La ofensiva del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires contra el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas despertó rechazos en el mundo de las letras. “No se puede torcer por decreto la evolución lingüística de una comunidad”, dijeron a Página 12 especialistas, mientras que la Junta Departamental de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) advirtió que "la intención de prohibir usos lingüísticos es política y lejos está de garantizar la libertad". Las editoriales que en los últimos años comenzaron a utilizar y tematizar el uso del lenguaje inclusivo también salieron a repudiar la decisión del Ministerio de Educación porteño al afirmar, entre otros puntos, que "sanciona el derecho a ser y ser nombradxs como se desee".

Santiago Kalinowski es protagonista de uno de los libros centrales sobre el auge del uso del lenguaje inclusivo en los últimos años: La lengua en disputa: un debate sobre el lenguaje inclusivo, editado por Godot, que recupera el intercambio de ideas que Kalinowski mantuvo con Beatriz Sarlo en el marco de la Feria de Editores del año 2019. Tres años después, consultado por Página 12 sobre la medida adoptada por el Gobierno porteño, Kalinowski fue enfático en señalar que "el lenguaje no es prohibible"

"El caso emblemático de prohibición es el del voseo durante el siglo XX. En la escuela se enseñaba a hablar de vosotros, una conjugación que es extranjera. Y la prohibición del voseo es el ejemplo de que no se puede torcer por decreto la evolución lingüística de una comunidad, eso no es algo gobernable", aseguró el lingüista y director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, aunque aclaró que no expresa la postura institucional de la Academia. A diferencia del voseo, agregó Kalinowski, el inclusivo constituye "un fenómeno de intervención explicita de ciertas palabras para difundir la idea de que existe una injusticia en la sociedad en relación a los géneros e interpelar a otras personas. No es un fenómeno de cambio lingüístico tal y como lo conocemos sino de índole política". 

En ese sentido, el lingüista también asemejó la prohibición del inclusivo a la del lunfardo, entendido como "resultado del contacto entre el español y muchas otras lenguas de inmigrantes que además llegaban con ideas políticas que ponían en riesgo el orden conservador. La prohibición del lunfardo se explica porque las clases dominantes interpretaron esos rasgos de habla con esos actores. Con el lenguaje inclusivo, al ser político, es similar, se prohibe porque se asocia que viene a poner en riesgo un orden. En ese sentido la prohibición también es muy política".

La carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA también se expresó de forma similar. La Junta Departamental de la carrera advirtió en un documento que "los usos de la lengua siempre son políticos en el sentido más amplio y fuerte de ese término; la intención de prohibir usos lingüísticos también lo es y lejos está de garantizar la libertad". La Junta agregó que "respetar los derechos humanos es también respetar la Ley de Identidad de Género y los derechos lingüísticos de las personas en toda su dimensión: cualquier regulación prohibitiva en ese sentido vulnera derechos inalienables que tienen una larga historia de luchas y conquistas como antecedente".

"Es nuestro deber advertir como investigadorxs que no existe ninguna evidencia que establezca una relación entre el fracaso escolar o el bajo rendimiento en pruebas estandarizadas y el uso de lenguaje inclusivo de género", añadieron en relación al principal argumento esgrimido por el GCBA para justificar la medida, luego de que las evaluaciones estandarizadas arrojaran que en 2021 "el porcentaje de los chicos que se encontraban en nivel avanzado disminuyó un 13,4 por ciento". Contra la idea de que el inclusivo dificulta la alfabetización y la lectocomprensión, la Junta sostuvo que "sería deseable verificar si, en cambio, la desinversión en políticas educativas del Ministerio de Educación de CABA puede explicar esos resultados".

También el Instituto de Investigaciones de Estudios de Género de esa misma facultad rechazó la prohibición. "Desde el Ministerio de educación ignoran que el lenguaje es dinámico y está en cambio constante gracias a quienes lo usamos; ignoran que lenguaje e ideología son inescindibles, ignoran que reflexionar sobre el uso de una u otra expresión es una reflexión sobre el lenguaje y el mundo, niegan que la 'e', la 'x' o el '@' vienen hace años siendo temas de discusión desde la militancia y el activismo de innumerables colectivos", aseguraron. 

Por fuera del ámbito académico, también hubo repudios por parte de algunas de las editoriales que en los últimos años comenzaron a utilizar y a tematizar el lenguaje inclusivo. "Cada vez más estudiantes se identifican con un género diferente al asignado, o con ninguno, o están en transición. ¿Así se sanciona el derecho a ser y ser nombradxs como deseen?", se preguntaron desde Chirimbote, la "editorial para infancias libres con mirada de género", cuyo catálogo cuenta con publicaciones centradas en figuras como Frida Kahlo, Violeta Parra o Juana Azurduy. Sus autorxs escriben en su mayoría en inclusivo y hace unos meses lanzó la campaña "Lenguaje inclusivo en el Aula". "La propuesta pedagógica de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, es censurar identidades, sobre todo, de infancias y adolescencias", agregaron.

La editorial traductora Ethos, en tanto, que hace unos años publicó una versión en lenguaje inclusivo de "El Principito", advirtió en sus redes sociales que la medida de la cartera educativa busca "censurar y excluir". "El anuncio de ayer revela una gran falta de escrúpulos e irresponsabilidad, porque alienta la desinformación y alimenta el odio de sectores de la sociedad hacia colectivos que buscan ampliar derechos y dejar un mundo mejor a nuestres hijes", añadieron. Desde la editorial recordaron con ironía que la propia Legislatura porteña aprobó la declaración de "Interés para la Comunicación Social" de aquel libro, "que busca garantizar el acceso a derechos lingüísticos y culturales. Aunque la iniciativa fue impulsada por el bloque del Frente de Todos, la editorial subrayó que recibó "apoyo por unanimidad, incluido el bloque oficialista".