Rodrigo Abd llegó a Kiev a mediados de marzo. El mundo miraba expectante la tercera semana de guerra entre Rusia y Ucrania. Se sabía poco en ese momento. Los rusos no habían ingresado todavía a la capital, pero se creía que la avanzada era inminente. La resistencia se levantaba en los alrededores. Cientos de miles de familias habían iniciado la huída. En el mundo se contaban los refugiados ucranianos de a millones. Las negociaciones entre Putin y Zelenski se daban de forma indirecta y no llegaban, nunca, a destino.
Cuando lo contactaron para ir cubrir la guerra, el fotoperiodista de 45 años se preparó para lo peor: agarró la cámara, consiguió un buen celular satelital, viajó hasta Nueva York para conseguir un chaleco antibalas nuevo (el que tenían para darle era de la guerra de Bosnia, de 1992), pensó en el abastecimiento de comida y le dieron un rastreador GPS por si en algún momento “dejaba de contestar el celular”.
Así lo relató Abd, paso a paso, en diálogo con AM750. Una vez listo, marchó rumbo a Kiev. Fue al lugar del que la gente huía. “Me pidieron que vaya directo a Kiev. La idea que teníamos todos era que Rusia iba a llegar a tomar la capital. Estaban a 30 kilómetros. Kiev era la gran batalla antes de tomar el país”, comentó el fotógrafo.
“En ese contexto, yo llegué a Ucrania. Ya había un grupo de fotógrafos y de periodistas. Con el tiempo fuimos mandando equipos a otros lugares de Ucrania. Cuando ya Kiev no era tanto la amenaza. Empezamos a ver que había muchos lugares del país que no estaban bien contados. Odessa más al sudeste, Kharkov, los lugares más cercanos a Rusia donde la ofensiva era muy fuerte”, añadió.
La preparación
El ganador del Premio Pulitzer en 2013 por su cobertura de la Guerra Civil siria comentó que en ese momento le dieron un GPS “para identificar a todas las personas de la agencia, una forma de saber por dónde se está moviendo alguien por si llegaba el punto en que no responder más un teléfono”.
También repasó los conflictos que tuvieron para conseguir un chaleco antibalas. “Tuve que ir a New York a buscar uno, porque en Argentina es muy difícil conseguir un chaleco antibalas, que está considerado un arma de guerra”. Abd contó que tenían unos chalecos de la guerra de Bosnia, pero que no eran seguros.
La preparación no es exagerada, se preparaban para el “peor escenario”, que era “llegar a una Kiev sin luz, sin comida, sin agua”. “Todo eso nunca ocurrió. Nunca faltó comida. Fue otro el escenario. La guerra se hizo en las afueras, en los suburbios”.
Esto trajo otras dificultades: “En ese momento no había acceso al ejército, era como un agujero negro. Nos enterábamos de los ataques cuando los bombazos pasaban esa línea del río y llegaban a la ciudad”.
La salida de Kiev y el destape
Todo fue distinto cuando pudieron salir de Kiev. “Me encontré con lo que quedó de un frente de batalla. Suburbios completamente destruidos. Hechos polvo en algunos lugares. Cuerpos tendidos en las calles. Una fosa común detrás de una iglesia. Gente que enterraba a sus seres queridos en los jardines de las casas porque no había acceso a los cementerios. La policía desenterrando a los muertos para poder llevarlos a unos frigoríficos para hacer la denuncia de crímenes de guerra”.
En este punto, Abd tuvo muy en claro dónde quería apuntar la lente de la cámara: “A mí lo que me interesaba era contar esos detalles de cuestiones que ocurren en la guerra. Por ejemplo, me llamó mucho la atención la magnitud de la cobertura del conflicto. Yo nunca en mi vida vi tantos periodistas cubriendo algo. Era masivo, era algo abrumador”.
Lo cotidiano en la guerra
Pero no era sólo contar la cobertura lo que buscaba: “Había una fosa común y de repente había 200 periodistas cubriendo eso. Había un almacén que se había incendiado hace tres semanas, pero no importa, todos íbamos a cubrir lo mismo. A mí me importa contar esa cotidianidad, esas fotos que puedan ser un poco menos obvias”.
“Recuerdo un auto todo roto después de un bombardeo y una mujer haciendo jogging en el medio de la ciudad, caminando por todo ese desastre. Un hombre con una mochila de globo (de repartidor, delivery) en Kiev, haciendo su laburo en medio de la guerra. Hay una cantidad de capas del conflicto, toda una cantidad de cosas que ocurren, que uno no se imagina”, detalló.