Desde París
El presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, el jefe de Gobierno italiano, Mario Draghi, y el presidente de Rumania, Klaus Iohannis, llegaron a la capital de Ucrania para encontrarse con el presidente ucranio Volodímir Zelenski y transmitirle un mensaje menos ambiguo del que tres (Francia, Alemania, Italia) de estos cuatro países europeos habían expresado en las últimas semanas. París, Berlín y Roma forman el triángulo de países que, en contra de la posición de Estados Unidos y de aliados europeos como Polonia y los países bálticos, optan por una solución negociada y no, como Washington y Varsovia, por aplastar militarmente al presidente ruso Vladimir Putin.
Las ambigüedades retóricas del jefe del Estado francés dieron incluso lugar a la invención de un neologismo poco halagador con Emmanuel Macron: "macronear". El término designa una manea de hablar y no hacer nada. La sensación, en Ucrania, de que Macron jugada a dos puntas al mismo tiempo se agravó cuando, hace poco más de una semana, el jefe del Estado francés dijo: "no hay que humillar a Rusia para que, el día en que cesen los combates, podamos construir una salida diplomática". Un mes antes, en el Parlamento Europeo, Macron había pronunciado un discurso de tono similar. Ambas intervenciones fueron interpretadas como una forma de preparar el terreno para una posterior negociación en la cual se forzaría a Ucrania a pactar concesiones territoriales en una eventual negociación con Rusia.
Por lo pronto, los cuatro dirigentes europeos dijeron en Kiev lo que Ucrania lleva esperando desde hace rato: Scholz, Draghi, Iohannis y Macron le dijeron a Zelenski que respaldaban de "forma inmediata" la candidatura para que Ucrania ingrese a la Unión Europea. Sólo falta, desde luego, convencer a los demás países de la Unión que aún se muestran reticentes. Ese proceso de disuasión se iniciará la próxima semana y lo que está en juego dice mucho sobre las extensas y pegajosas ambivalencia de la Union Europea. Sus dirigentes no discutirán sobre el ingreso de Ucrania a la UE sino sobre si se le otorga o no el estatuto de "candidato" a integrar el club de los 27. Todo un plan enredado.
En este contexto, el jefe del Ejecutivo italiano le recordó al mandatario ucraniano que "hoy, el mensaje más importante de nuestra visita consiste en que Italia quiere una Ucrania dentro de la Unión Europea". A su vez, Macron reiteró en Kiev que "los cuatro respaldamos el estatuto de candidato inmediato a la adhesión", un estatuto que "contará con una hoja de ruta e implicará la situación en los Balcanes y los países vecinos, en particular Moldavia". Frustrada desde mucho antes del inicio de la guerra con promesas, espejitos de colores y endulzamientos puramente retóricos, la agenda o el sueño europeo de Zelenski se llenó de contenidos algo monos metafóricos en estos días. El pasado fin de semana, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Kiev para manifestar sus lazos con Ucrania y este jueves fueron tres de los países más fuertes de la UE quienes alimentan la meta de Zelenski. Nada dice que será inmediato ni simple, muy por el contrario. Incluso con una guerra de por medio, la diplomacia de 27 países dentro de un mismo grupo es un extenso rompecabezas. El 23 y 24 de junio próximo, durante una cumbre, los 27 deberían, en principio, oficializar ese estatuto de "candidato" con el cual se abre un intrincado y larguísimo proceso de hipotética adhesión.
Macron buscó en Ucrania borrar toda huella del "macroneo" que se le pegó como etiqueta. Tras recalcar que "Europa está con ustedes y seguirá con ustedes hasta que sea necesario, hasta la victoria", el jefe del Estado francés anunció un nuevo suministro de armas. En ese terreno más real Emmanuel Macron comunicó que suministrará a Ucrania seis obuses autopropulsados Caesar suplementarios que se agregan a los 12 ya entregados. Por su parte, el canciller alemán no habló de nuevas armas pero sí aclaró que "ayudamos a Ucrania con la entrega de armas y lo seguiremos haciendo durante tanto tiempo como sea necesario", dijo Olaf Scholz.
Ronda, aún, una suerte de difusa sospecha en torno a la posición de los países europeos y de quienes, dentro de la Unión, respaldan los objetivos de Estados Unidos —vencer a Rusia militarmente—o los más diplomáticos de París, Roma y Berlín. Francia hizo saber a través de varios canales que la meta era una "victoria militar" de Ucrania con el objetivo de restablecer su integridad territorial, incluida la península de Crimea que Rusia anexó en 2014. Esta meta parece una ilusión imposible de plasmar en la realidad ya que implicaría una derrota absoluta de Moscú, lo cual está muy lejos de ser posible por varias razones, desde la energética hasta la militar. Muchas voces dentro del continente señalan en cambio que la única solución realista a una guerra que deja cientos de muertos por día y pone en peligro la estabilidad mundial —hidrocarburos y alimentos— consiste en buscar una "buena salida" negociada con Rusia. Esa es precisamente la opción que Ucrania aborrece y de cuyo montaje se responsabiliza a Macron debido a que es uno de los pocos dirigentes que aún dialoga con Vladimir Putin y a su insistencia. —realista— de no humillar de nuevo a Moscú.
De todas formas, cada paso que da Occidente es, a su vez, completado por Rusia. Luego de la visita a Kiev de los cuatro dirigentes europeos y la nueva función de Ucrania como probable "candidato" al ingreso a la UE, Moscú anunció nuevos cortes en su suministro de gas destinado a Europa. Gazprom le informó a la francesa Engie, a la eslovaca SPP y a la austriaca OMV que recibirán en adelante menos gas de lo previsto. La misma decisión había sido tomada por Gazprom en la víspera con una reducción del gas destinado a los países de la Unión Europea a través del gasoducto Nord Stream 1. Esta vez los afectados son Alemania e Italia. La visita de los cuatro líderes de la UE Europea a Kiev, en particular la de tres pilares como son Alemania, Francia e Italia, parece llegar de forma muy tardía y estar precedida de infinitas ambigüedades como para asustar a Rusia, alentar a Ucrania o esbozar una solución a la guerra.