Con Horacio Rodríguez Larreta en campaña para ser candidato a presidente, Patricia Bullrich que le sigue los pasos y Mauricio Macri que no define sus intenciones, pero hace tests para ver cómo podría reaccionar la población ante una nueva candidatura suya, por un tiempo María Eugenia Vidal pareció pisar el freno con respecto a su propia posible candidatura presidencial. Lo cierto es que la exgobernadora bonaerense decidió salir del bajo perfil que mantenía y comenzar a instalar de manera más decidida su figura como una opción para 2023. Por eso, recorrerá 17 provincias en un raid de encuentros con referentes locales e instalación. Esta recorrida aleja las posibilidades de que elija –como imaginaba Larreta- ser candidata a jefa de Gobierno.
Vidal tiene tres opciones para 2023, y no descarta ninguna. La primera es ser candidata a presidenta, algo que ya reconoció públicamente que le interesa y a lo que apunta en un corto o mediano plazo. La segunda es, dentro del larretismo, ser la candidata a jefa de Gobierno para garantizar la sucesión del PRO en la Ciudad e intentar bloquear la llegada de la UCR, de la mano de Martín Lousteau. No es la única alternativa para esto último: también Jorge Macri podría ser un candidato a jefe de Gobierno del PRO. Y hay una tercera opción que Vidal contempla a la par de las otras: no presentarse a nada y esperar otro turno electoral. La exgobernadora dijo varias veces que no está apurada y que su construcción puede ser de más largo aliento.
Por lo pronto, iniciará una recorrida que llevará todo el año y en la que planea llegar a 17 provincias. Está teniendo un ritmo frenético semana a semana entre su actividad en el Congreso, la partidaria y estos viajes. Su intención es posicionarse como alternativa a Larreta, Bullrich o a Macri por el PRO. Y después, cuando se acerquen las elecciones, definirá qué hace de las tres opciones que tiene en carpeta (de hecho, hizo lo mismo en 2021 y finalmente se decidió a jugar en la Ciudad, lo que no significa que ahora vaya a elegir lo mismo. En ese caso, fue una forma de retomar su carrera luego de la derrota provincial de 2019 y dejar en claro que daba por cerrado el capítulo bonaerense).
La diputada ya visitó San Juan, Neuquén, Tierra del Fuego, y la semana próxima estará en Córdoba, para luego recalar en Chaco. Son solo algunas de las escalas que piensa hacer a lo largo de año, en una campaña que no da respiro.
Según destacaron en su equipo, las visitas de Vidal a las provincias no tienen el formato tradicional de los políticos en campaña, que suelen estar en cada distrito algunas horas, sino que dedica a cada provincia entre dos y tres días: va a cada la capital provincial y alguna otra ciudad, donde mezcla reuniones políticas con encuentros con pequeños empresarios. De esas reuniones, trae –además- ideas para proyectos de ley que luego tiene previsto presentar en el Congreso o convertir en parte de su plataforma electoral. Así busca demostrar que los escuchó y que no fue solamente como parte de un operativo de instalación electoral.
Además, en cada encuentro, viene insistiendo con algunos de los proyectos que plantea en el Congreso, por ejemplo los que ajustan sobre el llamado “gasto político”, también plantea otras ideas como que los legisladores actualicen sus dietas con la misma fórmula que las jubilaciones y que se fijen topes para los gastos del Poder Legislativo.
Hasta ahora, Vidal fue la que más logró esquivar las disputas internas que vienen golpeando a Juntos por el Cambio: logró desactivar la que tenía con Bullrich el año pasado, con Macri retomó el vínculo (aunque no lo imagina nuevamente como presidente) y con Larreta sigue con la misma relación que siempre. Esquivó sin mayores dificultades la refriega de Macri con el titular de la UCR, Gerardo Morales, y tampoco se metió en las conversaciones del expresidente con Javier Milei, aunque ella ya dejó en claro que rechaza al dirigente de Avanza Libertad por ser una expresión del “populismo de derecha”.
No obstante, si Vidal comienza a crecer en las encuestas y se convierte nuevamente en una opción preferible para el establishment, como cuando impulsaban el “Plan V” en 2019, seguramente empiece a recibir mayores atenciones de sus aliados y sus adversarios internos, que –por ahora- parecen más preocupados por pelearse entre ellos.