The Offer

(EE.UU., 2022)

Dirección: Adam Arkin, Colin Bucksey, Dexter Fletcher, Gwyneth Horder-Payton.

Guión: Leslie Greif, Michael Tolkin, Nikki Toscano, Russell Rothber, Kevin Hynes, Mona Mira, a partir de las experiencias de Albert Ruddy en la realización de El Padrino.

Música: Isabella Summers.

Fotografía: Salvatore Totino, Elie Smolkin.

Intérpretes: Miles Teller, Matthew Goode, Juno Temple, Dan Fogler, Colin Hanks, Giovanni Ribisi, Lou Ferrigno.

10 episodios, disponibles en Paramount+ y Flow.

7 (siete) puntos

El Padrino es la gran película. Pueden buscarse otros ejemplos y con justicia, pero el film de Francis Ford Coppola sigue allí, lúcido y con brillo. El tiempo la situó en el lugar que le corresponde, el de obra maestra. A 50 años de su estreno, no son pocas las discusiones y celebraciones que despierta. Entre ellas, si algo tuvo de importante la última entrega de premios Oscar, fueron las presencias de Coppola, Al Pacino y Robert De Niro. Hay también un proyecto anunciado bajo el título Francis and The Godfather, que reunirá a Oscar Isaac y Jake Gyllenhaal en los papeles de Coppola y el productor Robert Evans, con dirección de Barry Levinson. Habrá que ver. Por lo pronto, quien tomó la delantera y culminó recién sus 10 capítulos es la serie The Offer.

Con producción de Paramount, el mismo sello de aquel estudio en quiebra hace 50 años, la serie creada por Leslie Greiff y Michael Tolkin se basa en las memorias de Albert S. Ruddy, el productor que se puso al hombro un proyecto que parecía imposible y fue, de paso, el salvavidas económico de la Paramount. Vale decir, si hoy existe algo que se llama Paramount+, en gran medida es posible gracias a El Padrino. Desde luego, hubo otras y notables películas del mismo estudio a su alrededor: El bebé de Rosemary (1968), Love Story (1970), Luna de papel (1973), Chinatown (1974); pero de alguna manera todas se organizan en torno a El Padrino. Y no sólo las de Paramount.

Entre otras consideraciones, esto se debe a que El Padrino es el film que supo situar al cine de cara a su contemporaneidad; de hecho, es algo que se escucha decir en la misma serie (en el noveno capítulo, para mayor exactitud): no se trata de dar a la gente lo que quiere, sino lo que necesita. Algo que el propio Coppola supo: El Padrino no sería, estrictamente, una película de gangsters, sino una película sobre el capitalismo. Sobre este tema, de paso, vale recomendar el notable libro Los monstruos más fríos: Estética después del cine, de Silvia Schwarzböck, donde la autora sitúa a esta película como el faro que guía acerca de lo que se entiende por cine contemporáneo.

En lo relativo a la serie, The Offer no deja de ser la plasmación “amable” acerca de cómo Al Ruddy hizo posible tamaña empresa. Su curriculum no lo acompañaba de manera relevante, pero Ruddy tuvo el tesón suficiente para sobrellevar las vicisitudes que hicieran falta. De acuerdo con la caracterización ofrecida por el actor Miles Teller, se lo ve impasible con lo que se propone. Su pareja, su vida tal como era, pasarán a ser parte de un tembladeral, pero poco parece importarle. El sitial de privilegio lo ocupará, paulatinamente, El Padrino. Los acuerdos y discusiones con los ejecutivos del estudio estarán a la par de los que sobrellevará con los capos de la mafia. Todos son parte de una misma agenda, que su secretaria, Bettye McCartt (en la piel de una luminosa Juno Temple, verdadero punto de atención de la serie), organiza de modo pragmático.

De esta manera y por un lado, Rudy habrá de vérselas con Robert Evans (Matthew Goode), director de Paramount; así como éste, a su vez, con los ejecutivos del estudio, quienes quieren, si no recortar gastos, directamente cerrar el ala cinematográfica de Gulf+Western. Por otro lado y de modo espejado, Rudy hace equilibrio con las exigencias de las mafias y entabla lazo de amistad con Joe Colombo (Giovanni Ribisi), jefe de una de las Cinco Familias de New York, alarmadas tanto por el libro best-seller de Mario Puzo como por la novedad de su versión cinematográfica. A partir de aquí, no vale de mucho profundizar en lo que la misma serie narra, con gracia y soltura, a partir de cómo los resortes del relato profundizan los cruces entre tales aristas. Pero sí destacar, entre ellas, las que corresponden al vínculo creativo entre director y guionista, Coppola y Puzo (Dan Fogler y Patrick Gallo, respectivamente), y sus discusiones con Rudy y el estudio. Más lo supuesto por los dolores de cabeza en la elección del casting, en donde destacarán dos nombres: el de un actor al que ningún estudio quiere volver a oír (Marlon Brando), y el de un joven intérprete teatral y desconocido (Al Pacino); como sea, a ninguno de los dos se los quería. Uno por inmanejable, el otro por petiso.

Parece mentira, pero los diez episodios se vuelven prácticamente pocos en relación a lo mucho más que podría contarse sobre El Padrino. De todos modos, están y con no poca atención, los escándalos suscitados por la bronca de Frank Sinatra con Puzo –y el altercado que parece los tuvo por protagonistas en un restaurant–, los pases de factura entre las familias mafiosas de New York, la connivencia con el poder político, la función en carácter de “pre-estreno” para la mafia (“¡Más vale que la película sea buena”!, le gritan a Rudy) y la lógica no menos mafiosa que ocurre puertas adentro del estudio de Hollywood.

De todas formas, The Offer bien se cuida de no alterar mucho los ánimos, no deja de ser una serie de Paramount. En otras palabras, aun cuando la bronca entre Rudy y Evans sea máxima, no faltará el momento del reconocimiento mutuo; de igual modo entre éstos y los mucho más complicados Charles Bludhorn y Barry Lapidus (Burn Gorman y Colin Hanks, respectivamente), en quienes oficia, por sobre todo, la valía de la marca corporativa y el máximo beneficio. Toda película, como dice el filósofo Alain Badiou, dice “dinero”. Y The Offer, aun cuando exponga las fricciones que las hacen posibles, no deja de justificar este procedimiento.

En este sentido, el nombre de Francis Ford Coppola es el que queda un tanto relegado. La caracterización de Dan Fogler es notable, su genio es respetado –es decir, la serie se ocupa de no faltar a esta verdad, aun cuando incluya discusiones entre éste y Puzo por algún sándwich–, pero lo también cierto y aquí bastante aplacado es que a Coppola la Paramount le hizo la vida imposible. El director no era alguien necesariamente reconocido, la situación económica lo acuciaba, y aceptar el rodaje de El Padrino fue también un salvataje personal. Como sea, no es que The Offer debiera dar cuenta de todo esto, sino que de acuerdo con su caracterización no hay demasiada justicia para quien, más allá de las importancias de Evans, Rudy o quien sea, supo imprimir una mirada compleja y diferente al cine de su tiempo, en sintonía con una generación de cineastas (Scorsese, Friedkin, De Palma, Bogdanovich) que marcó el pulso de un Nuevo Hollywood, como nunca más este sistema se lo permitiría; es decir, la ¿ilusión? de un cine autoral (y mainstream), algo que duró, más o menos, lo que esa década.