El periodista y agitador cultural Beto Alfaro siguió tanto a Fun People que la ficha le terminó de caer no cuando vio a la banda, sino cuando dejó de verla entre la marea revisionista: "En una época empezó a haber una fuerte reconstrucción histórica sobre el punk y el hardcore local con libros, pelis y documentales, y me pareció que el grupo no tenía el lugar que se merecía. Eso me motivó a encarar la idea". Ahí se activó lo que acaba de convertirse en La mayor protesta es el amor: Diálogos sobre Fun People y el jarcor punk, un libraco de 350 páginas que reconstruye la historia y las circunstancias de Nekro y compañía a través de media centena de entrevistas.
Fiel a su crianza en el ferviente circuito autogestivo de los '90, el conductor del programa Enemigos de la siesta (de la quilmeña FMQ 93.5) y de 2 mil hombre digital (Radio Colmena) empujó una producción independiente que, inicialmente, fue pensada con un propósito audiovisual: "Estaba muy cebado con los docus, por eso las primeras entrevistas fueron filmadas, aunque con el tiempo me di cuenta de que la historia tenía que estar escrita y en papel", afirma el platense nacido en Gonnet, criado entre Berazategui y Avellaneda y luego mudado a Florencio Varela.
Fue el activista Sebastián Saire (del sello, editorial y tienda Inerme) quien ayudó a Beto a ordenar algo que, si hubiese sido por él, "iba a terminar siendo un fanzine de muchas páginas", porque le gusta ese collage entre letras y ilustración. El nuevo formato contribuyó a darle un cauce más amable con la lectura de largo aliento que supone un libro de esa extensión, donde los capítulos agrupan los reportajes por temáticas y están intercalados por un intenso material de archivo.
El proceso de reconstrucción histórica deparó una situación que modificó la narrativa: la negación de los ex Fun People a dar su voz. Alfaro no lo tomó como algo personal. Las diferencias privadas entre los músicos anteceden al broli, e implican abismarse en el pedregoso terreno de las intimidades. "Profundicé en personas muy vinculadas al grupo, gente que ayudaba y divulgaba lo que proponía, lo cual le dio otra impronta. Se habla de la banda hacia afuera, porque dentro quizás hay cuestiones muy sensibles, de la conducta humana, que probablemente le quitaran la fuerza al relato que yo pretendía reconstruir", dice, convencido de su decisión. "A medida que fui entrevistando, consultando e investigando, entendí que estaba bien que los músicos no estén."
► La sociedad de la información
¿Una biografía de la banda que prescinde, justamente de la banda? Sí: lo que Fun People generó fue tan potente que trascendió a sus mismos integrantes. "Además de contarnos cómo estaba el mundo en aquel entonces, como hicieron otras bandas del hardcore y el punk argentino, ellos tenían un perfil propositivo que, al menos en ese tiempo, era inédito", describe Alfaro. En ese sentido, el libro toma fuerza porque evidencia cómo el grupo interpeló a su público y a la gente que lo rodeaba con proclamas que hoy son usuales pero en ese tiempo no estaban en la agenda de los medios ni de la sociedad.
La militancia por el aborto legal, la diversidad sexual y el veganismo, el respeto a minorías y el cuestionamiento al machismo y la misoginia (tan instalados en una escena rock que, curiosamente, siempre se preció de su contraculturalidad) fueron banderas que Fun People enarboló no solo en sus canciones sino también en sus conductas diarias. "Por un lado, le daban visibilidad a distintos colectivos, agitaban y te instaban a hacerlo, pero por el otro también los recuerdo interpelando a su propio púbico: si no les gustaba algo que pasaba entre su gente, lo hacían saber. Eso era muy sano y no recuerdo haberlo visto en ninguna otra banda, al menos no de esa forma tan enfática."
Beto Alfaro define a Fun People como una banda "muy popular dentro del under" que no fue parte del mainstream porque no fue relevado por quienes manejaron e historizaron esa escena, pero quizás también porque a ellos mismos eso no los desvelaba, tal como demostró su negativa a firmar con sellos multinacionales. "Crearon un circuito propio tocando en centros culturales, sociedades de fomento, clubes de barrio, lugares anarquistas y hasta patios de casas."
La influencia de ese legado macerado en una década de existencia (considerando la precuela de Anesthesia más los cinco discos de estudio) está a la vista en todo proyecto cultural que se lance a su aventura de manera independiente, contracultural y progresista. Como, por ejemplo, el de este mismo libro, cuyo nombre Beto tomó de una frase que el cantante y escritor Jenny Rimbaud dijo en el Salón Pueyrredón en octubre de 2016.
Ahora, Alfaro se lanza a presentarlo en una gira nacional para la cual semana a semana es convocado, y la financia con los ejemplares que logra vender en las ferias de indumentaria y fanzines que se montan alrededor. "Fun People hizo más que canciones: caló hondo en toda una generación que después de sus shows se quedaba hablando de toda la información extra que bajaban. Cosas a las que, de otro modo, quizás nunca hubiésemos llegado."