El partido fue y vino. Arsenal le ganaba 1 a 0 a San Lorenzo al término del primer tiempo y en 25 minutos del segundo, San Lorenzo lo dio vuelta y pasó arriba 3 a 1. Cuando en las tribunas del Nuevo Gasómetro, la bronca contra los dirigentes le daba paso a los gritos a favor "de los pibes" y a cierto alivio, Arsenal reaccionó y en dos minutos y con dos goles del paraguayo Cristian Colman empató 3 a 3 y repuso en el ámbito azulgrana toda la bronca por un resultado que parecía asegurado y no se supo cerrar. Y, sobre todo, por una crisis a la que nadie parece querer o poder ponerle fin.
Arsenal se le atrevió a San Lorenzo desde el arranque mismo del juego y a los 19 minutos, se puso en ventaja por intermedio de Lucas Suárez tras un rebote en Torrico a la salida de un corner. Fue tan pobre la prestación de su equipo que, de regreso para el segundo tiempo, el técnico sanlorencista, Rubén Insúa, golpeó la mesa y metió tres cambios: entraron Leguizamón, Ortigoza y Braida y salieron Bareiro, Perruzzi y Martegani. Y los efectos fueron positivos: San Lorenzo ganó en empuje, con Ortigoza empezó a manejar los tiempos en la media cancha y el arco de Arsenal quedó mas cerca.
A los nueve minutos, Navas le cometió un penal a Fernández Mercau que Ortigoza transformó en el 1 a 1. Cinco minutos más tarde, Cerutti, acaso el jugador de San Lorenzo de rendimiento mas determinante, desbordó por la izquierda y sacó un centro que Jalil Elías transformó en el 2 a 1. Y a los 23 minutos, Leguizamón pasó entre dos defensores del equipo del Viaducto, cruzó su zurdazo al segundo palo y puso el 3 a 1. El primer triunfo del campeonato asomaba posible, al alcance de las manos.
Pero nadie contaba con el ingreso en Arsenal del paraguayo Colman, que entró por Krupszky un minuto antes del tercer gol de San Lorenzo. Y que con dos corridas en dos minutos, volvió a oscurecer la tarde del Bajo Flores. A los 30 minutos con un derechazo que se metió entre Torrico y el primer palo y a los 32 con otro derechazo cruzado que ingresó por el segundo poste, transformó el 3-1 en un 3-3 que dejó al estadio en silencio. Sin poder creer la manera en la que una victoria que parecía abrochada, se escapaba de las manos.
Pudo haber terminado aún peor el partido. A los 43 minutos, los reflejos de Torrico para dar un manotazo a tiempo ante un cabezazo de Suárez evitaron una derrota que hubiera sido indigerible. Los hinchas y los socios de San Lorenzo se fueron del Nuevo Gasómetro rumiando bronca. No hay plata para traer los refuerzos de jerarquía que los dirigentes le prometieron a Insúa. Y el momento es demasiado pesado como para pretender que los chicos den la cara y se hagan hombres antes de tiempo.