“Si Eva nació de una costilla de Adán, ya empezamos mal”, afirma Magdalena Díaz Araujo, docente de Historia General de las Religiones en la Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR) y de Historia del Arte y la Escenografía en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO). Su campo de investigación son los estudios de género vinculados a los dogmas religiosos. A ella le apasiona ahondar en la historia de los cuerpos, la genealogía de la sexualidad y el deseo a partir del análisis de los mitos y relatos eclesiásticos.

Siempre se interesó por analizar la manera en que las distintas religiones habían construido una concepción binaria de la sexualidad que rige hasta la actualidad. A partir de este interés, Díaz Araujo descubrió que “estos tipos de relatos hablaban de los géneros desde una construcción que le atribuían a lo femenino una vinculación del placer más cercana a lo corporal y a las masculinidades cierta imposibilidad de controlar su propio deseo. Entonces eso me interesaba para ver cómo fueron afectando esas creencias, esos dogmas, dentro de ciertas figuras, como es el caso de Eva, para ver cómo se construye esta figura a lo largo del tiempo y ver cómo se van construyendo esas vinculaciones en base al deseo y al placer”.

Por su labor revisionista sobre el judaísmo y el cristianismo, acaba de convertirse en la primera representante latinoamericana del prestigioso Enoch Seminar, el grupo académico más influyente a nivel internacional en lo que concierne al estudio del judaísmo del Segundo Templo – entre los siglos VI a.C. y I d.C.– y a los orígenes cristianos, rabínicos e islámicos.

“Hay muchas corrientes religiosas que construyen a la figura de Eva como una persona que no puede luchar contra su deseo porque no tiene una agencia en ese sentido, mientras que la masculinidad es construida como quien debería luchar contra ese deseo. Ahí se puede ver la vinculación directa entre la corporeidad femenina, pasiva, y el deseo masculino, que es el único que tiene agencia en ese momento para poder controlar ese deseo, generado por culpa de la mujer”, sintetiza la investigadora nacida en Mendoza en diálogo con el Suplemento Universidad.

En los últimos años, esa pasividad femenina construida por ciertos relatos religiosos se hizo eco en las voces de los sectores conservadores que se opusieron a las leyes sobre Identidad de Género y Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo. “En el caso de mi propio territorio, lo que yo veo en Mendoza o en La Rioja es preocupante. En el sentido de que se han legitimado ciertas creencias religiosas como parte de ciertos espacios políticos que plantean abiertamente una teocracia. Está claro que hay una interferencia muy grave de ciertas instituciones religiosas que intervienen de diferentes maneras en lo que son las decisiones del Estado”, señala Díaz Araujo.

La historiadora será parte hasta 2025 del Comité de Directores del Enoch Seminar, cuyos diez miembros son europeos, estadounidenses e israelíes, a excepción de la incorporación reciente –por primera vez en la historia de la organización– de un representante africano y de una latinoamericana. Ella estará abocada a investigaciones con visión regional acerca de la construcción de los cuerpos a partir de la influencia decolonial. “Es muchísima responsabilidad, pero también es un puntapié inicial, una puerta que se abre para toda la región. Mi idea es ir incorporando cada vez más personas de otros países, de otras regiones con otras miradas, como el Caribe y Centroamérica por ejemplo, para que no sea solo mi voz, sino algo colectivo. Yo puedo incorporar nuestra mirada regional, pero es importante que esa mirada sea colectiva”, subrayó.