La presentación del ex director del FBI James Comey ante la Comisión de Inteligencia del Senado de hoy es esperada con expectativa desde hace días en Estados Unidos, pero después de que ayer se revelara que éste dirá que el presidente Donald Trump le pidió que abandonara una investigación contra el ex asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, no hay dudas de que se tratará de una audiencia con revelaciones explosivas.
La Comisión de Inteligencia del Senado estadounidense difundió ayer una declaración escrita de Comey poco antes de su testimonio. “El presidente comenzó diciendo que Flynn no había hecho nada malo al hablar con los rusos, pero que debió despedirlo porque había engañado al vicepresidente. Agregué que yo tenía otras preocupaciones sobre Flynn. Y luego dijo ‘espero que usted pueda encontrar una forma de abandonar esto, de dejar a Flynn`”.
El ex director del FBI se refirió así sobre el encuentro mantenido el 14 de febrero en la Casa Blanca. Y lo describió como “muy preocupante, dado el rol del FBI como agencia de investigación independiente”. Esta aseveración contenida en el testimonio preparado por escrito parece confirmar los reportes de los medios sobre los diálogos de Comey con Trump.
El testimonio de Comey en Washington forma parte de una investigación para determinar si Trump lo presionó para que pusiera fin a las investigaciones sobre Flynn, una acusación que podría ser considerada como obstrucción de la justicia y complicar aún más al líder republicano en medio de las sospechas de que su equipo de campaña tuvo vínculos con Rusia.
Trump ha rechazado haberle pedido a Comey poner fin a la investigación sobre Flynn, uno de sus varios asesores cuyas relaciones con funcionarios rusos han levantado sospechas.
Comey se presentará ante la Comisión de Inteligencia del Senado a las 10 de la mañana local para una audiencia pública sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses, antes de hablar más tarde de forma privada con los senadores.
La Casa Blanca podría haber intentado bloquear el testimonio de Comey aduciendo un privilegio del ejecutivo, un precedente legal por el cual el presidente puede proteger sus conversaciones. Pero una portavoz afirmó que Trump no hará uso de su privilegio ejecutivo. “El poder del presidente para reivindicar el privilegio ejecutivo está muy bien establecido”, dijo la portavoz Sarah Sanders. “De todas formas, para facilitar la investigación veloz y exhaustiva de los hechos buscada por la Comisión de Inteligencia del Senado, el presidente Trump no usará su provilegio ejecutivo en relación con el testimonio previsto de James Comey”.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo la semana pasada que el asunto estaba siendo revisado. Los miembros de la Comisión planean interrogar a Comey sobre sus conversaciones con el presidente. “Desde Watergate conocemos las reglas, ya saben, que un presidente no debería intervenir en una investigación en curso, especialmente si involucra a individuos cercanos al presidente”, afirmó por su parte el senador Mark Warner, el demócrata de más alto perfil del panel, a CBS News. “Es impensable que el presidente haya hecho lo que se informó, pedirle al director del FBI Comey dejar de lado al menos la investigación del general Flynn”, señaló.
El testimonio anterior de Comey ante el Congreso resultó ser explosivo cuando confirmó que el FBI estaba investigando vínculos entre la campaña de Trump y el gobierno ruso y si había habido un posible complot por parte de Rusia para interferir en las elecciones presidenciales de 2016. “No tenemos una pistola humeante, pero cada semana hay más humo. Y nosotros tenemos que analizarlo”, dijo Warner.
Trump despidió sorpresivamente a Comey el 9 de mayo y desde entonces ha enfrentado preguntas por reportes de que presionó al director del FBI para que pusiera fin a las investigaciones sobre Flynn. De acuerdo con los informes, Comey habría tomado notas de sus conversaciones con Trump, pero no ha entregado esos memorandos a la comisión.
Comey supervisó la investigación federal sobre el supuesto hackeo de Rusia del Partido Demócrata y otras operaciones de inteligencia relacionadas con las elecciones, incluyendo posibles vínculos con la campaña del ahora presidente Trump. Por su parte, Trump ha calificado la investigación ampliada como una “caza de brujas”.
Trump seleccionó al nuevo jefe del FBI: Christopher Wray, un abogado criminalista relativamente desconocido, que defendió a un aliado del mandatario en un escándalo político y trabajó bajo las órdenes del director despedido. Si es confirmado por el Senado, Wray asumirá como nuevo jefe de la agencia de inteligencia por un período de 10 años, luego de que Comey fuera abruptamente despedido por el presidente hace un mes.
Su primer desafío será garantizar la independencia del FBI y a sus más de 30.000 empleados; y luego, convencer a la opinión pública de que esta institución centenaria enfrentará a la Casa Blanca si fuera necesario.
Al anunciar su elección ayer, Trump definió al exfiscal federal como “un hombre de credenciales impecables”.
La elección de Wray, hoy un abogado criminalista establecido en Washington DC, fue una sorpresa: no figuraba por ejemplo en la lista inicial de candidatos, entre los que destacaban varios pesos pesados del Partido Republicano. Es un ‘outsider’.
Desde un punto de vista político, Wray es una opción poco polémica, sobre todo porque evita sugerir que Trump busca ejercer control sobre el FBI, en medio de la bomba que generó el despido de Comey y las alegaciones de que trató de interferir la investigación sobre Rusia. Aunque de cualquier forma, Wray tendría ahora poco poder sobre este proceso, puesto que pasó a las manos de un fiscal independiente -el exdirector del FBI, Robert Mueller- tras el despido de Comey.