Hay un chiste interno en el mundo de las tortas y es que las parejas de lesbianas se mimetizan hasta ser una unidad indisoluble: frecuentan los mismos lugares, tienen el mismo corte de pelo, usan la misma ropa de su placard compartido, consumen los mismos productos, tienen les mismes amigues, gustos y aficiones, y hasta se cogen (o se cogieron) a las mismas personas. Los vínculos lésbicos, por momentos, dan lugar a estos adosamientos y espejismos que, una vez que se terminan (nunca realmente se terminan), generan un cataclismo que resulta en un reguero de remanentes afectivos.

Cadaver Exquisito, la primera película de ficción de la directora Lucía Vasallo, que ya cuenta con un interesante recorrido como realizadora de documentales, no es un filme de amor lésbico particularmente. Es una película transgresora y perturbadora sobre el fagocitamiento de una sobre la otra, como una mantis religiosa que devora a su amante. Es una travesía oscura y políticamente incorrecta sobre el deseo desesperado de una novia que quiere poseer y reconstruir un cuerpo no presente y la identidad de su pareja, como quien hace arqueología de una ciudad perdida. La protagonizan Sofía Gala Castiglione, que se consolida como una intérprete ideal para personajes incómodos y complejos, y Blanca Nieves Villalba, que sorprende en su primer papel como actriz.

Clara (Sofía Gala) es maquilladora, le gusta pintar, vive en un centro cultural, es camarera y está obsesionada con su novia, Blanca. Es visceral, impulsiva y seductora. Pero a ambas las separa un abismo. Blanca (Blanca Nieves Villalba) es investigadora, fría, distante, trabaja experimentando con ratas en un laboratorio, tiene su propia casa, viaja a congresos y su habla está atravesado por el discurso científico. También es albina, lo que en la narración funciona como un vector interesante para darle otra dimensión a la mímesis entre ellas y el juego con lo fantasmal.

Tras haber experimentado en su propio cuerpo con nuevos tipos de aplicación de la oxitocina, la droga del placer, Blanca queda en coma y los médicos que la atienden creen que podría estar embarazada. Esto despierta en Clara una vorágine de celos difíciles de gestionar, ya que no puede confrontar con un cuerpo dormido. A raíz de eso, ella emprende un viaje de ansiedad y desesperación por hacerla presente reconstruyendo su identidad a partir de unir sus retazos, inmiscuyéndose en sus resquicios, sus espacios personales y sus vínculos, dando lugar a un Frankenstein inquietante y un recorrido circular de metamorfosis y espejismos. (Es imposible no hacer dialogar este relato con el clásico de Hitchcock Psicosis). El cuerpo de Blanca, casi transparente, comienza a disolverse mientras que es absorbido por el de Clara, que emprende un espiral maníaco de locura para recuperarla y, en el camino, descubrir que su objeto de deseo no era quien ella creía.

Por otro lado los recuerdos espectrales y la imaginería fantasmagórica, siempre presentes, atraviesan la trama proponiendo pinceladas de oscuridad en esta narración que habla el lenguaje de lo fantástico. Como así también las referencias a los juegos de poder y el sometimiento de un cuerpo sobre el otro. La pregunta que plantea en definitiva es: ¿quién somete a quién?

¿Cómo surgió la idea de la película?

Lucía Vasallo: Se me ocurrió en el 2015 cuando mi madre se enfermó mucho y tuvo que dejar de habitar su casa y yo empecé a ocuparme de entrar a su departamento, limpiarlo, ordenarlo y hacerme cargo de un montón de situaciones. En ese momento comencé a encontrarme con un montón de objetos, ropa, diarios íntimos, documentos, todo lo que te puedas imaginar que puede dejar una persona cuando deja su casa, ya sea porque se muere o pasa algo. Al encontrarme con todo eso sentí que me topaba con una madre que desconocía y empecé a pensar en la construcción de la identidad, tanto de la personal como la de los demás, y cómo todos construimos una personalidad con tantas aristas en función del otre. Seguro no sos la misma cuando te relacionás con tus amigues, con tu pareja, con tu profesor, etc. La complejidad de la caras del ser humano me hizo reflexionar en ese momento y, a partir de ahí, empecé a pensar en un thriller psicológico, que toda mi vida fue el tema que más me gustó. La construcción de un algo en función de muchos pedazos: armar una única unidad con muchos pedacitos y entre muchas personas.

¿Por qué se te ocurrió trasladar esa idea de tu mamá a una historia de amor y deseo lésbico?

-Al principio eran hermanas, después empecé a pensar que eran la misma persona, que es un poco el viaje del personaje en la película, y después se fue dando solo. Yo creo que, por suerte, cuando ficcionamos no hay que encontrarle una lógica.

A partir de la oleada feminista del 2015 empezó a circular con mucha fuerza la idea del “consentimiento” que, acá, eso no existe. También la del amor tóxico. ¿Cómo se refleja esto en Cadáver exquisito?

-Es políticamente súper incorrecta. Es todo lo que está mal. Lo que hace la búsqueda del personaje protagónico es todo lo incorrecto. Sofía Gala habla mucho del amor tóxico y todo lo que tuvo que desaprender en su vida y cómo hay algunas cosas del personaje con las que se sentía identificada, porque nadie es perfecto, y esto es una ficción que lleva eso al extremo. Me divertí mucho creándola. Si no usamos la ficción para eso, ¿para qué está? Yo no creo que haya que ser lógico lineal y políticamente correcto todo el tiempo.

¿Qué quisiste trabajar en este filme?

-El gran tema de la peli no creo que sea el amor, creo que es el deseo y la búsqueda del deseo. El personaje de la científica está desarrollando la oxitocina, la droga del placer. Cada vez que generamos una situación de placer, nuestro cuerpo emana oxitocina. Me acuerdo cuando Rafael Spregelburd leyó el guión y me dijo que sí, que quería participar, yo me puse muy contenta porque otro actor anteriormente me había dicho que no porque le parecía muy oscura. Y Rafael me dijo que le gustó porque hay cuatro temáticas que desde Shakespeare se trabajan un montón: el amor, el deseo, la muerte y la vida y el sexo. El deseo puede estar ligado al amor, pero no siempre. Y justamente no hay muchas películas hechas por mujeres que trabajen este tema y que no desarrollen un deseo hetero cis normado. Y menos en Argentina.

La película no hubiese sido la misma si hubieras decido centrarla en una pareja hétero…

-No hubiese sido una pareja hétero porque siempre estuvo esta cosa de la unidad, del espejo, el desdoblamiento, la transformación y no me imaginaba que una imagen femenina se transforme en una imagen masculina. No me imaginaba un viaje trans. Siempre lo pensé con dos mujeres porque son las historias que a mi más me interesan contar.

A partir del jueves 16 la película se puede ver en el cine Gaumont del 16 al 22 a las 20 y los días 16, 21 y 22 en El Palomar Cine Helios, espacio INCAA. En Bolivar, en el Cine Avenida del 16 al 19 de junio, espacio INCAA. Y en el marco del Festival Las Mujeres y el Cine en el Teatro Colón de Mar del Plata, el viernes 24 a las 21.