El opus cuatro solista de Santiago Mitre, Pequeña flor -escrito junto a Mariano Llinás-, funciona como una suerte de volantazo en la filmografía del director de El estudiante, La patota y La cordillera. Sus tres films anteriores estaban cargados de tono político, mientras que en el largometraje que se estrena este jueves, Mitre se vale de lo fantástico para elaborar una historia de una pareja en crisis, en clave de comedia negra. Pequeña flor es una adaptación libre de la novela homónima del escritor argentino Iosi Havilio y está filmada en Clermont-Ferrand, la ciudad francesa conocida por ser el centro de la fábrica de neumáticos Michelin. El film tiene un elenco internacional encabezado por el uruguayo Daniel Hendler y la francesa Vimala Pons, a quienes se suman Melvil Poupaud, Françoise Lebrun y el español Sergi López.

Hendler es en la ficción José, dibujante argentino y padre primerizo que acaba de mudarse a Francia para criar a su hija recién nacida junto a su mujer Lucie (Pons). Cuando conoce al excéntrico (Poupaud), José va incrementando su incomodidad con el anfitrión que por momentos lo abruma con su relato. Un día, sin saber por qué (o sabiendo) asesina a su nuevo vecino. A los pocos días, el vecino está ahí como si nada. No ha muerto. Mientras tanto, José transita su desarraigo, viviendo en una ciudad que le es ajena, con una lengua que apenas conoce, mientras se ocupa de las tareas domésticas y de la crianza de su pequeña hija. Lucie, por su parte, se descubre incapaz de vincularse con la pequeña y se precipita a trabajar en un diario que detesta. Pequeña flor es la historia de una pareja joven que se enfrenta a su primera crisis fuerte.

Cuando Mitre leyó la novela no se imaginó que podía ser una película sino que fue un proceso posterior, pero "bastante cercano a leer la novela", según comenta en la entrevista con Página/12. "Tenía programada un reunión con Iosi porque él coordina talleres de dramaturgia. Es una persona que acompaña muy bien los procesos de escritura y yo estaba desarrollando un proyecto como productor por el que quería hablar con él". Unos días antes, el cineasta leyó la novela. "Cuando nos juntamos hablamos solamente de la novela y en el medio de esa conversación nos dimos cuenta de que podía ser una película que yo quería hacer y que él me iba a permitir hacer a partir de ese material", agrega Mitre.

-¿Te parecía cinematográfica de por sí?

-Sí, tiene un montón de elementos que me parecían sumamente cinematográficos: la manera en que posicionaba a los personajes en la situación, los juegos musicales, la comedia… Había un montón de elementos que eran muy cinematográficos, pero otros que eran muy difíciles de adaptar, por supuesto. Era una novela que, en principio, se presentaba como la posibilidad de hacer una película muy divertida, muy distinta, y que me permitía experimentar con libertad en algunos territorios en los que no lo había hecho antes.

-¿Cuáles fueron las dificultades de querer contar conceptos de una novela en el cine, aun cuando no sea una adaptación estricta?

-No diría que dificultades sino que son las cosas normales que le pasan a alguien que adapta un texto que no fue pensado a priori para cine. La novela estaba narrada en primera persona, como un monólogo interior del personaje. Y el cine está narrado siempre en tercera persona y necesita de las escenas, de los diálogos e individualidades desarrolladas un poco autónomamente. Entonces, había que hacer que los personajes (secundarios sobre todo, porque el narrador estaba muy claro) tuvieran más densidad, sobre todo el personaje de Lucie (que es la mujer de él), y del vecino. Eso fue sobre lo que trabajamos. Tomamos la decisión de modificar la voz en off porque la novela está narrada con la voz de José, el protagonista, y decidimos que el narrador sea el vecino, un poco para empatizar con esta cosa de "crímenes surrealistas" o la situación fantástica que sucede con él.

Vimala Pons y Daniel Hendler en Pequeña Flor.

-En cuanto a la estructura, el libro de Havilio está escrito como un solo párrafo sin puntos aparte. ¿Pensaste esto para la ficción cinematográfica?

-No lo trabajé. Hay cosas de la novela que se omitieron y esa fue una de las cosas que se omitieron. Tomamos el relato, la premisa, la estructura de la novela que, más allá de que sea un solo párrafo, los momentos que narra son similares a los que narra la película. Hay algunos que no se cuentan, pero había que prescindir de algunas de las cosas y esa fue una que prescindimos. De hecho, no sé cómo sería narrar en una película un solo párrafo, porque es otro tipo de escritura.

