En los últimos años, la tasa de partos por cesáreas en Argentina creció y se alejó cada vez más de las sugerencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones sanitarias, que calculan que solo un 10 o un 15 por ciento de los embarazos son de alto riesgo y requieren una intervención médica de estas características.

Sin cifras oficiales que den cuenta de este fenómeno en el país, las estimaciones de obstetras indican que, en el sector público, alrededor del 30% de los embarazos terminan en cesárea; mientras que en el ámbito privado el porcentaje es mucho mayor. 

En el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, por ejemplo, el 40% de los nacimientos son producto de una cesárea. Dario Didia, jefe de Obstetricia, explicó que allí la tasa es más alta que el promedio debido a que se especializan en casos de alto riesgo. 

Por otro lado, consultada por GO Noticias, la doula y puericultora Verónica Marcote apuntó"Tenemos informes que hablan de que en el ámbito privado, hace ya varios años, las cesáreas superan el 70%. Inclusive se sabe extraoficialmente que sería un 90%. Es decir que 9 de cada 10 mujeres tienen a sus hijos por cesárea".

Las evidencias científicas indican que es mucho más recomendable que los embarazos sanos culminen en un parto vaginal debido a los riesgos innecesarios que conlleva la cesárea, tanto para las madres como para los neonatos.

Según dijeron especialistas a GO Noticias, a los riesgos de un parto biológico se le podrían sumar complicaciones más severas por una incorrecta aplicación de la anestesia o fármacos en el procedimiento, por las infecciones que se pueden producir durante la rutina, o por los numerosos cortes que deben realizar los profesionales en la piel y órganos para retirar el feto del vientre. 

“Cuando hablamos de cesáreas hablamos de una cirugía mayor, fármacos que se necesitan para la cirugía, de una vía de nacimiento que es alternativa y que solamente es justificada como intervención médica a partir de ciertas patologías. Por otro lado, más allá de los riesgos de ingresar a un quirófano, los beneficios del parto natural sin intervenciones son muchísimos a nivel salud, a corto, mediano y largo plazo”, detalló por su parte Marcote. 

La referente en materia de parto y nacimiento respetado, Agustina Petrella, explicó que “el problema no es la cesárea, sino la mala atención del parto”. En tanto, remarcó que las mujeres que no deberían atravesar una cirugía mayor, pero aún así eligen hacerlo, suelen carecer de una fuente profesional que le suministre la información adecuada sobre su situación y los peligros y costos.

Por qué tantos embarazos sanos terminan en partos por cesárea

Si bien la cesárea salva vidas de madres y bebés, solo se debería recurrir a una cuando los especialistas consideran que existe un riesgo para la salud y la integridad de ambos. Sin embargo, en Argentina la realidad dista mucho de ese ideal.

El temor y el estrés que provocan en los futuros padres y madres los mitos y la desinformación sobre el parto vaginal son uno de los principales motivos, aseguró a GO Noticias Didia. Estos miedos están vinculados a posibles daños físicos, hormonales y/o estéticos, como desgarros, hemorragias, cortes imprevistos, estrías y otras marcas en la piel. “Muchas veces son temores fundados, por una experiencia previa y a veces son infundados. Cuando es así, normalmente les hago tener una sesión con la psicóloga del servicio y tratamos de explicarle el riesgo-beneficio. Quizás (la cesárea) es lo que quieren, pero no lo que les conviene”, contó el obstetra.

Petrella, quien en 2017 se convirtió en la primera mujer en iniciar un juicio por violencia obstétrica en Argentina, resaltó que el intervencionismo médico sobre el parto biológico afectó la percepción que tienen las mujeres sobre los nacimientos naturales como la metodología más segura para traer al mundo a sus hijos.

"Las embarazadas en nuestra cultura creen de verdad que los partos por cesáreas son más seguros. Entonces tampoco hay una cultura y una sociedad que pida que esto cambie”, marcó Petrella, y continuó: “La mayoría de las embarazadas en Argentina no conocen sus derechos, y si los conocen le tienen una reverencia o terror al sistema de salud. A través del miedo es muy difícil defenderse”, criticó la referente.

