El gobierno nacional comenzó a cerrar el capítulo más traumático abierto desde que en abril de este año se lanzó la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner. Firmó poco antes de este mediodía el demorado contrato para la compra de caños con los que se iniciará la obra que tiene el objetivo de darle un giro positivo al autoabastecimiento energético en el país.
El anuncio fue hecho esta mañana en Casa de Gobierno. “Hoy se firmará el contrato por los caños para empezar con esa obra paradigmática y que va a marcar un cambio en la estructura productiva" de la Argentina, confirmó la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti.
Horas después del anuncio, el titular de Energía Argentina, Agustín Gerez, rubricó el contrato con la empresa SIAT S.A. “La firma de este contrato es un hito fundamental para este proyecto transformador, que sin dudas va a marcar el rumbo de la Argentina en los próximos 25 años y nos encamina hacia la soberanía energética”, destacó Gerez y agregó que “esto refleja el enorme esfuerzo y dedicación que le asignamos al proyecto para que el mismo pueda estar en condiciones operativas conforme al cronograma licitatorio de construcción”.
En la firma estuvieron presentes el secretario de Energía, Darío Martinez; y los subsecretarios del área Federico Basualdo y Maggie Videla.
Geréz explicó también que “el gasoducto Presidente Néstor Kirchner va a hacer posible que sectores residenciales, comerciales e industriales de nuestro país accedan a energía a precios competitivos, que por la coyuntura internacional se convirtió en un insumo crítico, impulsando así el empleo y la producción”.
Qué establece el contrato
El contrato firmado consiste en la compra de 582 km de cañerías de 36 pulgadas de diámetro y de 74 km de cañerías de 30 pulgadas. Los caños serán utilizadas para la primera etapa del Gasoducto Néstor Kirchner entre Tratayén (Neuquén) y Saliquelló (Buenos Aires) y para sus obras complementarias.
El Gasoducto Presidente Néstor Kirchner permitirá ampliar un 25% la capacidad del sistema de transporte de gas natural argentino. Además será fundamental para el desarrollo de la producción en Vaca Muerta, ya que permitirá que ese insumo llegue hacia los grandes centros de consumo del país, mejorando íntegramente el comportamiento del sistema de transporte de gas.
El tema de los caños fue uno de los principales frenos que tuvo la administración de esa obra, cuyo relanzamiento fue anunciado por el presidente Alberto Fernández el 21 de abril pasado en su visita al yacimiento de Vaca Muerta.
El gobierno de Mauricio Macri había tenido la iniciativa pero, fiel a su lógica, dejó que todo dependiera del financiamiento privado y en medio del descalabro económico de la administración de Juntos por el Cambio fue imposible avanzar.
Hubo varias prórrogas hasta que el gobierno del Frente de Todos derogó la licitación en 2020 e instruyó a la Subsecretaría de Hidrocarburos “a llevar a cabo una evaluación técnica y legal, a fin de considerar las mejores alternativas de construcción.
Las idas y vueltas en torno al gasoducto
Sin embargo, desde entonces hubo idas y vueltas, dimes y diretes que nunca se concretaron en acciones. Una vez resuelta la evaluación, ni siquiera se publicaron los pliegos de licitación para cumplir con los plazos previstos en aquel lanzamiento de una obra que será clave para incrementar los envíos a los grandes centros urbanos, en un contexto donde la capacidad de transporte de gas está saturada.
El secretario de Energía aseguró que se estaban cumpliendo los plazos establecidos, pero las demoras escalaron hasta estallar en un discurso de la vicepresidenta Cristina Kirchner durante la celebración por los 100 años de YPF, y frente al propio Alberto Fernández.
Allí, CFK reparó en que la compra de caños se la estaba haciendo a “una multinacional argentina” que en vez de fabricar las chapas en el país la hacía en Brasil.
La queja por las demoras derivó en una dura respuesta off the record del entonces ministro de la Producción Matías Kulfas, quien tras ese cruce a la vicepresidenta quedó en el centro de una polémica mediática y política que terminó por eyectarlo del Gobierno.
El caso, como era de prever, llegó a los tribunales envuelto en dudas e interpretaciones a gusto y piacere de Juntos por el Cambio y sectores asociados que, por las dudas, denunció públicamente la posible comisión de un delito.
Kulfas debió aclarar ante el fiscal procesado Carlos Stornelli que en su carta de dimisión no habló ni sugirió ninguna trama oscura sino que solo se habló de la adjudicación y la premura por comenzar y terminar el gasoducto.
“Fueron discusiones políticas y queríamos responder a la acusación que nos hizo la expresidenta Cristina Kirchner”, dijo el ex funcionario reemplazado por Daniel Scioli, quien juró ayer y con cuya presencia comenzará a cerrarse el primer tomo de esta historia.