David Bowie no inventó el glam rock, pero fue quien le dio el brillo definitivo. Entre 1971 y 1973, el cantante británico que hasta ahí había andado a los tumbos y pegado un hit moderado con "Space Oddity" se convirtió a sí mismo en una rareza espacial. Y, de paso, definió a parte de una generación y le abrió al resto un abanico de posibilidades acerca del sexo, el entretenimiento, el estrellato, la imagen, los negocios y el rock. Y todo gracias a Ziggy Stardust, una creación tan definidamente indefinida que terminó por convertirse en una especie de alter ego peligroso.
El 16 de junio de 1972, cuando apareció el disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars, Bowie era ya el tema de conversación del Reino Unido. No tanto por sus discos -Hunky Dory, que había salido unos meses antes, no había logrado demasiado suceso pese a que tenía "Changes" y "Life on Mars?"- sino porque parecía ser la encarnación de todo lo que estaba bien en el rock en ese momento. Había redefinido su imagen con un corte de pelo novedoso (y color zanahoria) que dejaba atrás la larga cabellera de antaño: difícil, a la distancia, no ver en ese gesto el adiós a los '60. Sus vestimentas -cortesía de FreddI Burretti- también se habían puesto cada vez más complejas y llamativas, especialmente porque quebraban las reglas impuestas para los géneros. Usaba maquillaje de un modo que nadie había visto en el rock hasta el momento. Y, para coronar el impacto, se había declarado gay en una entrevista con Melody Maker, que por entonces era "el" semanario rockero en las islas.
La presentación del disco fue con una conferencia de prensa en la que daban vueltas por ahí los dos nuevos "protegidos" del artista: Lou Reed e Iggy Pop. Los periodistas se arremolinaban para lanzarle preguntas, que Bowie contestaba a veces con profundidad y en otros casos con una graciosa vaguedad. Hablaba de Ziggy Stardust en tercera persona, pero pronto sus seguidores empezarían a referirse a él con el nombre de su creación, como si fuera imposible escindirlos. "Descubrí que tenía una timidez insoportable -le dijo el artista a la revista Mojo en 200-. Era mucho más fácil para mí ser Ziggy Stardust abajo del escenario tanto como arriba. También parecía más divertido. Un engaño divertido".
Parte de ese engaño era actuar como una estrella de rock cuando todavía no lo era. La estrategia había tomado forma entre la temática que Bowie había delineado para Ziggy Stardust y la forma de presentarlo al mundo que había imaginado su manager Tony DeFries, en la que no se ahorraba en limusinas y guardaespaldas mientras crecían las cuentas en rojo.
Distopía
Pero el engaño no era tan simple: además de actuar como una estrella, Bowie había decidido crear una y después encarnarla. Ziggy Stardust era precisamente eso, una rock star extraterrestre que había sido enviada a la Tierra para salvarla de un apocalipisis que llegaría en sólo cinco años ("Five Years" esa la canción que abre el disco). Andrógino y bisexual, Ziggy encantaba a sus seguidores con su guitarra, pero su propio ego lo alejaba primero de su banda, Las Arañas de Marte, y luego de todo el resto, hasta quedar solo y en bancarrota: "Rock'n'Roll Suicide" es la canción final del álbum. En la tapa, una foto en blanco y negro tomada por Brian Ward y recoloreada por el ilustrador Terry Pastor mostraba al alienígena en Londres, más precisamente frente a la peletería K.West. El juego con la palabra "quest" -que entre sus significados tiene a "misión" y "búsqueda"- no pasó inadvertido.
Bowie grabó las primeras canciones de Ziggy Stardust en las mismas sesiones de Hunky Dory, pero todavía no estaba definido el concepto del disco. En algún momento entre fines de 1971 y comienzos de 1972, el cantante jugó con la idea de convertir a su estrella extraterrestre en protagonista de uno de esos musicales que lo fascinaban. "Había algo de narrativa", contó en Mojo tres décadas más tarde. "Un leve arco dramático. Y mi intención era completarlo más tarde. Nunca lo hice porque antes de que me diera cuenta de dónde estaba había grabado la maldita cosa. No había tiempo para esperar. No podía permitirme estar sentado durante seis meses y escribir una obra teatral, era demasiado impaciente".
