Quienes nacieron en los 90’s tal vez recordarán con cariño a los Tamagotchis: las mascotas digitales que se mostraban en la pantalla de un dispositivo que cabía en la palma de la mano y que fueron un boom en esa época. En un momento en el que no era común tener computadoras en casa y la conexión a internet era lenta y por teléfono, los Tamagotchis proponían una pequeña pantalla interactiva donde les niñes vivían el desafío de cuidar a un animalito. El bicho necesitaba ser alimentado, que jueguen con él y que le den atención médica. Si lx usuario lo hacía, el tamagotchi crecía y evolucionaba. Por el contrario, si era desatendido, el personaje aparecía moribundo, con hambre, enfermo y cagado. Lo gracioso -o no- es que, para evitar eso, muchxs nenxs les daban a sus mamás sus tamagotchis para que ellas se los cuiden: o sea las mujeres sumaban una tarea más de cuidado a su cargo…¡cuidar al Tamagotchi!
Los años pasaron y la emoción por este juguetito se fue desinflando y terminó abandonado en el fondo de cajones juntando polvo. Los tamagotchis requerían demasiado compromiso y un cuidado constante y era tortuoso verlos agonizar continuamente, escuchar sus berrinches -hacían ruido-, y tener que jugar con ellos solo para que no murieran era más una obligación que un acto de placer. Con el auge de internet, tenían los días contados.
Sin embargo, parece que tendrán su revancha en el Metaverso, la distopía futurista con la que sueña Mark Zuckerberg para un futuro terroríficamente cercano, en la que todxs estaremos inmersos en un plano digital constante, viviendo en una fantasía de realidad virtual que funcionará como un escenario colectivo global. Catriona Cambell, una de las investigadoras británicas más consultadas en cuanto a Inteligencia Artificial, vaticinó en su último libro, Ai by Design: A Plan for Living With Artificial Intelligence, que dentro de no mucho el 20 por ciento de las parejas optará por tener bebés virtuales. “Los niños virtuales pueden parecer un gran salto desde donde estamos ahora, pero dentro de 50 años la tecnología habrá avanzado hasta tal punto que los bebés que existen en el metaverso no se diferenciarán de los del mundo real”, escribió.
“Esto conducirá al primer grupo demográfico completamente digital que, aunque un poco extraño a primera vista, de hecho representa lo que podría ser uno de los avances tecnológicos más importantes de la humanidad desde el advenimiento de la Edad del Bronce dado su impacto potencial en las poblaciones globales y el cambio social”, reflexionó Cambell. Para ella, los bebés digitales serán súper realistas, responderán a estímulos, crecerán en tiempo real y harán que la experiencia de mapaternar sea mucho más simple y agradable, porque la existiencia de estos bebés podría reprogramarse y activarse a demanda.
Hace unos meses compartimos en este suplemento una nota sobre las jóvenes que prefieren no reproducirse en vistas del desastre ecológico que nos está pisando los talones: distintos sondeos de Estados Unidos y Reino Unido sugieren que el inminente colapso climático se está extendiendo como motivo prioritario entre las personas con útero que desean no engendrar. Estos bebés virtuales, para Cambell, son una solución, ya que no implicarán el consumo de recursos escasos ni dejarán una huella ecológica. Serán 100% eco-friendly. Además, considera que tienen varias ventajas: son mucho más económicos y estarán sujetos a una suscripción mensual. Cuando un xadre-usuario se aburra de ellos, simplemente podrá darlos de baja. (Esperemos que el servicio de atención al cliente sea lo suficientemente bueno para que no haya que cargar con la presión de tener un bebé digital no deseado).
Bebés virtuales: eco friendlys y económicos
Estos bebés virtuales plantean varias preguntas, sobre todo considerando que vamos camino a un mundo cada vez más competitivo, hostil, degradado y precarizado, donde las empresas más poderosas ya apuestan por transformar a sus empleados en 100% robots, porque parece que los robots-humanos están un poco escandalosos con el temita de querer organizarse colectivamente y reclamar derechos, como tener tiempo para ir al baño, -como ocurre con Amazon, por ejemplo. Y las máquinas no reclaman obra social ni vacaciones.
¿Qué pasará cuando crezcan? ¿Serán todos iguales o formarán sus propias subjetividades? ¿Su crianza tendrá un límite, o su desarrollo se abonará como un servicio extra? ¿Se podrá detener su crecimiento en la edad que lxs xadres deseen? Si formarán una parte importante de la demografía del futuro, ¿eso significa que serán sujetos de derecho? ¿Se reconocerán como tales, una vez que sean adultos, si llegaran a serlo? ¿Se nos volverían en contra, como en una película de ciencia ficción? ¿O los habremos educado lo suficientemente bien para que sean eternamente nuestros serviles y complacientes empleados del mes? ¿Deberán ser educados, o ya nacerán con inteligencia programada? ¿Se desactivarán en caso de que sus cuidadorxs mueran? ¿Cualquiera podrá tener uno? ¿Qué pasa si son maltratados y descuidados, como pasaba con los Tamagotchi? ¿Habrá gente que los compre o los descargue para pegarles, por ejemplo? ¿Eso será algo legislable? ¿Sentirán dolor los bebés virtuales? ¿Llorarán, finalmente? ¿Nos dará culpa que sufran o, como pasa con millones de bebés reales, -como ocurre ahora en la zona de el Cuerno de África-, morirán a la vista de todos en las peores de las condiciones? ¿Por qué parece tan cautivante la idea de criar a sujetxs que no confronten y que podamos someter y hacer desaparecer cuando queramos, sin consecuencias? ¿O es eso lo que los gigantes de Sillicon Valley esperan que seamos nosotrxs en un futuro cercano?