Moneyboys 7 puntos
Austria/Francia/Bélgica/Taiwán, 2021
Dirección y guion: C.B. Yi.
Duración: 120 minutos.
Intérpretes: Kai Ko, Yufan Bai, Zhexi Lin, Zeng Meihuizi, Qiheng Sun.
Estreno en la plataforma Mubi.
Los diferentes lugares en los cuales transcurre la historia de Moneyboys –un par de grandes ciudades y un pequeño poblado rural, siempre dentro de las fronteras de China continental– pueden llevar a confusiones. La opera prima del realizador chino nacionalizado austriaco C.B. Yi (en ese país europeo vive desde su infancia) fue rodada en Taiwán, donde el matrimonio entre personas del mismo sexo fue legalizado hace tres años. Difícilmente la censura de su país natal hubiera autorizado el guion de una película que tiene a un grupo de taxiboys como protagonistas, aunque el título no mencione el medio de transporte sino el dinero contante y sonante derivado de la actividad. Liang Fei (actor y cantante taiwanés muy reconocido en la isla) encarna a un joven de provincia que, en el prólogo de Moneyboys, da sus primeros pasos en la prostitución en una innombrada urbe de importancia, con la compañía y el apoyo de su pareja Xiaolai, algunos años mayor y más experimentado en el negocio.
Un hecho de violencia luego de un altercado con un cliente de malos hábitos termina la relación de forma abrupta y un cartel en pantalla anuncia que han transcurrido cinco años y la acción se ha trasladado a otra ciudad. Fei vive ahora con un hombre, su amante y mentor, mientras continúa con los menesteres del oficio secreto, origen del dinero que envía regularmente a su familia. Es precisamente una visita al pueblo natal, ante una grave enfermedad del abuelo, lo que marca el origen de los conflictos por venir. El film de C.B. Yi, que tuvo su paso por el Festival de Cannes el año pasado, está pautado por una narración episódica, dividida en grandes bloques, un poco a la manera de los primeros films de Wong Kar-wai. En el segmento dedicado a la descripción del regreso a las raíces queda expuesto, con la notable excepción de la hermana, el rechazo de los miembros de su familia a la homosexualidad y a ese poco honorable empleo. Lo cual no impide que el dinero “sucio” sea aceptado sin chistar.
El reencuentro con un amigo de la infancia dispara otro gran bloque narrativo, cuando este se presenta de golpe y sin previo aviso en la casa de Fei. Él también quiere hacer dinero prostituyéndose y, a pesar de la reticencia del protagonista, termina ayudándolo a instalarse en la ciudad. Allí comienza otro gran amor, no exento de conflictos y rechazos, que choca de frente con una nueva realidad cuando esa vieja llama, desaparecida cinco años atrás, reaparece en un encuentro casual. A esa altura de Moneyboys, resulta claro que el realizador no desea hacer una denuncia sobre el estado de ciertas cosas (aunque allí está esa sutilmente violenta escena de la policía irrumpiendo en su casa), sino un relato melancólico sobre las cosas que se van perdiendo en el camino de la vida. Fei es un héroe romántico cuyos deseos nunca podrán ser satisfechos, en gran medida por su propia condición anhelante.
“Siempre estás intentando complacer a los demás y así te lastimás a vos mismo”, le dice su compinche luego de que el pasado regresa con fuerza a la vida de Fei. Exalumno de Michael Haneke en la Academia de Cine de Viena, C.B. Yi logra conmover con armas genuinas en escenas como la de la despedida de un colega, un ex moneyboy casado con una mujer por apariencia y respeto a las tradiciones familiares, que parece tomada de un film de Hou Hsiao-hsien: filmada sin cortes en un extenso plano-secuencia, la cámara se mueve hacia los extremos de una mesa, alrededor de la cual los comensales disfrutan de un festín culinario. Uno de los varios momentos que demuestran cabalmente el talento del director debutante, que planea hacer de esta opera prima la primera parte de una trilogía que tiene al tema inmigratorio y sus arideces como uno de los ejes centrales.