El operativo de seguridad en el centro de Los Ángeles, la elegida por Estados Unidos para organizar la IX Cumbre de las Américas, implicó el cierre de las calles que rodean al Centro de Convenciones. Conos y vallas cortaron el acceso a la zona e interrumpieron la circulación en una de las ciudades con peor tránsito del país norteamericano. El motivo resultó casi ajeno a quienes viven en ella: solo uno de los angelinos con los que habló Página/12, y que no estaban directamente relacionados con la logística o la planificación del encuentro, estaba al tanto de la cumbre.
Una de ellas sabía que el presidente estadounidense, Joe Biden, estaba en la ciudad, pero no conocía la razón de la visita. “Uno pensaría que nos dirían cuando hay una cosa así”, dijo. “¿Vino Venezuela también?”, preguntó otro a esta cronista al escuchar que había presidentes y primeros ministros en la ciudad. Ante la explicación de que no, que estaba dentro de los países excluidos junto con Cuba y Nicaragua porque Estados Unidos no los considera democráticos, el local quiso saber: “¿No es democrático pero le quieren comprar petróleo?”
En una semana que coincidió con la boda de Britney Spears y las elecciones primarias para las legislativas de noviembre, la vida en la ciudad anfitriona continuó casi al margen del encuentro.
Hubo, sí, quienes se acercaron a la zona para manifestarse. Hubo pequeños grupos que reclamaron a Biden que honre su promesa de una reforma migratoria, una que reiteró al asumir y que no encontró apoyo en el Congreso estadounidense. “Todavía tenés tiempo”, decía este viernes uno de los carteles frente al Centro de Convenciones.
Otro grupo de activistas recorrió varios eventos de la cumbre para denunciar el peligro que corre el derecho al aborto en Estados Unidos. Con pañuelos verdes inspirados en el movimiento argentino a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, denunciaron que la Corte Suprema del país norteamericano se mueve “para quitarle a las mujeres” el derecho al aborto y que “Biden y los demócratas no hacen nada para pararlo”. El mes pasado, el sitio POLITICO filtró el borrador de un fallo de la Corte Suprema en el que el mayor tribunal federal del país se prepara para anular el caso Roe contra Wade, que consagra el derecho al aborto en Estados Unidos.
Esa protesta produjo el hecho mas violento de la cumbre el jueves pasado, frente al Centro de Convenciones, cuando un agente del Servicio Secreto Uniformado derribó a una manifestante y posteriormente le pegó una chachetada, según pudo verse en un video que circuló en las redes sociales. La mujer portaba un megáfono y gritaba consignas en favor de los derechos de la mujer a una caravana de autos oficiales cuando fue abordada por el agente.
A solamente unas cuadras del lugar donde se desarrolló la cumbre, en el edificio de una universidad local, un grupo de activistas, sindicalistas e integrantes de organizaciones de izquierda organizaron la “Cumbre del Pueblo”, una suerte de evento paralelo que se reconoce inspirado en la contracumbre de 2005 en Mar del Plata.
Allí, hubo pedidos para que Estados Unidos elimine todas las sanciones y los bloqueos y calificaron al encuentro regional organizado por el país norteamericano como “la cumbre de la exclusión”.
La Cumbre del Pueblo organizó paneles para debatir las consecuencias de la intervención estadounidense en el continente, sobre soberanía alimentaria y justicia climática y talleres sobre economía feminista y personas en situación de calle, entre otros temas. Temas que en el encuentro regional organizado por Estados Unidos estuvieron ausentes, incluso cuando en Los Ángeles la situación de gente que duerme en carpas en las calles es una de las problemáticas más urgentes para la ciudad.
La legisladora porteña Ofelia Fernández fue una de las invitadas a la Cumbre del Pueblo para participar el jueves en un panel sobre “el fin del patriarcado”. Allí pidió confiar en las próximas generaciones que, dijo, serán las que podrán “construir un nuevo siglo, un nuevo tiempo” en el continente.