Pero la programación de cesáreas no responde siempre a un pedido del entorno de la embarazada. Activistas feministas y defensoras de la Ley de Protección del Embarazo y del Recién Nacido coinciden en que en la mayoría de los casos se dan por manipulación de los propios médicos o sanatorios.

Para Marcote, autora del libro “Nosotras parimos”, las razones son preocupantes: “A veces es por una cuestión de productividad, de agenda, y de organización. Hay muchas cesáreas innecesarias que se manipulan, o son producto de las intervenciones que se hicieron antes para apurar el proceso natural”.

“Está absolutamente confirmado que adelantan los partos por las fiestas. Hay muchísimas campañas de asociaciones civiles porque siempre se adelantan los números de parto por cesáreas”, señaló Petrella.

Si bien un nacimiento ideal tendría que darse entre las semanas 39 y 40, ocurre que en los casos en los que las embarazadas tienen fecha de parto en época de fiestas, o en fines de semana, el alumbramiento se agenda para una semana antes o después. 

El riesgo innecesario de esta práctica radica en primer lugar en que si el feto no está completamente desarrollado al momento del parto, su adaptación fuera del vientre materno será dificultosa. Marcote enumeró otros problemas asociados, como "falta de desarrollo pulmonar y bajo peso en el nacimiento". "Con esto aumenta la cantidad de intervenciones que ese recién nacido tendrá que atravesar. El intervencionismo lleva a más intervencionismo", consignó.

Por otro lado, es frecuente —según las activistas— que los centros médicos propongan cesáreas para agilizar los tiempos de internación en la institución. Además, por cada intervención de este estilo se abaratan costos y se garantiza un mayor ingreso monetario.

Según Petrella, “para la industria de medicina privada" las intervenciones no son un problema sino más bien "un negocio”, ya que la mayoría de los bebés nacidos por cesárea terminan en neonatología con cuidados especiales, lo que se traduce como “un ingreso” para la medicina privada.

Como el proceso natural del parto puede demorar horas y requerir de varios especialistas que presten atención a las necesidades de la embarazada, muchas veces se induce el proceso para liberar camillas y médicos lo antes posible, señalaron.

Esto aumenta el riesgo en los nacimientos, y conduce a que los partos que podrían realizarse por la vía natural terminen en una cesárea. Tal fue la experiencia de Vilma Espinosa (49), una trabajadora de la salud de la localidad bonaerense de Burzaco que tuvo a su primer hijo de manera biológica y a su segunda hija por cesárea, a pesar de que esta no había sido planificada. Todo indicaba que tendría a su bebé de forma natural, pero al final la situación cambió de forma abrupta e inesperada, relató Vilma a GO Noticias.

“No fue decisión mía, no era la intención”, sostuvo. Su embarazo había transcurrido de forma saludable y sin alteraciones que pudieran complicar el nacimiento. No obstante, su obstetra decidió programar el parto para la semana 38. Según contó, Vilma llegó a las 8 de la mañana a la clínica, pero la profesional la atendió recién a las 5 de la tarde. 

Vilma recuerda que le inyectaron oxitocina artificial para acelerar su proceso fisiológico, pero “la inducción era muy lenta, porque no tenía dilatación”. Por el efecto de la droga, las contracciones aumentaron al punto de ser insoportables, y también creció el riesgo para ella y para su bebé. La situación derivó en una cesárea imprevista e, inicialmente, innecesaria.  

“El post operatorio de la cesárea es más doloroso, la recuperación es mucho más lenta y tenés controles posteriores de la herida”, comparó Vilma. “Consentís porque ya no podés más, también estaba el riesgo… Confié en la obstetra, no quería perjudicar a mi hija Celeste. Pero no es que yo lo elegí”, concluyó.

¿Cuándo se realizaron las primeras cesáreas?

Aunque la historia de las primeras cesáreas que se realizaron no son muy precisas, la Agencia de investigación médica de Estados Unidos (National Institutes of Health) explica en su web que esta práctica se realiza desde hace miles de años en numerosas culturas y sociedades con el objetivo de salvar las vidas de los bebés cuando las madres se encontraban moribundas e incluso si ya habían muerto.

