Los libreros, invisibles como mineros que trabajan en las excavaciones, construyen una suerte de gran patria para los lectores. Natalia Asunción Poblet, Natu, como la llamaban desde el afecto proclive a los diminutivos y a comprimir los nombres para que suenen más cálidos, murió ayer a los 79 años, la misma edad que tiene la librería que fundó su padre, Clásica y Moderna, un ámbito que ella convirtió en un espacio de hospitalidad y referencia de la cultura porteña, frecuentado por Manuel Mujica Lainez, Alejandra Pizarnik, Arturo Jauretche, José Bianco, Beatriz Guido, Alberto Girri, Enrique Pezzoni, Juan José Hernández, Juan José Sebreli, Oscar Hermes Villordo, Ernesto Schoo, Liliana Heker, Ana María Shua y Sylvia Iparraguirre, entre tantos otros narradores y poetas. El local paterno, en Callao 892, incluía una vivienda al fondo. De niña jugaba con los libros y armaba casitas. “De muy chiquita creía que todo el mundo era librero porque mi tío, el hermano de mi papá, tenía una editorial. Y mi abuelo, el padre de ellos, tenía otra librería. Yo me la pasaba de la librería de mi padre y la editorial de mi tío a la librería de mi abuelo”, recordaba “Natu” las escalas de ese itinerario infantil donde los libros eran el centro del universo. De la vida misma.
A pesar de su pasión por los libros, estudió arquitectura en la Universidad de Buenos Aires y trabajó como arquitecta hasta comienzos de los años 80, cuando murió su padre y aceptó que la mejor herencia consistía en prolongar el apellido Poblet como una dinastía de libreros, junto a su hermano Paco. Entonces volvió a su mente una dedicatoria paterna, como quien encuentra una señal que siempre estuvo, pero no alcanzó a divisar o no supo entender. “Para mi querida hija Natu, que seguirá la tradición de su abuelo y de su padre”, escribió Francisco en un libro sobre arquitectura francesa que le regaló a su hija. Constructora de casas en más de un sentido, “Natu”, transformó Clásica y Moderna en un lugar donde los libros dialogaban con otros artistas y disciplinas, especialmente con los músicos. Ecléctica y autodidacta, definía a Clásica y Moderna como una “librería de autor, de lector”.