Timbre 4, la sala fundada por Tolcachir y su grupo de amigos al fondo de un pasillo de un PH, actualmente una de las más grandes del circuito alternativo, está cumpliendo quince años. “Fue un acto muy egoísta Timbre –sostiene el director, dramaturgo y actor–. Fue para nosotros. Yo no encajaba en ningún lado. Terminaste de estudiar, empezaste a laburar como actor y ves que no tenés mucho dominio sobre la vida. Te llaman para una obra, con suerte, y con muchísima suerte te gustan la obra, el personaje y con quién tenés que trabajar. Uno no tiene muchas posibilidades de elegir la vida que quiere tener. Timbre fue una reacción a eso”, define. El teatro-escuela ubicado en Boedo fue también producto de una época. “Era una crisis espantosa, la de 2001. Pero más allá de esa crisis, tengo la suerte de haber encontrado en mi camino amigos a los que amo sobrenaturalmente. Y ellos a mí. Timbre está construido de uno para otros. Yo trabajando para el camino de ellos y ellos para el mío, dándonos lo mejor. Es una construcción de amor, que tiene forma de teatro, boletería y cabina de luces. El lugar es ellos, más allá del edificio.”