Una paradoja domina los días de Facundo Molares en la cárcel de Ezeiza. Si hoy lo extraditaran a Colombia, su vida correría mayor peligro que cuando combatía en las FARC. “Sería equivalente a una condena a muerte”, dice el exguerrillero argentino que vio cómo sobrevolaban su posición helicópteros guiados por pilotos de Estados Unidos a punto de ametrallarlo. Este hombre de 46 años, comunista y revolucionario – como él se define – quedó en un limbo jurídico. Espera un fallo de la Corte Suprema y, en última instancia, una decisión del presidente Alberto Fernández que revierta la sentencia del juez federal Guido Otranto. Debería permanecer en libertad, pero la JEP (Justicia Especial para la Paz colombiana), demora un pronunciamiento. Esta situación lo mantiene en vilo desde noviembre pasado cuando lo detuvieron en Chubut, donde vivía. Sus horas transcurren hoy entre la monotonía penitenciaria, la lectura y su frustración porque no puede cursar estudios universitarios en prisión por cuestiones burocráticas. Página/12 lo entrevistó en el penal de máxima seguridad del país durante una hora.
-¿Por qué sostiene que si se cumpliera su extradición a Colombia sería una sentencia de muerte?
- Todos los casos de militantes más o menos nombrados o que aparecen en televisión, que tienen prensa, son lápidas, son lápidas que te ponen al cuello. No es casual la persecución en todos lados de los que hemos hecho alguna tarea internacionalista. No solamente contra mí, también contra otros militantes que participaron en algunos procesos de liberación. Hay una persecución a nivel continental más allá del caso de Colombia.
- ¿Considera que se repite de alguna manera lo que pasó en los ‘70 con el Plan Cóndor?
- Yo creo que están en un momento inicial, pero sí, empezaron a conformar un Plan Cóndor 2.0. Ya no con dictaduras y sí con democracias. Entonces lo van a barnizar todo con la pintura de los sistemas judiciales, pero no en vano la formación que han recibido los poderes judiciales de América Latina fueron cursos de especialización en Estados Unidos.
- Hablando de EE.UU, ¿De qué manera percibió su presencia en Colombia cuando integraba las FARC?
- Nosotros monitoreábamos las comunicaciones de los pilotos de los aviones y de los helicópteros del ejército, las escuchábamos. Y entendíamos perfectamente cuando el piloto era norteamericano. Porque hablaban todos en inglés, incluidos los colombianos, pero eran visibles por el acento, muy identificables. Los aviones fumigadores del cultivo de la coca eran todos conducidos por norteamericanos. Los pilotos de los helicópteros eran un 50 por ciento de Estados Unidos y otro 50 de Colombia. Y los pilotos de los aviones bombardeos eran todos estadounidenses.
- ¿Qué razón lo llevó a incorporarse a las FARC?
- Yo tuve convicciones revolucionarias desde que estaba por acá. En primer lugar, es una extensión de mi compromiso político. He sido comunista, sigo siendo comunista y tengo la idea de que la sociedad debe cambiar, porque así como está lo que produce es tristeza y explotación del ser humano. He puesto y sigo poniendo todo mi esfuerzo en un gran cambio que le dé perspectiva a la humanidad. Eso es lo que me llevó finalmente a Colombia.
-¿Cómo era un día en la guerrilla en pleno conflicto bélico?
- El día tenía que ver con la misión que a uno le dieran. Yo cumplí diferentes misiones. Durante un buen tiempo del que pasé en Colombia, mis tareas fueron políticas. Estaba encargado de la orientación a la población civil, a los campesinos, del desarrollo de la comunidad. Hacíamos trabajos que tenían que ver con la organización de los campesinos en las estructuras políticas nuestras y también en la Junta de Acción Comunal, que es como una sociedad de fomento de acá pero con poder. Y en el transcurso del trabajo siempre sentíamos la presión de parte del enemigo. Del ejército, de la marina, la policía, dependía de quién estuviera en el área.
- La JEP no responde a su planteo tomando en cuenta que sería la instancia judicial para destrabar su situación. ¿Por qué?