En la misma entrevista, Bowie reconocía que haber dejado el proyecto "sin terminar" le había agregado valor, porque eran los fans quienes completaban con su imaginación las andanzas de Ziggy. El personaje había sido creado como una melange de varios artistas: Iggy Pop, Vince Taylor (quien se describió a sí mismo como mezcla de alienígena y Dios) y Legendary Stardust Cowboy (pionero del psychobilly), entre otros. "Es una criatura encantadora. Lo quiero mucho", dijo el cantante en la época, Una de las influencias más claras en la narrativa del disco fue la película La naranja mecánica, que se había estrenado en 1971. Como el disco, el film de Stanley Kubrick basado en la novela homónima de Anthony Burgess presentaba un futuro distópico y ponía de manifiesto la autodestrucción de su protagonista.
La confusión sobre quién era Ziggy y quién David comenzó entre el público, pero el cantante la abrazó. "No creo que David Bowie sea importante en absoluto", le dijo al New Musical Express en julio de 1972. "Creo que el concepto y la atmósfera que es creada por la música que escribo son más importantes que yo. Siempre me he sentido el vehículo para algo más, pero nunca entendí realmente para qué era".
Las Arañas de Marte
Como para añadir más confundismo (Babasónicos dixit) a los límites entre el artista y su criatura, Bowie bautizó a su banda de entonces The Spiders from Mars, igualito que la que acompañaba a Ziggy Stardust en su misión redentora fallida. Los músicos eran los mismos que habían grabado en Hunky Dory, excepto por el tecladista Rick Wakeman, que se había ido para ser parte de Yes: el baterista Woody Woodmansey, el bajista Trevor Bolder y el guitarrista Mick Ronson. Este último, en particular, fue crucial en el sonido del disco, no sólo por sus solos del tamaño de un estadio sino por sus arreglos brillantes. Por esos días, "Ronno" era una suerte de mano derecha de Bowie, con quien compartió la producción de Transformer, el disco "glam" de Lou Reed.
Pero Bowie no la tuvo fácil para convencer a los tres músicos de convertirse en Arañas de Marte: no querían saber nada con la imagen que el artista quería proyectar en ellos. El batero y el bajista finalmente aceptaron botas, vestuario, maquillaje y corte de pelo después de ver en vivo a Alice Cooper, pero el guitarrista tomó su instrumento y rajó. Fue Woodmansey quien, a pedido del cantante, lo corrió hasta la estación de Beckenham y, tras una hora de charla, lo trajo de vuelta al estudio.
En lo estrictamente musical, el álbum no proyectaba el futuro como lo hacía su narrativa. Más bien, abrevaba en el pasado: hay vodevil ("Soul Love"), balada dramática ("Rock'n'Roll Suicide") y por supuesto rock and roll ("Moonage Daydream", "Star", "Hang on to Yourself", "Suffragette City"). La producción fue del propio Bowie con la ayuda del técnico de grabación Ken Scott (igual que Hunky Dory), con un sonido algo chillón y liviano, casi sin graves, en el que el centro de la atención siempre está en la voz. En ocasiones, eso sí, la guitarra de Ronson viaja a la estratósfera, como en el riff de "Moonage...", aunque cuando parece que todo va a explotar en pedazos es reemplazada primero por saxo y flauta, y luego por las cuerdas. Pero el solo final es absolutamente delicioso e inusual, una muestra de la inventiva de "Ronno".
"‘Moonage Daydream' es mi canción favorita de Ziggy, la que aún me emociona... si me dejo llevar, hasta las lágrimas", confiesa Richard Coleman. "Hace años, después de escuchar varias veces el álbum por primera vez, se impregnó en mi sensibilidad para toda la vida. Tiene de todo, elementos de rock sinfónico y de glam, efectos, el solo de guitarra de Mick Ronson, ese outro épico… No sé si es la mejor, pero me pasa eso".