En la misma línea, la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (Sogiba) precisa que los primeros nacimientos por intervención médica fueron en el siglo VII a.C, en Roma, donde una normativa real ordenaba que “toda mujer que muriese en trabajo de parto no fuera inhumada sin extraer antes de sus entrañas el fruto de su vientre”.

En Argentina, la primera cesárea exitosa que sobrevivieron madre e hijo, se realizó en 1892 en la Maternidad Municipal, en Buenos Aires, bajo la dirección del doctor Alfredo Lagarde y la asistencia de la doctora Cecilia Grierson, primera mujer recibida de médica del país, explica Sogiba.

En ese entonces, además de las consecuencias sobre la salud de la madre y el bebé, quienes parían por cesárea debían enfrentar también el castigo moral de la sociedad, que las consideraba menos mujeres, ya que el procedimiento era visto como “antinatural”.

No obstante, el progreso económico y tecnológico y la evolución de las costumbres e ideas colaboraron al cambio de esta imagen negativa y dieron paso a una suerte de naturalización y romantización de las cesáreas.

Parto sin intervención: otros métodos seguros para dar a luz

Si bien Argentina cuenta con una Ley de Parto Respetado reglamentada en 2015, los especialistas y profesionales del sector aseguran que los derechos de las madres, padres y recién nacidos siguen siendo vulnerados. El país es uno de los pocos que cuenta con una legislación tan avanzada en materia de humanización de las distintas etapas del embarazo, parto y postparto. Pero para revertir este fenómeno de intervenciones innecesarias, que se da en medio de un entramado social, cultural y económico muy complejo, habrá que pujar para que se cumpla con la promoción de la información precisa y adecuada a cada situación.

El acceso a información sobre los distintos métodos para un parto fisiológico es altamente eficiente para incentivar y tranquilizar a las pacientes. “No hay técnica mejor que la información, que el conocimiento real para la mujer, que muchas veces está tergiversada por el modelo médico que impera. Obviamente tiene que ver con el deseo de la mujer y es nuestra obligación acompañar. Así que no hay una forma más exitosa que otra”, consideró la médica obstetra del Hospital Gutiérrez e integrante del Programa de Nacimientos No Intervenidos (ProNaNi), Florencia Hortel.

Al momento, según precisó la especialista, menos del 1% de las embarazadas eligen parir de manera biológica y sin intervenciones. Algunas de las formas mencionadas por los profesionales son estando de pie, en cuclillas, con cuatro apoyos, con posibilidad de movimiento, en una pileta de parto, con la pareja presente recibiendo a su bebé, con una doula acompañante, con su música favorita de fondo o en su propio domicilio.

En la Ciudad de Buenos Aires existe un solo sanatorio que ofrece la posibilidad de dar a luz en el agua, consignó Hortel. Se trata de la clínica Otamendi, que desde hace más de un año "prepara una habitación con una pileta de parto y un equipo de obstetras calificados que acompañan todo el proceso", contó Marcote. "Esto evita muchas intervenciones, incluso a veces se evita usar analgesia. Es muy beneficioso”, continuó la puericultora. Asimismo, remarcó, este es un servicio que tanto obras sociales como prepagas deben cubrir económicamente en el marco de la Ley 25.929.

Con respecto a los partos domiciliarios, Mario Sebastiani, doctor en medicina del Hospital Italiano de Buenos Aires, explicó en un artículo para Sogiba que si bien “era probable que hayan servido para disminuir la operación cesárea en un colectivo muy pequeño de embarazadas”, no dejan de implicar una serie de intervenciones que significan “un riesgo mayor para la salud de la madre y la del feto”.

Además, ratificó que “en la actualidad se promociona el parto sin intervención externa para que el mismo se desarrolle de manera espontánea”, pero consideró que “en tanto y cuanto los riesgos sean controlados”, es una opción más que válida para garantizar el derecho de las madres y padres. “Sin embargo, esta modalidad no es de por sí solo buena y se requiere de infraestructura y personal altamente calificado”, advirtió.