A unos 20 kilómetros del centro de la ciudad de Salta, se encuentra el ecosistema del Bosque Ribereño a ambas márgenes del Río Caldera, un ambiente de singular belleza y abundante biodiversidad cuyo paisaje es constantemente modelado por la dinámica de las crecientes estivales del Río Caldera. Cuando sus aguas bajan furiosas, alimentadas por las torrenciales lluvias de verano, el bosque de ribera plantea cierta calma a su impetuosa creciente.
Es que los ríos de montaña como el Caldera tienen momentos de grandes disturbios producto de las crecientes que parecen arrasar con todo a su paso; pero hay un actor principal que modera de alguna manera esa furia momentánea y es el Bosque Ribereño, que con su entramado biológico complejo, logra poner un freno a los vaivenes del río principal, como se dice comúnmente, “el bosque contiene las aguas del río”. Este fenómeno cumple hoy una función sumamente importante, porque se estima que a causa del cambio climático se va a generar en el noroeste de nuestro país una mayor frecuencia de eventos climáticos extremos, como lluvias torrenciales inusuales, alternando con períodos de sequía y altas temperaturas.
Cuando uno se adentra en este bosque de ensueño, se encuentra con un hermoso arroyo que corre en dirección paralela al Río Caldera y en sus márgenes alberga bosques de alisos Alnusacuminata, especie presente solo en las yungas (selvas de altura) de Salta, Jujuy, Catamarca y Tucumán (https://www.pagina12.com.ar/421845-la-importancia-ecologica-del-aliso-del-cerro), especie arbórea de amplias raíces, importante por su función de evitar los deslizamientos de suelos; así como sauces criollos, varias especies de Acacia como tuscas y churquis, etcétera.
Un sotobosque rico en hongos, líquenes, epífitas, equisetos (plantas antiquísimas que datan de la época de los dinosaurios), y otras. En el arroyo habitan numerosas especies de peces como mojarras, tachuelas, viejas de agua; anfibios: diferentes especies de sapos como el rococo, y ranas; reptiles e innumerables insectos.
También suelen acercarse a abrevar de sus aguas las escurridizas corzuelas, zorros, gatos monteses, entre otros animales que pueden avistarse ocasionalmente y, lo que es más probable, encontrar sus huellas en el barro. Este es el hábitat del amenazado mayuato (https://www.pagina12.com.ar/364581-el-mayuato-una-especie-amenazada).
Se pueden observar también una gran cantidad de aves asociadas al bosque como los arañeros, varias especies de boyeros y carpinteros (que se relacionan estrechamente con los árboles de donde obtienen alimento y refugio); y otras acuáticas como patos, garzas y espátulas rosadas que habitan el río principal. Este arroyo también contribuye a la dinámica general del ecosistema, se conecta con el Río Caldera y es un reservorio de especies que necesitan para sobrevivirde aguas más calmas y con características diferentes a las del correntoso río principal.
El Bosque Ribereño está categorizado en zona roja (Categoría 1) por la Ley de Bosques, lo que significa que debe ser preservado sin ninguna alteración. La Ley Provincial 7543 en su artículo12º insta a preservar 200 metros de bosque a ambas márgenes del Río Caldera, que está catalogado como río principal. Conservar esta franja de bosque es dejar un corredor biológico que permite a las especies sobrevivir. Las autoridades municipales y provinciales no atinan a proteger este delicado ecosistema; hay un“dejar hacer” que está haciendo inminente su destrucción.
Por la margen Oeste, a lo largo del pueblo de La Caldera, es poco el Bosque Ribereño que queda en pie, ya que la urbanización no planificada fue avanzando hasta casi el borde del Río Caldera. Por ello es imperioso conservar el poco Bosque que queda y hasta necesario reforestar ciertas áreas para evitar desbordes de las crecientes estivales, que amenacen a los pobladores caldereños de la ribera. Justamente por esta falta de bosque contenedor de crecientes es que se torna necesario construir sólidos gaviones a lo largo de la margen del río que linda con estos barrios ribereños.
Por la margen Este, en zona de La Calderilla, todavía se conserva una importante franja de Bosque, pero está siendo gravemente amenazada por el avance de las urbanizaciones sin control ni planificación, y de privados inescrupulosos que alambran terrenos hasta casi el borde mismo del Río Caldera, sin dejar la franja de 200 metros que mencionamos. No solo se apropian de espacio público ribereño (protegido por ley), sino que para sostener los alambres usan postes hechos con los troncos de los árboles que talan del mismo bosque.
También se está observando la apertura indiscriminada de anchos caminos para pasar maquinaria pesada o simplemente “conectar” los terrenos con el río. Las máquinas que extraen áridos, se llevan enlame (material fino de sedimento que arrastra el río) de cualquier sector de la ribera, destruyendo todo a su paso. Cuando estas máquinas extraen áridos de la cuenca del río, luego acumulan sobre el bosque y sus renovales (arboles jóvenes) todo lo que les sobra, que son grandes cantidades de piedras de gran tamaño. Hoy observamos amplios sectores del bosque totalmente desmontados producto de este mal manejo del recurso.
Estos desmontes para abrir caminos cortan el flujo natural del arroyo que mencionamos, alterando la dinámica biológica de muchas especies, por ejemplo, impidiendo migraciones de peces que quedan confinados en pequeños sectores de agua acumulada del arroyo, cuando su comportamiento consiste en remontar el arroyo, e impide el contacto entre diferentes poblaciones que hacen que éstas se enriquezcan genéticamente.
Tampoco es ajena a este ecosistema la contaminación con todo tipo de residuos, especialmente los plásticos que se van degradando en partículas más pequeñas conformando los famosos microplásticos, hoy señalados por la comunidad científica como uno de los contaminantes mas importantes del mundo, cuestionados por incidir negativamente en la salud pública.
Por todo esto es indispensable que los Estados y los privados sean conscientes de la importancia del cuidado del ambiente y cumplan la Ley de Bosques, cuyo fin es preservar los ambientes que necesitamos se conserven inalterados; y promover una cultura del disfrute y cuidado de la naturaleza. Para nosotros y las futuras generaciones, en una relación respetuosa de la naturaleza y otras formas de vida no humana.
*Bióloga y vecina de La Caldera.