"Moonage Daydream" fue, también, la primera canción que tocaron los Cienfuegos en su primer ensayo. "Ziggy Stardust me hace pensar en una escuela de vida", asegura Sergio Rotman. "Después de una época muy dura, entre los 19 y los 23, exclusivamente de punk, Ziggy era un disco que sabíamos que nos iba a gustar, pero que todavía no estábamos preparados para escucharlo. Y hablo en plural porque sé que le pasó a más de uno de mis amigos. Ese momento de que nos gustara mucho llegó enseguida que empezamos a tocar juntos como Cienfuegos y representaba un mundo que por aquel entonces era un terreno totalmente virgen; entonces volvíamos atrás, desde el punk, a escuchar esos discos, y entendíamos un montón de cosas que habían sido influencia de los grupos que nos gustaban. En ese aspecto, cuando vas a las letras, a la historieta y todo eso, se produce una sensación como de escolaridad, como de ir a aprender. Y todavía hoy es la sensación que me da el disco: es de donde aprendí".
Polvo de estrellas
"Lady Stardust", una de las piezas centrales del álbum, está basada en el piano y, al parecer, fue inspirada por Marc Bolan, la estrella primigenia del glam rock y frenemy de Bowie. Se habían conocido hacía años, mientras blanqueaban las paredes de la oficina de su manager y soñaban con la fama. Ambos venían de varios intentos de "pegarla" con un sonido que remitía a los '60 hasta que, al frente de T. Rex, el diminuto cantante y guitarrista estableció las bases del género y algunas de sus características visuales. "Estábamos todos verdes de envidia -admitió Bowie en 2002-. Era terrible. Lo discutimos durante unos seis meses. Era tipo 'Le está yendo mucho mejor que a mí'. Y él se puso muy altanero con los que todavía estábamos en el subsuelo. Pero dejamos eso atrás".
Del subsuelo saltaron a la palestra glam artistas como Slade, Sweet, Gary Glitter, Roxy Music (con una propuesta más "arty", ensamblada por Brian Ferry y Brian Eno) y Mott The Hopple (a quienes Bowie les cedió el himno generacional "All the Young Dudes" y les produjo el disco homónimo). Pero el faro siempre era Bolan, que ya había publicado el brillante Electric Warrior y que a los pocos días de aparecido Ziggy lanzó su otra obra maestra, The Slider.
En su suerte de "Biblia glam" titulada Como un golpe de rayo (Caja Negra), el periodista y escritor Simon Reynolds deja en claro que Bolan tuvo más hits que Bowie, pero que el líder de T. Rex terminó relegado por la forma en la que su "contrincante" manejó su imagen. “Bowie dominó como figura mediática, alguien sobre quien la gente especulaba, analizaba, debatía y escribía artículos”, le dijo Reynolds a Página/12 cuando vino a Buenos Aires a presentar el libro. “Era un gran entrevistado y sus fotografías cuidadosamente seleccionadas circulaban por todas partes. Así que, aunque T.Rex tuvo singles mucho más exitosos y fue una enorme sensación pop para los adolescentes, Bolan rápidamente se dio cuenta de que Bowie le había ganado en cuanto a credibilidad o ser tomado en serio. En la guerra de discursos, Bowie fue el campeón. Bolan sintió muchos celos sobre esto, y dijo algunas cosas vergonzosamente amargas y desagradables sobre Bowie. Y le da crédito a Bowie como ser humano que nunca haya contraatacado y haya sido siempre muy gentil respecto a Bolan”.
Mantené tu ojo eléctrico sobre mí
Bowie tenía más que un discurso (no del todo coherente) acerca de su persona y su personaje. Las canciones de Ziggy Stardust superan el concepto difuso del álbum, aunque no estén entre sus mayores hits. Pero si algo faltaba para redondear la imagen de estrella omnisexual eran las presentaciones en vivo junto a The Spiders from Mars. La primera aparición en televisión, adelantando "Starman" en Top of the Pops, tuvo un impacto enorme, especialmente porque en el estribillo Bowie abrazó a Ronson mientras cantaban.