-La Justicia Especial para la Paz tiene que juzgar todos los hechos acontecidos durante el conflicto armado. Como verá, en un conflicto de casi sesenta años, es mucho lo que debe revisar y analizar. Además, porque no es una jurisdicción únicamente para los ex guerrilleros. Es para todos los que estuvieron involucrados. Los militares, las personas de civil y tienen miles de casos. El mío llegó y lo pusieron en la fila, en la cola. Hay un montón de hechos anteriores que están primeros, con la diferencia de que en muchos los involucrados están en libertad…
- ¿Hay antecedentes de otros militantes internacionalistas que estén en su misma situación?
- Sí, un muchacho chileno, la holandesa Alexandra, más un dominicano. Pero ellos están en sus países y en libertad. Lo que se le está pidiendo a la JEP es que le dé prioridad al caso mío por el hecho de que estoy detenido. Y hasta ahora no ha respondido.
¿Llegó a saber si hubo en las FARC otros guerrilleros argentinos?
-Se rumoreaba que había dos más, pero nunca los llegué a conocer. Un hombre mayor que yo estaba hacía más tiempo y decían que era de La Plata. Y una chica que integraba un frente cercano a Bogotá y que en la guerrilla era llamada Stella Maris. Me enteré por boca de otros guerrilleros que dicen haberlos conocido.
- ¿Cómo se daba el enfrentamiento militar tomando en cuenta la diferencia de armamentos entre una guerrilla básicamente rural y un ejército apoyado por Estados Unidos?
- Más que nada la diferencia estaba en la aviación. Es un nivel de fuerza extremadamente superior. Cuando ves quince helicópteros por encima de tu cabeza que vienen con 25 soldados cada uno y que están desembarcando alrededor tuyo en todos lados, es tensionante.
- Usted fue crítico del desenlace del proceso de paz en las propias FARC, ¿por qué?
- En Colombia había una docena de guerrillas y de esa docena quedan dos: el ELN y las disidencias de las FARC, todas las otras, incluidas las FARC, transcurrieron por procesos de paz con el estado y todas fueron traicionadas. Todos sus firmantes fueron masacrados después de los acuerdos. Yo no me opuse en ningún momento porque coincidía con esa línea, lo que presenté fueron mis reparos a la forma en que se hizo el acuerdo. En que no había garantías de respeto básico hacia la vida. Y no fui el único que manifesté eso.
- ¿Cómo definiría al Estado colombiano?
- Es la dictadura más atroz de América. En los últimos cincuenta años en Colombia hay más de cien mil desaparecidos registrados, y en ese mismo lapso de tiempo, hay medio millón de asesinados. Hay tres o cuatro millones de campesinos desplazados de sus tierras donde el método fue llegar con los paramilitares, los consentidos del Estado, que son los que hacen el trabajo sucio, lo que en la Argentina conocemos como los grupos de tareas.
-Después de abandonar Colombia y antes de buscar afincarse en la Argentina. ¿Por qué fue a Bolivia?
- Cuando consideré que esa etapa estaba terminada volví a la Argentina y empecé a trabajar como fotorreportero para la revista Centenario. Frente a las elecciones en Bolivia se me propuso hacer la cobertura de las elecciones allá que se veían conflictivas y volví a cubrirlas ya como periodista, cuando me sorprendió el golpe.
-¿Cómo lo detectaron los golpistas?, ¿cómo fue ese momento en que supieron que había combatido en las FARC?
- Estaba cubriendo los eventos que sucedían en Montero, un pueblo a media hora de Santa Cruz. Yo no era clandestino ahí. Eso y un poco los comentarios que había de que se iba a armar una milicia y qué se yo, me pusieron más en el foco de esta gente. Se dijeron, ¿quién va a entrenar la milicia? De todos los que andaban dando vueltas por allá el único era yo. Estuve 25 días en coma esposado a la cama. Mi padre fue a verme y no lo dejaron. Lo detuvieron con su mujer y lo metieron en un calabozo durante 24 horas.
- ¿De dónde proviene su convicción revolucionaria?
- En mi casa lo que aprendí fueron valores. Desde muy chico, mi papá y mi mamá me enseñaron valores que tienen que ver con la solidaridad, con el compromiso con el prójimo, con el patriotismo, esos son valores que tuve de muy niño. Después, el camino revolucionario, el pasaje a la acción, ya fue una opción mía.