La anunciada compra de Twitter por parte de Elon Musk, que se daba por cerrada, está sufriendo una serie de complicaciones. Si la oferta por el paquete accionario ya parecía excesiva hace un mes, la sensación se profundizó con la caída en el valor de las empresas tecnológicas en general, que llevó al Nasdaq a estar un 20 por ciento debajo de cómo comenzó el año.
Por el otro lado, la SEC (Securities Exchange Comission), que ya había alertado al empresario por el uso de su poder mediático, está investigando los efectos de sus declaraciones y rectificaciones sobre el mercado bursátil.
Vale la pena hacer un repaso de cómo se fueron dando las cosas para entender en qué punto está la compra del 90,8 por ciento del paquete accionario de Twitter que aún no posee Musk, por el cual ofreció 44 mil millones de dólares.
La previa
El interés de Elon Musk por Twitter es conocido. Su uso de la red es provocador y tiene efectos rápidos sobre el mercado bursátil. Por otro lado, si bien Twitter, con menos de 400 millones de usuarios, no es la red más grande sí es muy influyente. Como explicó el especialista Ernesto Calvo en una nota reciente, "esa base de usuarios incluye a todos los actores políticos de peso y a todos los actores económicos de peso". Es decir que la red social funciona como una suerte de conferencia de prensa permanente.
Musk comenzó en enero de este año a comprar acciones de la red social de manera silenciosa. El 24 de marzo tuiteó que "la libertad de expresión es esencial para una democracia que funcione" y preguntó a sus seguidores si consideraban que Twitter la respetaba. El 4 de abril anunció que poseía el 9,2 por ciento de la red social, lo que provocó un aumento de las acciones de 39 a 49 dólares en un solo día. Musk recibió una invitación para sumarse al "board" (consejo) de la empresa, pero declinó la oferta porque eso le impediría comprar más del 14,9 por ciento de las acciones y le quitaría libertad para hablar públicamente de ella.
Fue entonces cuando pateó el tablero y el 14 de abril anunció sus intenciones de quedar como único dueño de la compañía, por 44.000 millones de dólares, pagando 54,2 dólares por acción, muy por encima del valor de entonces. Pese a las resistencias, el consejo no podía rechazar una oferta de esa magnitud sin riesgo de ser demandado por los accionistas. El 25 de abril, luego de idas y vueltas, el consejo aceptó públicamente la oferta. Musk esbozó algunos de los cambios que haría en Twitter y todo pareció encaminado.
¿Y ahora?
El pasado 11 de mayo, la SEC y la FTC (Federal Trade Comission) iniciaron investigaciones acerca de la compra. Dos días más tarde, Musk anunció por Twitter que la adquisición estaba en "pausa" hasta comprobar que menos del 5 por ciento de las cuentas activas de la red son bots, como asegura la empresa. La cuestión no es menor: la base de usuarios reales es el principal activo de la red. Tras el anuncio, las acciones de Twitter cayeron un 10 por ciento. Para empeorar las cosas, un accionista de la red social demandó a Musk por manipular el mercado.
A principios de junio venció el plazo de la FTC y el Departamento de Justicia para pedir más información sobre la compra. El siguiente paso era presentar la documentación necesaria para concretar la operación. Las acciones volvieron a subir ligeramente, pero siguieron (extrañamente) muy por debajo de los 54,20 prometidos por Musk, una señal de que el mercado desconfía de que la compra se concrete.
En general, las acciones de las empresas tecno vienen cayendo desde comienzos de año, con algunos puntos particularmente bajos como el de Meta (Facebook) o Netflix. Atrapada por el mismo ciclo general, las acciones de Tesla perdieron cerca de 400 mil millones de dólares, lo que dificulta su uso para financiar la compra. Musk luego aseguró tener otras fuentes de financiamiento.
Crisis de las tech
La oferta de Musk parece aún más excesiva que hace dos meses y todo indica que quiere renegociar o salir de la compra, pero eso le puede costar al menos una multa de mil millones de dólares y juicios por las pérdidas que provoque a Twitter la "desilusión" del mercado, que seguramente hará descender mucho la cotización de las acciones.
En ese sentido se puede interpretar la denuncia que Musk hizo el 6 de junio, acerca de que Twitter le ocultó información sobre el número real de bots de la red. El 9 de junio, la empresa prometió acceso total al flujo de tuits para que Musk pueda sacar sus propias conclusiones, pero la complejidad y el costo del análisis, argumentan sus asesores, son demasiado altos para realizarlos de manera rápida y efectiva. Mientras tanto, las acciones de Twitter siguen a 40,45 dólares, casi 14 dólares por debajo del precio establecido en la oferta original. Es decir, el mercado sigue desconfiando de las intenciones de Musk.
En resumen, si desde el inicio la oferta parecía más un impulso exagerado que un negocio o una movida política, la crisis de las tecnológicas profundizó esa sensación en un contexto en el que incluso la fortuna del hombre más rico del mundo se vio afectada. Desde el otro lado, no parece fácil que Twitter acepte el retiro de la oferta alegremente, porque en caso de fracasar, las acciones pueden caer en picada, muy por debajo de los 39 dólares que valían antes de este affaire. El final de la novela, una de las más caras del mundo, sigue siendo incierto.