos, pertenecientes a María del Rosario Andrada, C. Cabrera, Fernando Cabrera, Clarisa Cruz, Fernando J. Franceschi, Grupo Los Innombrables, Rodrigo Morales, César Noriega, Rodrigo L. Ovejero, Jorge Paolantonio, Omar Quijano, Celia Sarquís, Luis Alberto Taborda, César Augusto Vera Ance y Juan Gabriel Vera Córdoba.
La propuesta de Astrada es atractiva en varios sentidos, primero porque los análisis, comentarios, comparaciones y proyecciones son de lectura amena y atrapante, la escritura es dinámica y permite recorrer los tópicos a ritmo constante, pero también generan vértigo y suspenso, cuando no sorpresa, sospechas o indignación. Otra razón, es que reviste de gravedad al corpus que observa y por el cual se desplaza, y esta gravitación genera un poder atractivo, que invita a leer a los autores con los que trabaja. En este sentido es una obra promotora de la lectura.
La ciudad, la mujer, las diversidades sexuales y la violencia son los tópicos que analiza. Procede, por lo general, exponiendo dos puntos antagónicos extremos en las representaciones, para luego destacar algunos matices. Lejos de una pretensión de neutralidad en la escritura, hay una fuerza en su análisis y en el modo en que expresa lo que le place, y no duda en llamar la atención sobre aquello que le deja sabor a poco.
La ciudad oscila entre un monstruo absoluto que destruye, expulsa o es indiferente. Llama la atención que muchas de las ciudades sean la misma San Fernando del Valle de Catamarca, pero proyectadas en futuros próximos o en realidades paralelas donde las construcciones, escombros y basurales, no sólo son escenarios de acciones, sino que tienen un ritmo propio que moviliza a los personajes. Hay además en este ensayo de provincia una inversión del esquema fundacional de la Nación: civilización y barbarie, pues Astrada muestra como la literatura catamarqueña continúa exponiendo valores, ideas y prácticas positivas en la ruralidad, en el campo y en la montaña, mientras que la ciudad encarna lo negativo.
La mujer como tema literario ha sido retratada generalmente en relación a los hombres, ya sea que aparezca en escenarios coloniales, democráticos o futuristas, siempre está subordinada o emancipada de ellos. Pero lo más llamativo, como expone el autor, quizás sea que la mayoría de los personajes mujeres sean creaciones hechas por hombres, y escasas las ocasiones que rompe con arquetipos y estereotipos respecto a la femineidad. Las mujeres aparecen, en una abrumadora mayoría como seres manufacturados con palabras dichas por personajes masculinos, convirtiéndose así en seres poco posibles, poco vitales, incluso dentro de la realidad del texto.
Los personajes que encarnan las diversidades sexuales tendrán una progresiva aparición en la narrativa catamarqueña, desde personajes secundarios o anecdóticos, a ser el tema central de la trama, pero como destaca José Luis, impera el cliché del final trágico, de la discriminación y la destrucción de lo diverso, como si una persona disidente o diversa no pudiera tener una vida de plenitud o un final feliz en el universo narrativo. Sin embargo, en las creaciones literarias más próximas al 2020 la diversidad tendrá otro tratamiento, la idea de un cuidado y afirmación se hará cada vez más presente en las obras.
Al abordar los modos en que la violencia se encarna en los personajes literarios, muestra las relaciones asimétricas, las luchas de poder, la crueldad con las que se materializan acciones elucubradas o espontáneas. Los puntos más fuertes están en la clásica cuestión del origen del mal (social, circunstancial, individual, instintivo o histórico), y la interrogación que desplaza sutilmente a lo largo de todo el capítulo, pues el meollo de la literatura parece ser si la violencia se puede justificar o no, lo que, por otra parte, no implica aceptación de los actos violentos.
Al final los senderos se bifurcan, es un recambio de posta. Es un llamado para otros ensayistas, y es un descaso para él, para volver a retomar la lectura y análisis, para ampliar y corregir.
José da cuenta de un dominio de los textos, entrelaza lo local con lo global, y destaca y desmenuza las producciones cercanas temporal y espacialmente. En estos ensayos críticos, género escaso (o ausente) en la provincia, va abstrayendo figuras, escenas, personajes, acciones y dando un diagnóstico de la narrativa local. Pero también puede ser leído como un análisis socio político indirecto, porque el autor recupera ciudades, mujeres, diversidades y violencias que la literatura ha producido, probablemente haciéndose eco de los acontecimientos sociales.
Te puede interesar