La problemática de la violencia de género está lejos de tener fin, pero gracias a la lucha constante y sostenida del movimiento de mujeres cada vez más logra visibilizarse en la sociedad, sobre todo a partir de las marchas de Ni Una Menos. El cine argentino viene acompañando ese proceso con propuestas que no sólo entretienen sino que también invitan a concientizar y a replicar el grito contra la violencia machista, expresión máxima del patriarcado. En un contexto donde el problema ya está encarnado en la sociedad, pero no se logra extirparlo, una nueva película podrá verse a partir de este jueves en el cine Gaumont. Se trata de Hékate, segundo largometraje de Nadia Benedicto, pensado como un thriller, una road movie nocturna que aborda la problemática de la violencia de género de una manera singular, con una narrativa que entremezcla elementos místicos y oníricos.

Además de cineasta, Benedicto es guionista y productora de cine independiente. Su trabajo hace foco en universos femeninos y disidentes. Graduada de la Universidad del Cine (FUC), se formó en Guión y Estructuras Narrativas Audiovisuales con Luisa Irene Ickowicz. Hékate ganó recientemente el premio a Mejor Película en el 46º Atlanta Film Festival. Está realizado casi en su totalidad por mujeres, liderando todos los equipos técnicos. “Esta película es un homenaje a Hékate, diosa de las brujas, y un ritual de pasaje hacia la autonomía y madurez de las descendientes”, explica la realizadora sobre el título y la esencia del film.

La película se presenta este jueves en el Gaumont.

Con un elenco integrado por Sabrina Macchi, Rosario Varela, Federico Liss y Julieta Brito, Hékate propone una mirada feminista y LGBTIQ+. Todo comienza de la peor manera: Juan (Liss) es un tipo violento, misógino, que trata con desprecio y humillación a Helena (Macchi). A tal punto que le exige todo tipo de cosas y la tiene prácticamente secuestrada en su casa. Cuando Kira (Varela) tiene un accidente con el perro que pasea, Juan la “invita” a cenar en su casa con Helena. El hombre demuestra una gran agresividad y un tremendo desprecio para tratar a ambas hasta que comete un acto aberrante. Ante tal situación dolorosa, las dos mujeres luchan por liberarse de las garras machistas y emprenden un camino por su supervivencia que no tendrá tregua. Pero hay un tema, ahora que pueden escapar: ¿Qué hacer con el violento?

“En Argentina y en el mundo la violencia de género es una problemática que más que revertirse parecería acrecentarse día a día. Los femicidios y abusos aumentan y la urgencia por transformar esta realidad que nos deja a las mujeres y disidencias en un estado constante de vulnerabilidad se vuelve imperiosa”, explica Benedicto. “Partiendo de la historia de violencia que marcó la vida de mi abuela y entendiendo que ella se replica incansablemente en los cuerpos y vidas de miles de mujeres a través del tiempo, comencé a escribir esta película, con más preguntas que respuestas pero con un deseo furioso por ponerle fin”, agrega la directora.

-¿Cómo fue construir la estructura de road movie?

-Siento que mis películas no son ciento por ciento road movies porque son road movies más raras, más estáticas si se quiere, pero sí tienen el viaje como motor, como posibilidad de transformar. Moverse y salir de un lugar lo pensé más como una necesidad de la historia y no tanto como "Quiero hacer una road movie".

-¿Cómo trabajaste el clima de thriller para hablar de este tema?

-Ahí está más metido en ese comienzo que va generando toda esa tensión y suspenso puestos en escena por el actor y las actrices. Y ya teniendo una angustia que no conviene develar, todos esos elementos de suspenso que las iban poniendo a ellas en esos estados de no saber para dónde ir o no saber qué hacer, fueron habilitando que la película termine siendo una suerte de thriller.

-¿Cómo notás el abordaje del cine argentino sobre la violencia de género y qué esperás con tu película, más allá de que sea vista?

-Pienso en películas recientes y me vino a la cabeza Los sonámbulos. Creo que siempre es interesante el abordaje. Tengo más presentes documentales que ficciones, pero siempre que habiliten y que abran la posibilidad de ponerlo en reflexión me parece que es valioso. Y con esta película puntual, más allá de lo que decís de que sea vista, creo que va a depender mucho también de qué ojos la miren y qué ojos se encuentren con ella porque desde mi óptica obviamente busco la liberación y la transformación de ellas. Siento que tiene un punto de vista compasivo hacia él, pero también dependiendo quién la mire podrá sacar sus propias conclusiones. Mi aporte va hacia ellas y hacia poder librarse de toda esa carga, ese dolor y poder habilitar otra existencia y otras vías posibles.

-¿Cuánto cree que ayudan el arte y la cultura a concientizar sobre este problemática?

-Creo que mucho. Cualquier persona que se encuentre con una obra del tipo que sea siempre es valioso. Y poder espejarte en otras expresiones. La verdad es que no sé si van a cambiar y a generar una transformación, pero sí me parece que está bueno tenerlos como espejos y quizás por lo pronto que aunque sea, mueva algo internamente. Eso ya es algo.

-¿Por qué decidieron que el equipo de toda la película sea casi completamente integrado por mujeres? ¿Fue por una postura frente al tema o porque faltan espacios para las mujeres en el cine?

-Un poco por las dos cosas. También sentía que era importante que esta película fuera contada por mujeres. Y más allá de sentir que está bueno que se habiliten los espacios y demás, al momento de armar el equipo me encontré con que tenía muchas más aliadas cerca en ese momento y se fue armando un poco naturalmente con muchas amigas con las que trabajaba y con otras que fueron apareciendo. Así que sucedió.

-¿Cómo vivís los cambios en la sociedad a partir de las marchas de Ni Una Menos?

-Todo es muy lento. Por más que se han conquistado derechos y demás, todavía siguen pasando un montón de cosas terribles y siento que las mujeres siguen siendo no escuchadas en un montón de espacios que podés denunciar incansablemente, y que por ahí del otro lado hay oídos sordos y gente que no registra. Pero me parece que como todo movimiento social es algo que es paulatino y siento que está muy enfurecido o muy aguerrido también. Siento el movimiento así. Esperemos que cambien las cosas y que haya una transformación.