Desarmar la música, volver a armarla, recrearla y hacerla mejor o nueva, como quien juega con las infinitas posibilidades sonoras de los instrumentos y de la voz humana, que reviste tal vez los ecos más ancestrales. Eso hacen Verónica Condomí y Matías Betti.
Él empuña el stick, invención de un luthier californiano en los años 70, que fusiona el bajo y la guitarra y puede tener entre 8 y 12 cuerdas. Ella, claro, es una de las cantoras y compositoras más notables del mapa popular argentino. Juntos, a las 21, pisarán las tablas de El Teatrino (ubicado en Anicento Latorre 1211) para presentar “Verdeado Dulzor” un material que, por la pandemia detuvo su gira y que, ahora sí, está listo para llegar a los oídos del público.
“Seguir viviendo sin tu amor” y “Los libros de la buena memoria”, de Luis Alberto Spinetta; “Como un cuento”, de Divididos; “El karma de vivir al sur”, de García; “Zona de promesas”, de Gustavo Cerati; la “Chacarera santiagueña”, recopilada por Andrés Chazarreta, y “Preguntitas sobre Dios”, de Atahualpa Yupanqui, son algunas de las 13 postas de este itinerario, de este diálogo que, por primera vez en Salta, se potenciará con la magia de un concierto en vivo.
Así, antes de subir a escena, los artistas brindaron detalles sobre el proyecto que los trae a la provincia, en el contexto de las Quintas Jornadas Musicales de Formación Instrumental y Vocal.
-¿Cómo se preparan para el show de esta noche?
Verónica: -Tenemos muchas ganas de tocar en Salta. Vamos por primera vez como dúo. Tenemos muchas ganas de compartir con los sikuris Yuyaichaski y la querida Mariana Baraj. Creo que va a ser una noche hermosa queremos que sea un momento hermoso
-Casi no presentaron este disco, ¿cómo viven el hecho de reconectarse con el público y de finalmente mostrar este material?
-El disco lo terminamos justo antes de la pandemia, lo que se nos cayó fue toda la gira de presentación en vivo que teníamos armada, para mostrarlo con conciertos por todo el país. Nos tuvimos que guardar. Recién ahora estamos retomando el hilo y pudiendo concretar actuaciones en vivo para mostrar este material que ya está calentito y listo para compartir.
-¿Con qué criterio seleccionaron las canciones que lo integran, cómo arribaron a la sonoridad de las versiones?
-Encontramos la posibilidad de combinarnos musicalmente, eligiendo este repertorio que nos ha tocado el corazón a los dos, a cada uno en particular. Y entonces elegimos este repertorio de autores argentinos de diferentes géneros. Hasta ahora, esa es la selección de nuestro primer trabajo juntos. Es lo que encontramos en esta fusión de Mati con su stick y yo con el bombo y la voz.
Matías: -También creo que, justamente por la instrumentación y porque los dos venimos de lugares diferentes, pero con muchas cosas en común, en este repertorio aparecen nuestros puntos de contacto. Es lo que tenemos en común en la música. Son temas que nos han marcado, lo que nos une y es lo que pudimos construir en base a lo que nos permitía o proponía la instrumentación que elegimos, tan particular. Creo que pasa un poco por ahí.
-¿Incorporarán al show canciones por fuera del disco, alguna de algún autor local?
Verónica: -Tenemos ganas, pero estuve en cama varios días. Eso restringió la posibilidad de terminar de ensayar todo lo que teníamos. Estamos preparando algo, pero no creo que lo mostremos porque por lo general nos tomamos el tiempo para todo lo que decidimos que ya está listo para compartir.
Sí va a haber otros temas que no están en el disco. Vamos a hacer otras cosas, pero en este caso no hicimos hincapié en mostrar específicamente algo de autores salteños. Estamos preparando, pero no creo que hoy sea el día para mostrarlo.
Por supuesto, yo canto cosas del Cuchi en otros proyectos también y, si me siento el piano o agarro la guitarra, están en mi ADN, pero me parece que -por respeto a este dúo y por nuestra manera de cocinar la música los condimentos y los tiempos del encuentro-, hoy no será el día porque no llegamos.
Matías: -No porque no querramos. Lo estamos preparando y le falta todavía un golpe de horno.
-En relación a los tiempos, a fin de año cumplen una década como dúo ¿qué cosas han mutado y cuáles se mantienen en la dupla?
Verónica: -En mi caso personal, encontré una libertad de expresión en algunas cuestiones técnicas. Por ejemplo, cambiando el micrófono de pie por uno de vincha. Otro para el bombo, que me permitiera la libertad de poder moverme para girar y mirarlo a Matías, sin tener que estar presa de un micrófono estático. Para mí, esa es una de las cosas fundamentales, encontrar maneras de sonar con más libertad para poder comunicarnos mejor en el escenario.
