Los “brotados” –poetas de diversas generaciones que escriben y leen con pasión y convicción– tienen su manifiesto. “La poesía es revolucionaria, libre, materia viva y –como dice Nicanor Parra– un artículo de primera necesidad. En estos tiempos áridos apostamos a lo colectivo, a abrir espacios donde la palabra circule de boca en boca, se reinvente, nos resignifique. Somos una sociedad de poetas vivos. Venimos a alzar la voz. Quien quiera oír que oiga”. El ciclo Brote poético cumple un año y lo festeja con lecturas de Washington Cucurto, Ariel Bermani, Belén Villalba y Priscila Pauletich hoy a las 21.30 en Otro Lado Centro Cultural (Gallo 769). También habrá una peña folk rockera con invitados especiales. Marina Cavalletti, coordinadora del ciclo, cuenta que la idea surgió después de que asistió a una lectura. “Era un día de semana, a la tarde y al aire libre. Había muchísima gente. En ese momento me di cuenta de que el estereotipo del poeta que escribe solo y encerrado era solo un cliché. Me pareció que declamar, a viva voz, cuestiones emotivas, pero también ideológicas, tenía una potencia enorme. Así que le pedí ayuda a un amigo librero que tenía un local e hicimos el primer Brote, el 8 de junio del año pasado”, recuerda la poeta, música y periodista.
Brote poético –que se realiza los segundos miércoles de cada mes– está integrado por todos los poetas que se suman a leer. “Si bien soy responsable de la coordinación, con todas las gestiones que eso implica, me motoriza lo colectivo, el sentido de lo plural. Así que el Brote también es una polifonía”, cuenta Cavalletti, profesora de castellano, literatura y latín, docente de la Universidad Nacional de Avellaneda y miembro del equipo de Coordinación de Colecciones de Ediciones Lamás Médula/Grupo Editorial Sur. “El nombre del ciclo salió de mis apuntes de clase con Alan Pauls. Él insistió con la palabra ‘brote’, no recuerdo por qué. Y pensé que en una época donde las fobias están de moda era mejor brotarse poética y no psicóticamente”. En este año de itinerancia por distintos espacios –Salta y resto, Bar la poesía, Café del árbol y Gorlami, entre otros–, pasaron por el ciclo 12 músicos y 70 poetas, se editaron 6 fanzines de distribución gratuita y una antología Brote poético 2016, publicada por Eloísa Cartonera, con poemas de todos los poetas que leyeron el año pasado: Miguel Martínez Naón, Julia Magistratti, Carlos Aldazábal, Gabriela Luzzi, Alfredo Luna, Analía de la Fuente, Reynaldo Castro, Facundo R. Soto, Mario Saravia y Gabriela Pais, por mencionar apenas algunos nombres. El ciclo también tuvo participaciones especiales en la Escuela Pública Itinerante, la 43° Feria Internacional del Libro, la Feria Regional de Industrias Culturales de Almirante Brown y pronto formarán parte de “Roque Pérez lee 2017”, con lectura y talleres gratuitos, abiertos a la comunidad.
“Si pensamos en términos imperialistas, la poesía es como ‘mercancía’ una resistencia en sí, porque escapa a todas las leyes del mercado, se burla de él en la cara –plantea Cavalletti a PáginaI12–. Algo así como lo que decía Gelman en ‘Confianzas’: aunque no entres gratis al cine con poemas, la obstinación por la palabra persiste, ese sentarte a la mesa y escribir, a pesar de todo. La poesía es también transformación porque nadie lee un buen poema y queda igual. Ese efecto individual, en lecturas colectivas, puede movilizar al mundo. El verdadero poeta confía, en mayor o menor medida, en que el mundo se modificará, no por egolatría sino porque, como dice Alberto Szpunberg, ‘todo poema convoca a asamblea permanente’, todo poema llama a la acción”. Cavalletti advierte que la poesía no es algo muerto. “Si todavía alguien cree que los poetas y artistas solo jugamos con las palabras, se equivoca. Hay un compromiso muy fuerte de los creadores con su contexto. Los poetas alzamos la voz contra el pensamiento único, contra el ‘mainstream’, y accionamos, gestionamos, editamos de manera independiente, debatimos y reflexionamos sobre nuestra escritura y la de nuestros colegas. Incluso, corremos los cánones de lo poetizable o no. No nosotros, ya lo hizo Baudelaire. En la Argentina de los 90, (Martín) Gambarotta o Cucurto también. Y muchos lo hacen hoy. Más allá de gustos o corrientes, la poesía está más ligada a lo cotidiano”, afirma la poeta.
Cavalletti subraya que “la poesía es necesaria más que nunca” porque “nos invita a pensar, a analizar, a empatizar y a movilizarnos”. “La poesía es la piedra en el zapato de los poderosos, que no entienden por qué insistimos, que instalan la falacia de que es un género difícil y para pocos. En la actualidad hay un resurgimiento de la poesía, decenas de ciclos y festivales, voces que circulan por las redes sociales y en editoriales independientes. Tanto en las marchas del 8M como la de hace unos días, cientos de mujeres escribieron poesía mientras reclamaban que dejen de matarnos. La poesía implica decir. Y el decir implica no tener miedo, construir y resignificar nuestra identidad como pueblo, con colectivos poéticos y artísticos, desde la pluralidad y sin temores”.