La mañana del 8 de junio de 1972 el fotógrafo vietnamita Nick Ut se presentó como todos los días en el edificio Eden, donde estaban las oficinas de Associated Press en Saigón, y partió hacia el destino que le encomendaron para esa jornada: la aldea de Trang Bang, unos cuarenta kilómetros al noroeste de la ciudad, donde se anunciaba una inminente ofensiva del Vietcong. Ut iba solo con el chofer en una de las camionetas de AP (la guerra ya había entrado en su última fase y la mayoría de los corresponsales europeos la habían dado por definida cuando los norteamericanos comenzaron a evacuar su artillería pesada). Unos kilómetros antes de llegar a la aldea, Ut y el chofer se toparon en la ruta con un contingente de aldeanos que a pie, en carro o bicicleta abandonaban la zona. Un poco más allá, el viaje llegó a su fin: las tropas sudvietnamitas y los vehículos de prensa esperaban en medio de la ruta que la aviación bombardeara la aldea que se suponía ya ocupada por el Vietcong. Pocos minutos después tuvieron ante sus ojos un espectáculo familiar: el fogonazo de fósforo blanco preanunciando la llamarada de napalm. Sólo les llamó la atención que no se oyera, entre el estruendo, el sonido de las armas antiaéreas del Vietcong defendiéndose. Lo que sí oyeron, en cambio, cuando los aviones se perdían en la lejanía, fueron los gritos espeluznantes de un grupo de niños de la aldea que irrumpieron de la espesura al medio de la ruta. Una de las criaturas se había arrancado la ropa en llamas y trastabillaba desnuda, aullante y con los brazos abiertos, entre soldados que miraban para otro lado.
La nena se llamaba Kim Phuc, tenía nueve años y era hermana del chico de trece que se ve a la izquierda de la foto. Mientras Ut disparaba su cámara, entendió que era a ese hermano a quien gritaba la nena, y lo que decía era: ¡Nong qua, nong qua! (“¡Quema mucho, quema mucho!”). Ut y el chofer lograron detenerla y le echaron el agua de sus cantimploras en el cuerpo. Después la cargaron en la camioneta y arrancaron hacia el hospital de Cu Chi. Sabiendo que los médicos atendían a las víctimas de napalm de acuerdo a su gravedad (léase: sólo a los que tenían chances de sobrevivir), Ut mostró su credencial de AP, disparó un par de veces su cámara, dijo que volvería en unas horas a verificar el estado de la nena y siguió viaje al edificio Eden, en Saigón.
Las fotos se revelaron a las apuradas en el cuarto oscuro de AP, se enviaron como radiofotos a Tokio y de allí a Nueva York, donde se produjo una gresca importante entre los editores, que se negaban a dar un desnudo frontal. El legendario Horst Faas, llegado a Vietnam desde Argelia en 1962 y jefe de AP en Saigón, les gritó por el teléfono que aquello era material para Pulitzer si le hacían caso y mantenían el encuadre amplio de la foto, sin hacer close-up en la nena. Así fue como se publicó la foto, así dio la vuelta al mundo, así ganó el Pulitzer en 1973 (aunque erróneamente atribuida al fotógrafo norteamericano Nick Pat, cosa que se corregiría tres años después).
La imagen era tan estremecedora que el propio general Westmoreland, comandante militar de las tropas norteamericanas en Vietnam, debió salir a declarar que se trataba de “un incidente estrictamente doméstico”: las tropas sudvietnamitas creyeron que el Vietcong seguía en la aldea cuando bombardearon; ningún soldado norteamericano había participado en la operación. Para los yanquis se trataba de evitar a toda costa otro escándalo como el de My Lai (Westmoreland llegó al extremo de informar los nombres de la tripulación de la nave, perteneciente al escuadrón 518 de la Fuerza Aérea de Vietnam del Sur, con base en Bien Hoa). Aun así, la pequeña Kim Phuc se convirtió en un “símbolo nacional de la guerra” que el gobierno comunista vietnamita supo utilizar con eficacia en los años siguientes. Y no sólo para uso interno: en el décimo aniversario de aquella foto, la revista Stern ofreció pagar el proceso de cirugía reconstructiva de Kim Phuc en Alemania Occidental (un total de diecisiete transplantes) a cambio de una exclusiva. Y, a mediados de los ’80, la agencia Prensa Latina anunció que Kim Phuc estaba en Cuba estudiando farmacología, en un programa de intercambio estudiantil socialista.
