El juicio sobre presunta financiación electoral ilegal que puede sacar del cargo al presidente de Brasil, Michel Temer, se podría extender hasta el sábado, según las deliberaciones de ayer. El mandatario reconoció ayer que en 2011, cuando era vicepresidente, usó un avión del frigorífico JBS para trasladarse con su familia a un resort en Comandatuba, en Bahía.
El proceso es seguido con gran expectación en Brasil, ya que es barajado como una posible salida a la crisis política, pese a no estar vinculado con el escándalo de corrupción de Temer. El Tribunal Supremo Electoral debe decidir sobre una vieja demanda de que la fórmula ganadora de las elecciones de 2014, compuesta por Dilma Rousseff y Temer, recibió donaciones ilegales, entre otras de la constructora Odebrecht.
“La acusación se basa en falsos testimonios y pruebas inválidas”, dijo Flavio Caetano, abogado de Dilma. Los abogados del presidente coinciden en que el juicio debe ser anulado. En caso de una condena, el mandato de Temer sería anulado. El actual presidente heredó el cargo tras la destitución de Rousseff el año pasado.
Tampoco se descarta que la corte prolongue el juicio unas semanas o meses más, si uno de los siete jueces pide más plazo para analizar las pruebas. La demanda original fue presentada en 2014. El juicio pasó por varias fases en los últimos años antes de llegar al tramo final.
Temer se niega hasta ahora a dimitir por las acusaciones de que se benefició de sobornos durante años, vertidas en una denuncia del empresario Joesley Batista dada a conocer hace tres semanas. Entre otras pruebas, Batista entregó a la Justicia una explosiva grabación de audio hecha a escondidas, en la que Temer parece avalar el pago de sobornos a un político en una conversación con él. Batista, dueño del gigante del sector de la carne JBS, acordó cooperar con la Justicia para evitar ir a juicio. JBS admitió haber sobornado durante años a políticos.