La pintora portuguesa Paula Rego, la artista plástica más importante de ese país en el siglo XX, falleció este miércoles en Londres, donde residía. Una fuente de la familia confirmó el deceso de quien se hizo conocida por desafiar los cánones estéticos de corporalidad femenina y en especial por una impactante serie donde denunciaba el dolor y la humillación que aún sufren muchas mujeres al tener que recurrir al aborto clandestino.
"Con inmensa tristeza anunciamos el fallecimiento de la artista Paula Rego. Murió en paz esta mañana, después de una breve enfermedad, en su casa en el norte de Londres, rodeada de su familia. Nuestros pensamientos más sinceros están con ellos", señaló la galería de arte contemporáneo Victoria Miro, con sede en Londres.
La artista, que formó parte del círculo creativo que rodeaba a Francis Bacon y a Lucian Freud, residía en Reino Unido desde hacía medios siglo, cuando contrajo matrimonio con el también pintor Victor Willing, quien murió de esclerosis múltiple 34 años atrás.
Rego se exilió de la dictadura de Salazar. Sus padres, de tendencias antifascistas y anglófilas, quisieron que viviera en un país liberal. A los dieciséis años fue matriculada en una escuela de señoritas en Kent (Inglaterra). De allí pasó a estudiar pintura en la Slade School of Fine Art de Londres (1952–1956), donde fue alumna de William Coldstream y conoció a Willing.
En territorio inglé, pudo desarrollar mejor su visión feminista y sus desafiantes modelos de representación: mujeres retratadas con sus piernas abiertas, las rodillas pronunciadas y rasgos de una cierta animalidad no exenta de violencia.
Rego formó parte del London Group, junto a artistas como David Hockney y R. B. Kitaj, pero recién a los cincuenta años logró salir del anonimato y recorrer los mejores museos del mundo. Fue a partir de 1999, cuando inauguró una exposición en la que denunciaba la humillación y el sufrimiento que padecían muchas mujeres portuguesas que recurrían al aborto clandestino.
Integrada por once pinturas y seis grabados, el conjunto surgió como respuesta al fracaso de la ampliación del referéndum sobre el aborto en Portugal. En estos lienzo, las mujeres están a punto de someterse a la intervención: sus gestos denotan vergüenza y miedo, así como pequeños detalles dan ideas de sus edades y pertenencias sociales, desde una joven estudiante o una mujer trabajadora. Junto a ellas, un cubo de plástico que luego estará lleno de sangre.
La serie asume hoy una vigencia incuestionable, no solo por la coyuntura histórica actual en la que algunos países comienzan a cuestionarse derechos que estaban consolidados sino también porque instala la reflexión sobre un acto que apenas ha sido representado en el mundo del arte.
Toda la obra de Rego ha estado siempre enfocada en las mujeres, sus placeres, sus dolores y sus triunfos. Y aunque Frida Kahlo pintó un aborto espontáneo que tuvo en 1932, y Tracey Emin lo hizo en 1997 y 1998, la fallecida artista portuguesa fue la primera que representó el deseo de las mujeres de abortar, en una dimensión completamente nueva a la que le añade el compromiso político y de denuncia.
En 2007, la artista expuso una retrospectiva en el Reina Sofía de Madrid. El crítico de arte Robert Hughes fue el encargado de escribir un largo ensayo sobre su obra de 300 páginas que se publicó por la editorial del museo. Allí dice, entre otras cosas, que es "la mejor retratista viva de las experiencias de las mujeres".