Mientras tanto, Nick Ut había logrado subir a uno de los últimos helicópteros que dejaron Saigón en 1975, fue a parar a las Filipinas y después a un campamento de refugiados en la base marine de Pembleton, donde logró que Associated Press lo rescatara y lo contratara para su filial en Los Angeles. Antes de dejar Saigón, Ut había pasado un par de veces por la aldea de Trang Bang y así se había enterado de que, contra todo pronóstico Kim Phuc había sobrevivido y se recuperaba lentamente de sus heridas. Pero sólo volvió a verla en 1987, cuando el Los Angeles Times le propuso una reunión con Kim en Cuba, a quince años de la famosa foto. Poco más tarde, sonó el teléfono en medio de la noche en casa de Ut en Los Angeles: era Kim desde Canadá. Había pedido asilo político cuando el avión de Cubana en el que iba de vacaciones a Moscú paró a recargar combustible en suelo canadiense. Ut hizo los llamados pertinentes y logró que Kim Phuc pudiera quedarse a vivir en Ontario junto a su marido norvietnamita, Bui Hu Toan, a quien había conocido y con quien se había casado en La Habana.
Nick Ut volvió a Vietnam dos veces: en 1993 inauguró la corresponsalía en Hanoi de Associated Press y en 2002 estuvo en Trang Bang, donde sigue viviendo la familia de Kim Phuc, a sólo unos cientos de metros del bombardeo que destruyó la aldea en 1972. Mucho ha cambiado desde entonces en la zona: la ruta es más ancha, el templo Cao Dai es más alto, hay electricidad y agua corriente y hasta televisión satelital en el pueblo. Phan Thanh Tam, el hermano mayor de Kim Phuc que aparecía a su lado en la foto atiende un bar al aire libre en el preciso lugar de los hechos, a un costado de la ruta. Cada vez que le piden que pose junto a la famosa foto, que tiene enmarcada a su espalda, acepta con una sonrisa y ofrece el libro de visitas, donde figuran las firmas de los muchos periodistas que lo han entrevistado. Pero las ganancias que deja el bar son más bien exiguas: debió cancelar su línea telefónica y sólo se comunica con su hermana por carta.
En cuanto a Kim Phuc, en 1997 fue nombrada embajadora de Buena Voluntad de la Unesco, en 1999 se publicó un libro sobre ella (The Girl in the Picture, escrito por Denise Chong) y en 2002, luego de ser recibida por la reina de Inglaterra, creó la Fundación Kim para Huérfanos de Guerra, financiada con donaciones voluntarias, con sedes en Ontario y Chicago. Pero hasta el día de hoy no ha vuelto a su país natal: “Todavía no estoy lista, ni emocional ni financieramente”, declaró la última vez que fue requerida por la prensa, el 8 de junio de 2007, fecha en que se cumplían 35 años de aquella foto que simboliza como ninguna otra las atrocidades de Vietnam. Ironía de ironías: ese mismo día, Nick Ut logró por segunda vez en su vida que una foto suya ocupara la primera plana de los más importantes diarios norteamericanos. Era la imagen de otra chica que lloraba y gritaba histéricamente. Pero no se trataba de una imagen de guerra; ni siquiera de un evento trágico: era un primer plano de Paris Hilton, ingresando dentro de una limusina al Departamento de Justicia de Los Angeles, a cumplir su condena de 23 días de prisión.
* La versión original de esta nota fue publicada en Página/12 el 17 de abril de 2009.