Desde Río de Janeiro

Ha sido una demostración más de hasta qué punto los indígenas son olvidados, cuando no atacados, abandonados o diezmados, por el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.

Al final de la tarde del miércoles, en una conferencia de prensa (foto) para anunciar el encuentro de los cadáveres del indigenista Bruno Pereira y del periodista británico Dom Phillips, asesinados por al menos dos pescadores ilegales en el Valle del Javari, Eduardo Fontes, superintendente de la Policía Regional en el estado de Amazonas, agradeció enfáticamente a la secretaría de Seguridad Pública estadual, policía militar, policía civil, bomberos, Ejército, Marina, Fuerza Aérea. Y, a lo largo de veinte minutos, ni una mísera palabra sobre los indígenas.

Fontes elogió, además, la importancia de la “unión de fuerzas”, olvidándose de tres cosas.

Primero, la demora en la llegada del Ejército, por no mencionar el pequeñísimo número enviado en un primer momento. Segundo, la falta total de coordinación en los tres primeros y cruciales días. Y tercero, la actuación de un gran número de indígenas en la búsqueda y que tuvo como característica principal la unión de fuerzas entre ellos.

Han sido precisamente los olvidados quienes empezaron las búsquedas de Phillips y Pereira el mismo día en que desaparecieron, el domingo 5 de junio.

Como conocen perfectamente la región, se esparcieron en grupos y fueron quienes encontraron el lugar en que luego fueron localizadas las mochilas y objetos de las víctimas, que a esa altura ya habían sido brutalmente asesinadas.

Fueron además los protagonistas principales de un trabajo de barrido que duró diez días, al lado de policías, bomberos y militares.

Ninguno de los demás que hablaron – representantes del Ejército, de la policía, de los bomberos – mencionó a los indígenas.

La omisión total y absurda llamó la atención de los periodistas presentes, y uno de ellos, extranjero, cuestionó directamente, en inglés: “Los indígenas ayudaron mucho en los intentos de encontrar a los desaparecidos, y nada fue mencionado sobre los esfuerzos empeñados”.

No fue un equívoco

Solo entonces el superintendente de la Policía Federal en Amazonas los mencionó. Dijo que su omisión se debió a “un equívoco”, y admitió que la participación de los indígenas fue “fundamental”.

No ha sido realmente un equívoco. Su omisión es reflejo nítido de la política de rigurosa negación, defendida por Bolsonaro, no solo de los derechos de los indígenas, sino también de su propia existencia.

En reiteradas veces el más abyecto presidente de la historia de mi país defendió que no hay indígenas: “Son brasileños como cualquiera de nosotros”. Y siempre agregó que, como todos los brasileños, tienen pleno derecho a dejar que la minería, la pesca y la caza ocurran en sus territorios.

No, la omisión no ha sido un equívoco. Fue la traducción del sueño que Bolsonaro explicitó en al menos una ocasión.

Fue cuando criticó al Ejército brasileño por no haber actuado de la misma forma que el de los Estados Unidos, “eliminando de una vez a esa raza”.

Por “raza” entiéndase, claro está, a los pueblos indígenas.