-¿Qué encontrás de particular en la literatura de Iosi Havilio?

-El humor. El entra en la tradición fantástica argentina y es un fanático de Aira. También hay una zona oscura contada con liviandad en sus novelas. Sus novelas son muy oscuras pero cuando uno las lee no tiene la sensación de que le está contando algo tan oscuro.

-Uno de los primeros aspectos que resaltan de Pequeña flor es que, a diferencia de tus tres películas solistas anteriores que tienen un fuerte contenido político, a priori esta enfoca en otro lado, ¿Cómo fue trabajar en una película más de género, con elementos fantásticos?

-Siempre la vi como una historia de amor, como una historia de reenamoramiento. Y eso era lo que más interesaba contar y que el fantástico fuera el marco que contuviera esa historia: una pareja que entra en crisis, luego de tener a su primera hija y cómo los dos logran procesar esa situación, además del desarraigo y otras cuestiones que la atraviesan. Tiene que ver con cómo logran procesar esa situación y volver a estar juntos de una manera nueva, distinta. La veo como una película donde el amor es uno de los temas centrales, además del fantástico. El fantástico es un género que me gusta mucho y lo consumo mucho como lector. En La cordillera había un fantástico sugerido y ahora tomó el primer plano de la narración y está bueno. Me divierte, es una posibilidad de narración que está buena y que ojalá pueda hacer en otra película.

-En ese sentido, ¿esta película va a quedar como una excepción en tu filmografía o pensás explorar otros recursos y narrativas que se desvíen un tanto de lo político? ¿Te lo planteaste?

-La verdad es que no me lo planteé de una manera demasiado concreta porque hacer esta película llegó un poco por azar, y fue un proceso muy divertido que me permitió explorar un género que no había trabajado antes y filmar en un país y en una lengua que desconocía. Y con un tono también completamente distinto. Espero que me sigan sucediendo estas cosas, que las decisiones de las películas que haga no sean tan programáticas sino que influya un poco el azar.

-El casting es otro aspecto que marca una diferencia con tus otras películas ya que tiene un elenco internacional. ¿Cómo fue ese proceso?

-Después que hablé con Iosi y que aceptó hacer una película sobre Pequeña flor, yo viajé a Francia porque estaba trabajando en uno de los procesos de posproducción de La cordillera, y hablé con la productora francesa. Le conté que había leído esa novela, y le conté también un poco la historia y ella me dijo: "Me gusta mucho, yo la produzco, pero la hacemos en Francia". A mí no se me había ocurrido que la película podía transcurrir en Francia, pero, a la vez, tenía total sentido: esta cuestión del desarraigo o de una introspección excesiva que tiene el personaje, estaba bien que no fuera en la Argentina y que fuera en un país donde él no domina la lengua y, encima, en una ciudad que no es precisamente el tipo de ciudad que uno se imagina cuando piensa en Francia. Se lo conté a Iosi y le pareció una idea fantástica, porque él creció en Francia cuando se exiliaron sus padres. Así que no había pensado nunca en una historia en Francia y, de golpe, esta película le daba esa vuelta. 

-Y eso produjo cambios... 

Una vez que se planteó que la película era en Francia, había que elegir actores franceses. Si bien veo cine francés, no tengo tanto conocimiento como para decir: "Estos son los actores perfectos". Trabajé con una directora de casting muy buena que me presentó a muchos de los actores. Sobre todo la que fue un descubrimiento para mí y que no había visto trabajar nunca fue Vimala Pons, que es actriz, performer, escritora, música, y que le aporta una fuerza y un humor al personaje de Lucie maravilloso. A Melvil Poupau lo amo, me parece un genio, es un actor que lo había visto en muchísimas películas y aparte tenía muchas ganas de trabajar con él. Dio la casualidad que había un amigo mío, Lisandro Alonso, que lo conocía porque habían estado juntos en algún festival y él nos hizo el contacto. Y leyó el guión y dijo: "Me encanta. Hagámoslo". 

-¿Y Sergi López? 

Y lo de Sergi fue una propuesta de la directora de casting y también se sumó muy rápido a la película porque le divertía lo que tenía que hacer. Y así vino conformado. Después, con Dany Hendler fue una reflexión más solitaria mía. Dany tiene esa capacidad gestual parca pero poética. Es un actor que tiene un manejo único de la comedia, muy sensible, y expresivo sin serlo. Me parecía que tenía la gestualidad adecuada para el personaje. Afortunadamente, cuando lo llamé, él me contó que había tenido un poco de educación de la lengua francesa en el colegio de Uruguay. Alguna idea tenía, pero se preparó con el guión durante muchísimo tiempo y el trabajo que hizo fue monumental en una lengua que sabía poco. Y le estoy muy agradecido.

