La Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal, con votos de Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, confirmó las condenas por los secuestros y las torturas contra Iris Pereyra de Avellaneda y su hijo Floreal Avellaneda, de 14 años, víctima de un vuelo de la muerte durante la última dictadura. Los responsables de esos delitos de lesa humanidad, condenados en 2013 pero excarcelados, son el entonces teniente primero Raúl Horacio Harsich y el capitán César Amadeo Fragni, destinados en 1976 en la Escuela de Infantería del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo, y el comisario Alberto Ángel Oneto, a cargo de la comisaría de Villa Martelli donde padecieron la primera tanda de torturas.
En la madrugada del 15 de abril de 1976 una patota de militares y policías abrió de siete disparos la puerta de la casa de los Avellaneda en Munro. Buscaban a Floreal (padre), militante del Partido Comunista y delegado en la metalúrgica Tensa. El gremialista logró escapar por los techos, pero el grupo de tareas se llevó a su hijo y a su mujer, Iris Pereyra, actual presidenta de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Encapuchados y maniatados, los trasladaron primero a la comisaría de Villa Martelli, donde Iris escuchó por última vez la voz del Negrito. Los tormentos continuaron en el centro clandestino El Campito, donde Iris estuvo otros 15 días. En mayo la blanquearon y recién en 1978 recuperó la libertad. El cuerpo de Floreal apareció en la costa uruguaya el 14 de mayo de 1976.
En agosto de 2009, en el primer juicio por los crímenes en Campo de Mayo, el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín condenó como principales responsables a los militares Santiago Omar Riveros, Fernando Verplaetsen y Osvaldo García. En esa sentencia, el tribunal absolvió a Harsich, Fragni y Aneto por los tormentos agravados y el homicidio calificado de Floreal (h). Ante las apelaciones, la misma Sala II de Casación (con otra integración) anuló esos puntos de la sentencia y ordenó que se dictara un nuevo fallo.
El 1º de noviembre de 2013, el Tribunal de San Martín adicionó a las condenas que habían recibido por otros delitos los tormentos de madre e hijo y el homicidio del Negrito. Harsich y Fragni fueron condenados a doce años de prisión como coautores de la privación ilegal de la libertad y los tormentos agravados contra ambos, por tormentos seguidos de muerte en el caso de Floreal (h), más el allanamiento ilegal y el robo agravado (de dinero, una escopeta, una filmadora, un grabador, entre otros objetos) por uso de armas. A Oneto lo condenaron a 16 años de prisión.
Pasaron casi ocho años hasta que la Corte, el 12 de agosto, desestimó una queja de la defensa y las actuaciones retornaron a Casación, que ahora se pronunció. “No resiste el menor análisis la afirmación de que Harsich y Fragni desconocieran, luego de su detención, que Iris Pereyra y Floreal Avellaneda serían trasladados a una comisaría bajo la órbita de Institutos Militares o a un centro clandestino, donde permanecerían alojados en condiciones inhumanas y sometidos a tormentos”, afirmaron Mahiques y Yacobucci. En el caso de Aneto, confirmaron que intervino en el allanamiento ilegal, que tuvo a su cargo la comisaría y que “además estuvo presente en Campo de Mayo mientras las víctimas eran sometidas a torturas”.
La jueza Angela Ledesma, en disidencia, cuestionó los fundamentos del primer fallo de Casación que ordenó dictar una nueva sentencia, que a su entender contrariaron el principio ne bis in ídem, y propuso en minoría anular esa sentencia y confirmar las absoluciones.