Jorge Pietra inauguró la semana pasada una gran exposición de pinturas, dibujos, objetos e instalaciones en el Pabellón de las artes de la UCA que sigue hasta fines de julio y hoy inaugura otra exposición, de pinturas y algunos objetos en la galería Rubbers.

La muestra de la UCA es una antología que reúne obras realizadas durante los últimos doce años e incluye pinturas recientes. Hay un plus en la pequeña sala del fondo: un grupo de cuatro dibujos de mediados de los años ochenta que hizo en México, más un pequeño tríptico de 1975. La potencia, la multiplicidad de escenas y espacios simultáneos en cada obra, el protagonismo del color en sus pinturas, las combinaciones culturales y la transformación en imágenes de las experiencias (e inclusión de objetos traídos) de sus viajes, muestran la riqueza del mundo del artista, y una obra reconocible, un estilo Pietra. La exposición lleva el título “América onírica” y el sustrato común son sus viajes por América.

-Empecemos por la obra de 1975.

-Bueno, ese dibujo estuvo en mi primera exposición. Y hay toda una historia atrás, en la que Yuyo Noé resulta fundamental. Su obra era la que me más me gustaba del grupo de la nueva figuración. Y fue Marcia Schvartz, con quien éramos muy amigos, la que insistió para que yo le mostrara mi obra a Noé. Marcia estudiaba con él, armó una entrevista y lo fui a ver: yo no tenía ni una carpeta, llevé las obras envueltas en papel de diario. A Yuyo le gustó mi trabajo y como siempre fue muy abierto y generoso: me presentó en su Galería, Carmen Waugh y consiguió una fecha para que yo hiciera mi primera exposición. La inauguración fue en una fecha fatídica: el 24 de marzo de 1976. Cuando crucé la Plaza San Martín para ir a la galería había tanques de guerra. Pero no se habían suspendido las actividades, ni la inauguración.

-Los dibujos mexicanos son la constatación de que ya eras entonces el que serías después. Y ahí hay un mundo propio.

-Esa estructura compositiva, en parte respondía a una conexión que había entre cuatro o cinco amigos de Bellas Artes. Compartíamos taller con Eduardo Stupía y en otro taller habíamos estado con Roberto Elía. Eso fue muy importante. Nos pasábamos materiales, discutíamos sobre las obras. Cuando tenía 21 años hice un viaje con Marcia Schvartz al Amazonas y ahí surgieron experiencias que sigo volcando en mi obra.

-¿Desde cuándo aparece lo onírico en tu trabajo?

-Desde siempre. Y no es algo que me haya propuesto, sino que aparece. Está en sintonía con viajes, lecturas, vivencias. Y también, por supuesto, surgen imágenes amorfas sugeridas por el color y los contrastes. Todo eso conforma un mundo que se materializa en mi obra. Lo fundamental es la libertad creativa.

-También hay una evocación de la infancia. Y una estructura muchas veces relacionada con la historieta, tanto en la estructura como en el componente narrativo de tus cuadros.

-Para mí la historieta es una fuente importante y también la infancia, la reivindicación de un tiempo sin edad. Desde muy chico, a los siete u ocho años, me encerraba en un cuartito y copiaba personajes de las revistas Dartagnan y el Tony. Admiraba mucho a los dibujantes de historietas. Y ese mundo fantástico entró a mi obra, aunque nunca de manera directa. Me gusta narrar. Y ahí aparecen también el cine y la literatura.

-A su vez cada obra es muy compleja y elaborada.

-Nada me sale “así” de una vez. Hay mucha elaboración, sí. Y mucho tiempo. Porque todo cuadro tiene un punto de partida. Pero luego la cosa se detiene. Y vuelvo a verlo más adelante. El tiempo forma parte de la obra. A veces pueden pasar años hasta que termino una obra. Y puedo retomar cada pintura, volver a meterme en ese mundo, sin ningún problema. Eso incluye desarrollos y ajustes en varios aspectos. Por eso son obras sin tiempo, donde se ve un mundo paralelo.

-Hay citas a mitologías y relatos fundacionales de distintas culturas y religiones.

-Busco una relación con lo fantástico y también con los mágico y a veces lo místico y no siempre en tal o cual dato narrativo, sino en la intensidad o el tono de un color. Por otra parte hay muchas similitudes entre relatos, religiones y estéticas de América y de Oriente. Creo que todos tenemos muchos mundos y cada uno de nosotros somos muchos. Y pienso, ¿qué pasa con todo eso? ¿es energía? ¿es materia? Esos mundos están siempre actuando. Y creo que busco que aprezca eso.

-¿De dónde salen esos personajes y objetos en tus “teatros” e “instalaciones?

-Reviso cosas que traje de mis viajes, que me fueron quedando y hago ensambles, los voy transformando, complementando y los incluyo en las obras.

-En las pinturas aparecen personajes que parecen vigilar o controlar.

-Bueno. No me caba duda de que hay mucha paranoia también. Esos personajes deben ser agentes de no sé que fuerza. Y por ahí también hay cosas infantiles.

-La muestra de pinturas (y un par de objetos) que se inaugura hoy en Rubbers, se compone casi toda de obra nueva.

-La mayoría es nueva y algunos cuadros no son tan nuevos en su origen pero yo los veía como inconclusos, y entonces los terminé últimamente. En este sentido, la muestra se llama “El encierro”, no solo por la pandemia y las cuarentenas, sino también por eso de revisar los cuadros que tenía empezados hace un tiempo y luego retomé.

* La exposición “América onírica” se puede ver en el Pabellón de las Bellas Artes de la UCA, en Alicia Moreau de Justo 1300, hasta el 24 de julio. La exposición “El encierro”, se inaugura hoy en la galería Rubbers, Avenida Alvear 1640.