Desde Paraná
Clara Paulina Atelman de Fink, madre del militante popular Claudio Fink, desaparecido por la última dictadura cívico militar, falleció en la madrugada de este jueves, a los 93 años. Desde el sábado estaba internada por una neumonía no viral y problemas cardíacos. Sus restos fueron enterrados en el Cementerio Israelita de Paraná.
Clarita, como le decían sus compañeras y compañeros, fue una militante fundamental en la lucha por memoria, verdad y justicia desde que un grupo de tareas le arrancara de su casa a su hijo Claudio, descalzo y a medio vestir, la fría mañana del 12 de agosto de 1976. Desde fines de 1977, junto a su marido Efraín, formó parte de encuentros clandestinos en la iglesia Del Carmen de Paraná, con un grupo de madres y otros familiares de desaparecidos. La búsqueda por conocer el paradero de su hijo la llevó a participar de las reuniones de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre en Rosario y luego de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) en Paraná. Clara también rondó los jueves como madre, al inicio de la democracia, alrededor de la pirámide en la Plaza de Mayo. En la capital entrerriana fue una de las fundadoras de la Asociación de Familiares y Amigos de Desaparecidos Entrerrianos y en Entre Ríos (AFADER), que impulsó, entre otras cosas, la construcción del Monumento a la Memoria -autoría de Amanda Mayor- en la ciudad.
Cada vez que salía, Clara llevaba un prendedor con el rostro de Claudio. Hasta el inicio de la pandemia, AFADER se reunía mensualmente en su casa de calle Jujuy, domicilio que habitó desde los años 50. “Es importante que haya memoria, que los jóvenes sepan lo que pasó en la Argentina. Y que no fue una guerra”, afirmaba en una entrevista publicada en la revista Barriletes en marzo de este año. "El mundo está revuelto. Por eso es importante recordar. Estamos en un caos, hay tanto odio… Pero también tengo esperanzas de que el país se componga", agregaba.
“Hay madres que en su vuelo sobrepasan su esfera familiar y pasan a ser madres de todos y todas, son tan inmensas que a ese amor que las moviliza lo reparten como manos que acarician, como brazos que abrazan, como miradas que iluminan, como palabras que guían”, publicaron desde AFADER. “Vamos a extrañar tu lucha y tu sonrisa, tu calidez, tu cariño. El corazón con las puertas abiertas para recibir siempre a las compañeras y compañeros. Tu andar en el largo camino por encontrar justicia y verdad y un poco de paz, junto a tus compañeras de ruta. Transitando esta historia de dolor con la ternura en las manos, sosteniendo las pancartas de lxs ausentes y una convicción tan poderosa que lograron derrumbar el muro de la impunidad en este país, encarcelando a los genocidas de nuestro pueblo”, se pronunciaron en redes desde HIJOS Paraná. “Con un profundo dolor despedimos a Clara Atelman de Fink”, tuiteó el gobernador Gustavo Bordet. “Hace muy poco recordamos junto a Alberto Fernández, a Claudio Fink, y la lucha y el coraje de Clara. Fue cuando inauguramos la escuela técnica N° 100 de Paraná, que está emplazada en la calle que lleva su nombre. La memoria es el resguardo del futuro”, agregó en el hilo.
Clara Fink, al igual que su marido --se conocieron de adolescentes en el pueblo Villa Clara--, era descendiente de inmigrantes judíos rusos que llegaron al interior entrerriano a principios del siglo XX, escapando de la miseria y la persecución del zar Nicolás II. Hija de Sara Otrosky y Jacobo Atelman, había nacido el 24 de septiembre de 1928. Vivió más años luchando y exigiendo justicia que los que compartió con su hijo desaparecido a los 23. Durante la despedida en la tarde del jueves, luego de la ceremonia religiosa, quienes acompañaron sus restos corearon “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. Una mujer soltó al aire el nombre de Claudio Fink y el grupo de amigos, familiares y compañeros respondió “¡Presente!”.