Visto desde el presente, parece mentira que un gesto tan sencillo concitara tanta atención, pero en 1973 era un escándalo para la sociedad machista y homofóbica. Pero Ziggy/Bowie era bisexual y lo ponía en primer plano. Reynolds asegura que la "salida del closet" del cantante fue "una exageración", pero no minimiza su impacto: "No se puede negar que sus declaraciones fueron inmensamente liberadoras. Para muchas personas jóvenes gays que emergían a su sexualidad en ese momento, que una estrella pop tan grande –y tan talentosa, interesante y culturalmente central– dijera que era gay fue increíblemente fortalecedor y alentador. Y el resultado realmente apareció, creo yo, a principios de los ‘80, particularmente en el pop británico, con toda una ola de cantantes y músicos que eran abiertamente gays: Boy George, Frankie Goes to Hollywood, Soft Cell, Marilyn, Bronski Beat y Pete Burns. Esos eran los hijos de Bowie".
Los hijos de Bowie le prestaron mucha atención a su forma de pararse en el escenario. Es que el amor del cantante por los musicales y su paso por la compañía del mimo Lindsay Kemp contribuyeron a delinear presentaciones con un componente teatral. "Siento que una buena parte del teatro no implica necesariamente el decorado", le dijo al NME en la época. "Nosotros no usamos decorado. No me interesa el decorado. Si tenemos una teatralidad, esta sale de nosotros como personas, no como un ambiente que montemos o una escena. Igual que tocar un instrumento, el oficio del teatro es algo que se aprende (...) Sólo estuvimos de gira tres meses, así que todavía estamos aunando esfuerzos, pero si hay algo que deseo es ser yo mismo el decorado para las canciones. Quiero ser el vehículo para mis canciones. Me gustaría colorear el material con tanta expresión visual como fuera necesaria para la canción".
Mientras la gira de Ziggy Stardust se desarrollaba, la teatralidad de las presentaciones iba en aumento, con cambios de vestuario y bailarines incorporados. El mejor registro visual de la época es la película titulada como el disco, que registra (parcialmente) el último concierto de los Spiders from Mars. D.A. Pennebaker, uno de los pioneros del direct cinema, venía de trabajar con Bob Dylan, John Lennon y Alice Cooper cuando recibió el ofrecimiento de viajar a Londres. "Eso sí que fue casi un accidente, porque pensé que querían que filmara a otro artista, a Bolan", le dijo a Página/12 en 2007. "No conocía bien a David Bowie, aunque creo que había escuchado algunas canciones suyas. Sólo fui porque me insistieron. Y llegué justo el día antes del show que tenía que filmar. Pero cuando vi a David sobre el escenario pensé: '¡Mi Dios!'. Se suponía que íbamos a filmar media hora para un disco experimental que RCA planeaba lanzar, creo que se llamaba Selectavision... Pero cuando vimos lo que estaba sucediendo, decidimos hacer la película. Fue algo que sucedió casi por accidente, nadie lo esperaba".
Lo que tampoco esperaban Ronson, Woodmansey y Bolder era la declaración de Bowie antes de cantar "Rock'n'Roll Suicide". "De todos los shows de la gira, este en particular va a quedarse con nosotros por más tiempo", dijo ante el delirio de la multitud, que enmudeció enseguida. "No sólo es el último show de la gira sino que es el último show que haremos". El 3 de julio de 1973, en el Hammersmith de Londres, David se desprendió de Ziggy. Para entonces, ya había salido Aladdin Sane y estaba a punto de concretarse el disco de covers Pin Ups (donde no estaría Bolder), pero, más importante, al propio artista se le habían borrado los límites con su creación, en parte debido a su creciente consumo de cocaína.
Pero el "daño" a la sociedad pacata y aburrida de principios de los '70 ya estaba hecho. El disco, además, había puesto patas para arriba al rock, cuestionando varios de sus supuestos "valores" fundacionales. "Ziggy Stardust es una de las herramientas más importantes que tuvo el rock de la época para evolucionar hacia el lado correcto. Hacia el lado del punk rock y el post punk, y no hacia el jazz rock", plantea Diego Tuñón, tecladista de Babasónicos. Y Coleman completa: "Es un disco con un audio y produccion impresionante, por lo ecléctico y clásico. No es un disco de rock y ya. Lo que tiene de especial, aun despues de 50 años, es cómo funciona el asunto 'conceptual', la dinámica del playlist, cómo te lleva a escuchar un tema después de otro como si fuera una serie en maratón. Una historia de ciencia ficción: Bradbury, Shakespeare y Ken Russell, William Gibson, Lennon y los Pistols, todo en menos de 40 minutos a máximo volumen".