Desde París
Las elecciones presidenciales del pasado mes de abril fueron un vacío de debates y confrontaciones. La consulta legislativa que se inicia en Francia este 12 de junio (primera vuelta) repite el síndrome de las presidenciales ganadas por el presidente Emmanuel Macron: la campaña electoral no ha buscado a los electores, las ideas han sido escasas, los debates y los modelos inexistentes. Pese a que la campaña tuvo una extensión de dos semanas suplementarias con respecto a la anterior, no se ha impuesto ninguna idea portadora.
Polarización
La polarización es demasiado fuerte como para que los temas clásicos que, antaño, estructuraban las discusiones políticas sean los primordiales. Servicios públicos, educación, seguridad se han convertido en líneas periféricas de la oferta electoral. Ello repercute en el poco interés que suscita en los electores esta consulta legislativa calificada de “atonal”, “aburrida, ”sin contenido”. Apenas el 38 por ciento de los franceses dice prestarle atención. Las incertidumbres colectivas que nacieron con la pandemia y se ahondaron desde hace más de tres meses con la invasión rusa de Ucrania no han sido tampoco un tema centralizador.
Sin embargo, todo ha cambiado, incluida la geometría política de Francia. El país, electoralmente, no es el mismo que hace apenas un mes. Ha cambiado algo fundamental: la unión de los partidos de izquierda promovida por quien llegó en tercer lugar en las elecciones presidenciales, el líder de la izquierda radical de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, trastornó el reparto de las fuerzas políticas y, por ende, las perspectivas legislativas.
Después de una micro tragedia montada por los socialistas reacios a integrar una alianza dirigida por un ex miembro del Partido Socialista más a la izquierda que la izquierda caviar del socialismo, el PS aceptó formar parte de Nupes, la Nueva Unión Popular Ecológica y Social compuesta por Francia Insumisa, los ecologistas, el PS y el Partido Comunista.
Segunda fuerza
Ese polo que no supo formarse antes de las elecciones presidenciales para impedir que la extrema derecha de Marine Le Pen pase a la segunda vuelta aparece hoy, según los sondeos previos, como la segunda fuerza política del país detrás de la coalición Juntos! que agrupa a los partidos que respaldan a Emmanuel Macron. El principal adversario del presidente ya no es Marine Le Pen sino Jean-Luc Mélenchon. En abril pasado, apenas se conocieron los resultados de la consulta presidencial, Mélenchon le dijo a sus simpatizantes: en las elecciones legislativa de junio “elíjanme como Primer Ministro”.
Aquella boutade de Mélenchon que tantos sarcasmos acarreó podría ser, aunque lejana, una realidad. Si Nupes consigue la mayoría parlamentaria Macron estaría obligado a elegir un primer ministro dentro del partido mayoritario. Las encuestas predicen este sábado 12 de junio 28 por ciento para el macronismo y 27 porciento para el arcoíris de la izquierda. Detrás, en tercera posición, se ubica la ultraderecha de Reagrupamiento Nacional (19,5 por ciento) y luego quien fuera la derecha de gobierno, Los Republicanos, 11por ciento.
Si se proyectan esas previsiones en escaños, el presidente francés obtendría una cómoda mayoría (289): entre 275 y 315 diputados para el movimiento presidencial, entre 155 y 195 para Nupes mientras que Los Republicanos y sus partidos aliados se quedarían con un abanico que oscila entre los 35 y los 60 diputados. Las elecciones presidenciales dibujaron una Francia electoral muy distinta a la que existía antes. En adelante, hay tres bloques que se distribuyen entre sí más del 75 por ciento de las intenciones de voto: la coalición presidencial, Nupes y la extrema derecha.
Un centro, dos extremos
Hay un centro liberal socialdemócrata y dos extremos, uno por cada lado. 2017, primera elección de Emmanuel Macron, fue el año de la desaparición de las propuestas tradicionales presentadas por los socialistas y los conservadores. 2022, reelección de Macron, es el año del triángulo con estos tres movimientos políticos compitiendo por los poderes y uno de ellos, Nupes, como novedad impensable hace solo un mes atrás.
Esta alianza estratégica es la gran novedad de una oferta política que, hasta la elección de Macron en 2017, siempre estuvo monopolizada por los socialistas y la derecha. Hoy, ambos han desaparecido del primer plano. El Partido Socialista (PS) y Los Republicanos fueron absorbidos por el macronismo o se precipitaron a los abismos de la inoperancia y el olvido cuando optaron por propuestas insignificantes, muy cercanas a las de la extrema derecha (Los Republicanos) o al liberalismo (PS).
La candidata del PS para las presidenciales, la actual Intendenta de París, Anne Hidalgo obtuvo 1,7 por ciento de los votos mientras que, a la derecha, Valérie Pecresse consiguió 4,7. El programa común de la izquierda unida y sus 650 propuestas han ido seduciendo más allá de lo esperado. Que esas izquierdas aliadas dentro de Nupes puedan ser en poco tiempo la principal fuerza de la oposición parlamentaria no figuraba en ningún análisis sobre las evoluciones de los partidos y los electorados.
El rival de Macron
Esta vez, Macron no tiene a Marine Le Pen sino a Mélenchon detrás de sus talones. En el curso de los últimos 100 años, esta es la sexta vez que la izquierda se presenta unida (1924, 1936, 1945, 1981, 1997 y 2022). Sus propuestas de hoy están en total oposición con las reglas vigentes. Nupes propone la jubilación a los 60 años, un salario mínimo de 1.500 euros por mes, la inscripción de reglas verdes en la Constitución, el fin de la energía nuclear, bloqueo de precios, restablecimiento del impuesto sobre las grandes fortunas, control absoluto de los alquileres, la refundación de la policía o la legalización de la marihuana.
Hace tan solo par de años, un programa semejante habría llevado a sus promotores a figurar entre los despropósitos más imposibles e insensatos. Pero hoy, el pensamiento único que imperó hasta ahora, esa idea de que fuera del liberalismo es el caos, se ha fisurado bajo la presión de sus propias contradicciones y las consecuencias desastrosas para las sociedades y el planeta. En el interciso del desconcierto y la pérdida de calidad de vida que acarreó el liberalismo se volvió a meter la izquierda. Las urnas, este domingo, pueden ponerla en el camino de la restauración y la transformación real.