El modelo de producción actual de alimentos enfrenta un dilema que es imposible de resolver sin una activa participación orientativa del Estado. Aumenta la producción de granos, por ejemplo, pero cada vez con menos productores, que son expulsados del campo por el sistema productivo. A su vez, la producción de alimentos quedó fuertemente concentrada en grandes corporaciones, que entrelazadas con grandes cadenas comerciales y además al comercio exterior, dejan poco margen a la competencia de pequeños o medianos jugadores. Desde el Ministerio de Agricultura y Ganadería ya se puso en marcha un plan de desarrollo cooperativo del sector agroalimentario que busca dar espacio a pequeños y medianos productores, fortalecer la presencia de las empresas cooperativas de la alimentación y generar un nuevo modelo de producción de alimentos que esté en condiciones de dar respuesta a la necesidad de acceso de la población a alimentos accesibles.
"No hay otra salida si no es a través de un plan de desarrollo cooperativo", afirman sus impulsores. Y prometen una respuesta rápida. Julián Domínguez, ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, ya anunció que el plan de desarrollo cooperativo agroalimentario será, junto al Plan Ganadero, la conectividad para fomentar el arraigo rural y la recuperación de los Bajos submeridionales, uno de "los cuatro ejes fundamentales de trabajo del área para el próximo semestre".
En los primeros días de la última semana, Domínguez tomó contacto vía telefónica con el embajador Daniel Scioli, no bien éste fuera designado para reemplazar a Matías Kulfas al frente del Ministerio de Desarrollo Productivo. En esa conversación le dio detalles acerca del trabajo que vienen desarrollando "las líneas técnicas" de ambos ministerios con el objetivo de lograr "un nuevo encuadre para las cooperativas agroalimentarias", que les permita acceder a los beneficios del Certificado Pyme, sin restricciones ni "topes de ventas anuales", que los expulsa del sistema ya que se las considera como una sola empresa y no como una asociación de cientos o miles de pequeñas o medianas empresas productoras.
Este cambio de enfoque es uno de los pasos estratégicos necesarios que debe darse para dar impulso a un nuevo modelo de producción de alimentos, entienden en Agricultura. Scioli ya fue informado, con despliegue de detalles, acerca de la importancia de este programa. Y la expectativa es que la resolución conjunta de ambos ministerios, readecuando el encuadre de las cooperativas ante el Certificado Pyme, sea una de las primeras medidas de su gestión apenas asuma.
El Plan de Desarrollo Cooperativo del sector agroalimentario se puso en marcha con su presentación ante gobernadores, entidades de productores y cooperativas de más de diez provincias. "El propósito es incubar la integración cooperativa en cada cadena de valor donde este tipo de asociaciones esté ausente, y fortalecer la posición cooperativa en las que ya están", define el plan. "Era necesario consolidarlo para lanzarlo, validándolo en todo el país", afirman. Objetivo que consideran logrado.
Se estima que de las 30 cadenas de valor en las que el Ministerio de Agricultura y Ganadería clasifica al espectro alimentario, hay presencia activa de cooperativas de nivel competitivo en veinte. Existen 62 cooperativas exportadoras que desarrollan su actividad en esas veinte cadenas de valor. Representan a su vez a más de 200 cooperativas integradas que participan en sus procesos productivos.
"Es clave tener cooperativas exportadoras, porque hace al crecimiento en escala y en competitividad", sostienen los impulsores del plan. Citan como ejemplo a Fecovita (federación de cooperativas vitivinícolas argentinas), de la que participan 29 cooperativas de primer grado de Mendoza, en las que a la vez intervienen como asociados más de cinco mil productores.
"Generan un proceso asociativo hacia atrás, producen a gran escala y exportan, pero a partir de la participación de miles de pequeños y medianos productores. Este es el modelo de integración que se busca", plantean los técnicos que, desde la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional, formularon y difunden el programa. Entienden que es el único modelo que hará posible que los pequeños productores subsistan y no sigan desapareciendo. Y que existan cooperativas competitivas que le puedan disputar mercado a las grandes corporaciones desde una lógica societaria diferente.
Hoy las explotaciones agropecuarias son cada vez menos, pero las más grandes siguen creciendo. Aumenta la producción mientras se reduce la cantidad de productores. "Hoy producimos 140 millones de toneladas de granos, un volumen que sigue creciendo, pero cada vez con menos productores. Y podríamos llegar a las 200 millones haciendo todo mal, es decir permitiendo que sigan desapareciendo las explotaciones chicas y se concentre cada vez más la actividad", señalan al describir el fenómeno.
Certificado Pyme
"El único camino posible es sumar a los pequeños productores para que trabajen asociados", explica Luis Contigiani, titular del área de Alimentos y Desarrollo Regional. "Pero al buscar el desarrollo de estas empresas cooperativas, nos encontramos con que muchas de las que ya existen, no acceden al certificado Pyme o están a punto de perderlo, porque al pasar cierto límite de facturación ya se las considera una sociedad grande".
"Son una asociación de miles de pymes que no dejaron de serlo, sino que se unen para defenderse. Con la única herramienta con que cuentan en el sistema, que es el asociativismo. Estamos proponiendo un cambio de criterio de evaluación para las pymes agropecuarias, y que se evalúe en función del tamaño de la mayoría de sus asociados, para otorgarle la categoría que le corresponda en función del cedrtificado Pyme", señaló Contigiani.
Tener este certificado activo les permite a las pymes acceder a reducciones fiscales, líneas de financiamiento con tasa subsidiada, beneficios para contrataciones de nuevos trabajadores o trabajadoras, asistencia técnica y la inclusión en diversos programas que lleva adelante el Ministerio de Desarrollo Productivo y demás organismos del Estado.
Las cooperativas agroalimentarias no son multinacionales, tienen objetivos y principios diferentes y son una herramienta necesaria para plantearse la posibilidad de un modelo de producción de alimentos diferente. Un modelo en el que las utilidades tienen como destino lógico la reinversión y no la fuga al exterior. Un modelo que facilita el arraigo de los productores a su territorio y no su expulsión. Y además, la posibilidad de llegar al consumidor con un precio más económico, al no primar el interés por la renta financiera por sobre la renta productiva.