Un artefacto con forma de animal es analizado por la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca (UNCA), tras ser descubierto por un joven de 15 años en la localidad de Balcozna. El objeto está realizado de jadeíta, un mineral verde blanquecino bastante raro y que no se encuentra en la zona, lo que abre un abanico de interrogantes sobre su confección y cómo llegó a ser enterrado allí.

Se trata de una “illia”, un amuleto de forma humana o animal para la fertilidad. La pieza, que tiene 7 centímetros de largo, 4 de ancho y 4,5 de alto, fue hallada mientras un adolescente y su padre araban la tierra para el cultivo de zapallo en Balcozna, en el departamento de Paclín. Sorprendidos, se contactaron con el docente e investigador de la UNCA Emilio Villafañe, conocido en esa región, ya que su familia reside en el lugar. De hecho, su primo trabaja con la familia que encontró el objeto.

“Apenas lo tuve en mis manos supe por sus características que era un artefacto arqueológico, principalmente por el material con el que fue hecho. Hablé con un par de especialistas muy amigos y me confirmaron que se trataba de una illia, además de mencionarme que, si bien hay muchas piezas de este estilo, no existía ninguna en la provincia que estuviera realizada de jadeíta”, explicó Villafañe al Suplemento Universidad.

Este mineral, de textura fibrosa y color verde blanquecino, no es propio de la zona y, según detalló el investigador, “hay que alejarse 500 kilómetros para poder encontrarlo”. Esto genera interrogantes sobre el lugar en que fue confeccionada la illia y el porqué de su entierro en ese punto geográfico; ante ello, el catedrático tiene una teoría sobre cómo pudieron haber sido los hechos: “Si bien el hallazgo nos genera más dudas que certezas, esto sugiere que la gente en el pasado se trasladaba constantemente, se movilizaba y estaba en contacto entre sí para realizar intercambios de ideas, alimentos, materiales. A su vez, puede ser que un habitante se haya marchado a las minas del oeste catamarqueño, de donde creemos que pudo salir la jadeíta, y volver con el artefacto para enterrarlo como una ofrenda a la tierra para que sea fértil y abundante”.

Villafañe, que también es investigador de la Fundación Azara, explicó que las illias han tenido “un sinfín de formas y significados” en el mundo andino; en este caso, otra dificultad radica en la imposibilidad de establecer una cronología del objeto “por haber sido encontrado sin contexto”, que es un aspecto vital dentro de la arqueología.

“No sabemos la fecha, pero mis investigaciones en Balcozna me dicen que una gran parte del material arqueológico es del primer milenio de esta era, de manera que, si bien no se puede hablar con precisión de la época en que fue depositado bajo tierra, en mi opinión tiene más de 1000 años”, analizó.

Considerada por el experto “como la cuna de la arqueología argentina”, Catamarca es una provincia que recibe la visita de una gran cantidad de investigadores al año. En ese orden, el rol que cumple la UNCA en la región posee un gran valor para Villafañe, debido a que “estudiar el pasado siempre es pertinente para conocer y entender las lógicas bajo las cuáles vivía la gente”.

“Esas formas distintas de ver el mundo por parte de las comunidades que habitaron la zona aún están presentes en la sociedad, y es nuestra función desenterrarlas y poder resignificarlas”, subrayó.