Matías: -También con los instrumentos que nos vamos acostumbrando a usar, en mi caso con el stick. Yo venía del rock, voy adoptando muchas cuestiones del folklore, adaptándolas al instrumento, que fue inventado en otro país y para otro tipo de música. A lo largo de los años hemos llegado a unas muy buenas versiones, que por ahí son más folklóricas o toman un poco del rock. Vero por momentos usa el bombo como si fuera una batería y eso creo que lo ha requerido el proyecto. Son cosas que el proyecto nos llevó a hacer y a crecer para llegar al día de hoy.
-Verónica, además de ser cantante sos maestra de canto y recorrés el país para rescatar el canto colectivo, ¿qué te llevo a asumir ese rol?
Verónica: -Fundamentalmente me dí cuenta de que hay recursos que yo tengo que puedo compartir con la gente. Y, en especial, porque considero que el canto para muchas personas no ha sido algo fácil de usar como herramienta expresiva. Sobre todo por cuestiones culturales y de educación: vos vas al coro, vos no, y cosas así.
Entonces hay mucha represión y mucha cosa guardada, muchos deseos ocultos que han impedido que el canto sea una cosa de transmisión natural, que alguien cante.
Hace muchos años, cuando empecé a darme cuenta de eso, comencé a imaginar una manera de trabajar que permitiera que cada persona tenga un encuentro individual con su propia voz, con su propio cuerpo, con su propia creatividad. Por eso organicé estos talleres. También en Salta mañana daré dos talleres. Apuntan a que cada uno pueda lograr ejecutar su propia creatividad. No les voy a enseñar canciones, no apunta a que armemos un coro sino a que cada uno a través de su propia creatividad, desde la improvisación, pueda armar un tejido vocal sonoro con otros, de una manera absolutamente natural y fluida.
Suena loco, pero apuesto a que va a suceder, porque es lo que vengo haciendo hace un montón de tiempo, y funciona. Tengo mucha fe, muchas ganas. A mí me retroalimenta muchísimo cantar con otros, me hace feliz. Por lo general mi maestra ciruela interior dirige la batuta, pero es para que todos podamos encontrarnos en el canto.
-Ese tejido del que hablás también sucede entre Matías y vos...
-Sí, yo creo que cada músico, música, músique que tiene guardadas cosas para compartir tiene esa posibilidad con otro. Entonces la música es realmente muy generosa y muy infinita. Por eso creo que cada unión da un resultado único.
Por ejemplo, canto con Liliana Vitale desde hace 45 años y no compite lo que yo hago con Lili con lo que yo puedo hacer con Mati, porque en la expresividad en la que podemos ahondar aparecen cosas nuevas.
Lo mismo con Ernesto Snajer, un guitarrista con el que tocamos juntos hace millones de años y eso va por otro canal. Lo mismo, cuando toco con el pianista Pablo Fraguela.
Creo que eso es lo groso que te da la música, te permite encontrar cosas propias para compartirlas con otros, que no compiten con otros proyectos. Esa es una de las grandes riquezas en este dúo con Mati, Por lo cual la dupla ha durado tantos años, sigue dándonos alegrías y continuamos encontrando cosas que estamos preparando para el futuro.
-Te referís a la riqueza entre los artistas ¿cuál es la riqueza que le da la música al público, a quien tal vez no sabe de música, pero va a escuchar?
-Creo que esa es una de las importantísimas tareas de los músicos populares, sobre todo en estas épocas en las que nos falta de todo, en las que sabemos que hay carencias de todo tipo. Me parece que el rol del músico popular, más allá del instrumento de la zona o del país que sea, es acompañar los procesos sociales que hacen que, desde la música y con la música, la esperanza se mantenga viva y que no decaiga. Esa me parece que es una tarea muy importante. Sea en el rubro musical que sea, no estoy encasillando. Digo música popular para ser más abarcativa.
Me parece que cuando uno entiende que esa es una de las tareas que le toca, es bárbaro. Porque ahí le genera una comunión con el público, ves las caras, las sonrisas, los aplausos, la alegría que se comparte. Es el momento donde la música te eleva, es así. Por eso uno quiere que le salga bien, para poder compartirlo con la gente.
Además, yo quiero que la gente se acuerde, o no se olvide, de que la voz es un regalo divino, no se presta, no se vende, no se regala ni se deja en herencia. O sea, que el paso por esta vida nos permita encontrar nuestra propia voz, porque se puede estar más feliz con eso también.