El camino del humor

-Hablabas del humor de Pons y antes dijiste que el fantástico era un marco porque la película parece una comedia negra de una pareja en crisis. ¿Fue complejo construir ese humor que destila la historia?

-Algo que pensé mucho y que me di cuenta es que el humor lo traen los actores. En el guión, uno le pone un contexto al humor, tiene que escribir situaciones que sean potencialmente simpáticas y personajes que puedan contener la comedia, pero luego son los actores. Y afortunadamente tenía actores con facilidad para la comedia que entendieron que tenían que divertir con este guión. Y creo que eso fue lo que pasó. La química entre Daniel y Vimala fue espectacular. Ellos se ayudaron y jugaron mutuamente las escenas. Probaban cosas y era muy divertido verlos hacer su trabajo. Y yo, un poco en lo que respecta a la comedia, disfruté viéndolos hacer las cosas, más de lo que los dirigí.

-Uno de los temas que resaltan de la historia tiene que ver con la responsabilidad de ser padre y madre. ¿Buscaste establecer una mirada crítica sobre esto?

-Es uno de los temas que están ahí: las posibilidades de reacción frente a un hecho tan movilizante y tan revolucionario como es tener un hijo. Y la manera en que reacciona cada personaje. Es uno de los temas que están ahí. Por supuesto que la película no dice nada demasiado concreto sino que lo expone para que si alguien quiera pensar en eso, pueda pensar en eso. En este caso, Lucie se va corriendo en cuanto puede porque no soporta estar clavada en ese lugar. Y José, que es más bien un personaje introvertido, en cuanto se queda sin laburo dice "Bueno, yo cuido a esta niña". Y establece una conexión muy fuerte con la niña. Ahora, eso no está diciendo nada en particular sino que está exponiendo evidentemente una situación que puede ser una revolución emocional para una persona o para un personaje.

-El personaje de Vimala Pons rompe, de algún modo, con la normatividad social establecida y es una mujer que busca libertad en su vida. ¿Creés que es un personaje acorde a la época que estamos viviendo?

-Lo intentamos. De todas maneras, ya creo que este tipo de cosas están muy comprendidas por todos. No había una búsqueda de aleccionar con eso sino que nos parecía una de las reacciones posibles. Y estaba bien que ella reaccionara así, en contraposición a lo que le pasaba a José.

-La historia exuda espíritu lúdico. ¿Fue hecha de la misma manera?

-Fue una película que pensamos e hicimos para divertirnos nosotros y que, a través de nuestra diversión, el espectador pueda divertirse. 

(Imagen: Guadalupe Lombardo)


Aquella Argentina de 1985


Este año, Santiago Mitre estrenará no una sino dos películas. Además de Pequeña flor, está ultimando detalles de Argentina, 1985, que narra la estrategia de dos fiscales -Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo- para llevar adelante el juicio que sentó en el banquillo de los acusados por crímenes de lesa humanidad a los comandantes de la última dictadura cívico militar. En el elenco figuran nombres como Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi y Norman Briski. ¿Cómo podrá resonar esta historia en las generaciones más jóvenes? "Es importante, sobre todo en la época que vivimos y con la corriente de pensamiento que están emergiendo que son bastante preocupantes en relación a la interpretación de la dictadura o de los crímenes de la dictadura. Es importante que haya una película que hable sobre el proceso de justicia que tuvo la Argentina en el '85 y que se continuó tantos años después en relación a los crímenes de la dictadura", afirma Mitre.

El film está prácticamente terminado, ya en el final de su posproducción y se va a estrenar en septiembre de este año. Se va a exhibir en cines durante un mes y medio y luego va a poder verse en una plataforma. Mitre volverá a trabajar con Darín, quien había interpretado el presidente de la Argentina en La cordillera. "Yo lo quiero mucho a Ricardo, me parece un actor espectacular, generoso y talentosísimo. A partir de mi novia Dolores (Fonzi), que es muy amiga desde hace muchos años, establecí con él una relación muy amistosa, nos vemos mucho y disfruto mucho al trabajar con él. En este caso, además él fue productor de la película y es un socio y un compañero espectacular para el desarrollo de una película", concluye Mitre.